Capítulo 10

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Kasia

Desperté con un inmenso dolor de cabeza, mi cabeza estaba estallando, abrí poco a poco los ojos, me incorporé con dificultad en la inmensa cama en la que estaba, era un habitación que parecía hasta más grande que mi casa entera, una enorme televisión se encontraba colgada en la pared de enfrente, a mis costados había dos pequeños burós, cuadros muy elegantes adornaban las paredes, el piso está forrado de alguna alfombra aterciopelada, la habitación tenía tonos blancos y morados, era muy elegante y moderna.

De repente los recuerdos de lo que había pasado anoche me llegaron a la mente, ¿que había pasado? ¿Donde estoy? ¿Por qué estoy aquí? Ese balazo, ¿que había sido?

De pronto la puerta se abrió dejando ver a una señora rubia, traía una bandeja de comida con ella.

—Buenos días Señorita — dijo sonriente — Soy Heidy, la ama de llaves de la casa — dijo dejándome la bandeja en uno de los burós — aquí tiene su desayuno, espero le guste.

—Gra... gracias — dije un poco extrañada — disculpe ¿donde estoy? — susurre apenada.

—Oh, ahora mismo llamó al Señor Riazza — dijo y salió rápidamente de la habitación dejándome un poco confusa.

Riazza, por lo menos no estaba con algún desconocido, aunque si me preocupaba mi madre, mierda, seguro estará preocupada, dios, me levante rápidamente de la cama, me puse lo más rápido que pude mis zapatos y tome mi bolso, que estaba aún lado de la cama, me encaminé para salir de la habitación, pero un cuerpo fuerte me lo impidió.

—Oh no, tú no puedes salir de aquí — dijo una voz gruesa — mi hermano me matará si lo haces — pude reconocerlo como Jilom.

—Dis... disculpa — dije mirando al piso, la verdad es que él era muy intimidante.

—No hay problema, pero debes regresar a la cama, debes descansar — dijo apuntándome la comoda cama con el dedo, yo negué.

—No, yo debo regresar a mi casa, mi madre, ella debe saber que estoy b... — me interrumpió.

—Tranquila Kasia, ella sabe que estás aquí, no tienes por qué preocuparte — dijo sonriente — ahora regresa a la cama, no quiero ser hombre muerto.

Sin ganas de hacerlo asentí y me senté en la cama, la verdad es que tenía mucha hambre y esto se miraba delicioso. 

Jilom se había despedido de mí, dijo que tenía algunos pendientes que hacer y salió de la habitación, no sin antes amenazarme de nuevo.

Termine de comer y deje a un lado la bandeja, me recosté de nuevo en la cama, y cerré los ojos, aún dolía mi cabeza pero un poco menos.

La puerta se abrió y yo quede sin respiración, por ella entró Elian, sus ojos se veían preocupados, vestía completamente de negro, una playera negra que se pegaba al cuerpo, unos pantalones tipo militares igual negros y unas botas igual.

Rápidamente llego a mi y me abrazo, dios, me abrazó fuertemente mientras inhalaba el aroma de mi cabello.

—Kasia — dijo separándose de mi.

—Elian... ¿que hago aquí? ¿qué pasó anoche? — dije intentando no mirar sus ojos, si lo hacía terminaría rendida ante el y todavía no se me olvida lo que había pasado en el restaurante.

—Esos imbeciles trataron de hacerte daño, cuando... no sabes la rabia que sentí cuando vi que ese hijo de puta estaba encima de ti, no tuve piedad de el — dijo furioso, vaya que lo estaba.

SCARSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora