Capítulo 13

170 17 9
                                    

Después de andar durante diez minutos, nos decidimos por un restaurante llamado Victoria 57.
Al entrar observo toda la decoración, en la entrada una espaciosa barra facilita la espera y permite, sin tropiezos ni aperturas, acceder a una coqueta sala con ventanales exteriores que hace las veces de reservado, o bien el comedor principal en cuya entrada se vislumbra la cocina; sobre un fondo neutro, destacan unas pinceladas de colores vivos sobre asientos pegados a la pared, cuatro detalles decorativos bien seleccionados que crean un ambiente apacible y cálido.

—Disculpen ¿desean mesa? —nos pregunta una camarera, de unos cuarenta y pocos años con una sonrisa muy agradable.

—Sí, mesa para dos por favor —contesta Laila.

—Si me acompañan por aquí, por favor —ambas asentinos y comenzamos a andar tras ella.

Seguimos a la camarera que nos dirige a una mesa del salón cerca de las ventanas, las cuales nos permiten ver el bullicio que hay en la avenida.

—Tomen asiento, en un minuto les traeré la carta, de momento ¿desean algo de beber? —pregunta y Laila mira la carta de vinos.

—Sí por favor, traiga dos copas de Sauvignon blanc —contesta mi amiga con una sonrisa malévola mientras fija su mirada en mí.

—¿Pero bueno, acaso piensas emborracharme o que? Sabes que yo sólo tomo Nestea, además ¿Sauvignon blanc? Eso es para rico no para nosotras petarda. —protesto bajito para que nadie mas que ella me oiga.

Ella rompe a carcajadas, pero yo no le veo la gracia ya que es posible que con lo que cueste esa copa yo tenga para tres paquetitos de tabaco, que es mi único vicio, mi querido Camel. Le pongo morros a mi amiga fingiendo que estoy enfadada.

—Vamos no seas así Fabi, sólo es un día, así que aprovechemos.

Levanta su copa para hacer un brindis, con tanto pensar en el gasto ni siquiera me percaté de que las habían traído, alzo mi copa y la acompaño.

—Bien, brindemos, por la amistad, por nosotras, y porque esta noche sea una de esas que recordaremos cuando seamos viejas. —Choco mi copa con la suya a la vez que ambas decimos ¡salud!

La camarera vuelve a nuestra mesa, y como nos dejó las cartas junto con las copas de vino, le pido ceviche de lubina para ambas, Laila me mira mal, sé que ella es más de carne que de pescado, pero ella ha elegido la bebida, yo elijo la comida y no me pone objeción.

Después de quince minutos, nos sirven la comida, y en verdad se te hace la boca agua solo con verla, Laila se queja al principio, pero después lo devora todo, incluso, hemos pedido otras dos copas de vino, y he de reconocer que cada vez me gusta más, o será que ya se me ha subido un poco a la cabeza.

Cuando nos preguntan que si queremos postre las dos respondemos al unísono que no, porque ya no podemos más, aparte queremos dejar espacio para las copas que aún nos quedan por tomar durante la noche.

Pagamos la cuenta, que como dije ha sido una pequeña fortuna para mí, al salir del restaurante, decidimos quedarnos por la zona, así ahorramos coger el coche para desplazarnos.

—Fabi ¿qué te parece este pub? El Buda suena bien.

Lo observo y veo que la entrada es un buda gigante iluminado en naranja, lo que hace que la figura parezca mas real.

—Sí entremos, creo que este estará bien, además sabes que me gustan bastante estos rollos budistas.

Cuando entramos echo un vistazo al local, dentro está todo lleno de budas de distintas formas dibujados en las paredes, al fondo esta la barra, en el centro la pista de baile, y alrededor pequeñas mesas con sus sillones para quien prefiera charlar o enrrollarse, poco a poco mis caderas empiezan a moverse por si solas al compás de la música.

—Vamos bombón vayamos a pedir ¡uhhh! la fiesta apenas comienza nena —grita mi amiga por encima de la música y acercándose a mi oído, la leche me va a dejar sorda si vuelve a gritarme de esa manera.

Llegamos a la barra y un camarero bastante guapo nos atiende, no es muy alto, poco más del metro setenta, labios gruesos, barba bien recortada, ojos color miel y una bonita sonrisa.

—Buenas guapas ¿que queréis de tomar? —Nos pregunta sonriéndonos, me inclino un poco para poder acercarme y que me oiga por encima de la estridente música.

—Para mi amiga un Gin tonic, y para mi ron Legendario con Coca-Cola.

—Eso está hecho lindura —Grita y en cuestión de segundos nuestras bebidas están servidas. —¡Disfruten la noche! —termina por decir.

—Eso haremos, no te quepa la menor duda —le lanzo un guiño y una sonrisa coqueta. Al girarme mi amiga me observa con una mirada pícara y una gran sonrisa.

—Vaya, vaya, veo que te ha gustado el camarero ¿eh? —alza ambas cejas y no puedo evitar reírme.

—Nooo, nada de eso, solo quería ser simpática nada mas mal pensada. Aunque tiened que reconocer que es guapo, quien sabe, igual hoy dejo salir mi femme fatale a divertirse.

—Así se habla, vamos a bailar que adoro esta canción.

Pongo atención y escucho que es la canción de Enrique Iglesias, "súbeme la radio" ambas nos dirigimos a la pista, y en un segundo ya estamos bebiendo, bailando y cantando a pleno pulmón.

—Súbeme la radio, que esta es mi canción, siente el bajo que va subiendooo, traeme el alcohol que quita el dolor, hoy vamos a juntar la luna y sol...

Así pasamos la noche cuando saco mi móvil para ver qué hora es y veo que son las treinta y tres de la madrugada, vale vale, creo que son las tres, aunque debido a mi ingesta de alcohol, ya veo los números dobles. Madre mía en cuatro horas trabajo, ugg que mal día pasaré, pero a quien le importa ¡¡si estoy genial!!

Busco a Laila por el local y la veo enrrollandose con un tío en los sillones, joder con la tía que velocidad, y eso que estaba colaita por ese tal David Molina. Pero bueno así es ella, dejala que disfrute, yo mientras tanto seguiré bailando con mi amigo el morenazo, creo que se llama Robert, o tal vez Albert, en verdad ni idea pero hay que admitir que baila de muerte y que me está poniendo como una motocñ con tanto roce. Además es mi prototipo de hombre, moreno, metro ochenta, cara cincelada, labios finos y unos ojazos azules como el Blue Tropic, si definitivamente un cañonazo en toda regla.

En este mismo momento la música cambia y empieza a sonar una cancion que adoro "Deja que te bese" de Marc Anthony y Alejandro Sanz. Mi compañero de baile me toma de la cintura y me pega más a él, mientras ambos nos movemos y provocamos al compás de la canción. Por Dios, que honbre señor mio, a la mierda con todo ¡que mi huerto necesita que lo rieguen!

Lo agarro de la nuca y lo atraigo hacia a mí para devorarle esa boquita de piñon que tiene, y cuando nuestros labios se van a tocar de repente hay algo que me lo impide, o mas bien alguien, que en vez de una persona parece una pared. Levanto mi mirada para decirle cuatro cosas a quien me ha cortado el rollo pero...

<<Joder, joder y mil veces joder>>

Esto no puede ser, creo que ahora sí que me pasé con las copas y no poco, esto tiene que ser mentira por que yo, definitivamente no puedo tener al jefazo delante de mí, y mucho menos mirándome con esos ojazos que parecen que quieren matarme en cualquier momento.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 17, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

No te daré mis alas (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora