Capítulo 18

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Él iba a volver a quedarse solo, lo veía venir, y no tenía idea de cómo remediarlo. No podía pedirle que se quedase en su cueva a dormir cuántas noches quisiera, pues eso sería muy extraño por su parte. Y tampoco quería parecer un desesperado por tener compañía. Porque sino ¿dónde estaría ese capitán serio?, ¿dónde estaría su orgullo? No podía cambiar de un día para otro cuando sus verdaderos amigos habían estado meses y meses esforzándose para ayudarlo.

Se había encerrado en su propia burbuja; sufriendo cada día en silencio y sin pedir siquiera algo de ayuda, sin permitir que su única familia en ese local lo ayudase. Se sentía completamente perdido, sin remedio alguno, sin ser capaz de encontrar de nuevo la felicidad que le habían arrebatado cuando era un indefenso niño. Podía fingir sonrisas, pero pocas veces eran sinceras.

Con el paso del tiempo, las caras serias habían empezado a disminuir y, con la mente totalmente centrada, la expresión de tristeza se había esfumado de su rostro. Nunca recibiría el mismo cariño que su familia le había otorgado, y eso ya lo tenía totalmente asimilado.

Y ahora una chica (o mejor dicho, animatrónica) había aparecido en su vida, queriendo ganarse su amistad como si fuese tan sencillo... técnicamente él lo hacía parecer sencillo. Tanto que cuando él mismo se daba cuenta e intentaba corregirse, acababa dañando a la chica.

El Capitán se colocó bien la gabardina y miró las cortinas. Podía dar unos pasos y hablar con su modelo Toy, solucionar todo ese estropicio que había armado sin darse cuenta y quedar como amigos; intentar ser algo más abierto con los demás.

Pero al otro lado del pasillo, frente a la Pirate Cove, se encontraba la pelirrosa dando vueltas por la cueva, mirando cada rincón de ésta. Hasta que empezó a dar vueltas con la mente perdida. Se había levantado con mal humor por el "pequeño" insulto que había recibido gratuitamente por parte de su modelo original, eso era cierto, pero ahora no le importaba lo que le hubiese dicho. Por fin podía actuar y jugar con los niños, y no iba a dejar que unas simples palabras le arruinasen aquél momento tan especial. Pero ella no era así, debía agradecerle el haberle dado un sitio donde dormir (aunque el sofá no es que fuese muy cómodo, realmente), ya que perfectamente la podía haber dejado dormir en el suelo o algo peor. Su mirada se dirigió a las cortinas, decidida. No es que tuviese el orgullo suficiente que le impidiera agradecerle su estancia en la cueva ajena.

Así que, decidida, salió de su cueva y se acercó a la Pirate Cove. Tomó una leve bocanada de aire y subió el pequeño escalón que daba paso al escenario de la cueva.

Pero no pudo dar ningún paso más, pues al parecer los dos se habían puesto de acuerdo en el último momento. El capitán no se esperaba que nadie fuese a verlo, ya que solían ir a verlo después de las actuaciones. Por lo tanto, el choque fue totalmente inesperado para ambos.

Y Mangle se encontró de cara con el pecho del pelirrojo, chocando completamente contra éste, perdiendo el equilibrio completamente.

Pero como acto reflejo, los brazos del Capitán Foxy se rodearon en la cintura ajena antes de que fuese demasiado tarde. Y atrajo a la persona hacia él, pegando al individuo a su pecho como si lo intentase proteger de una caída que daría fin a una tragedia.

Mangle abrió los ojos de golpe ante su acto, posando ambas manos sobre los brazos ajenos. Su corazón iba a mil por hora, y no por encontrarse en los brazos de un atractivo capitán, sino porque unos segundos atrás se habría visto de culo en el suelo de no ser por él. Cuando subió su mirada al contrario, sus mejillas comenzaron a teñirse de un color rojizo.

A Foxy no le había dado tiempo a procesar la situación en el momento de agarrar a la chica y pegarla a él, pues si lo hubiese sabido, quizá la habría dejado caer solamente para hacerse el duro. Pero no había sido así.

Ambos cuerpos estaban pegados el uno al otro, y ambos mantenían las respiraciones algo aceleradas por aquel pequeño susto. La mirada del pelirrojo bajó hacia el rostro de ella, y la mirada de la pelirrosa subió hacia el rostro de él. Sus ojos conectaron. Los dos tenían los ojos del mismo color: ámbar. Y aquello parecía tener una leve conexión con los ojos del otro.

Ninguno decía nada, ninguno se movía. Sus respiraciones se habían calmado, menos sus corazones. Todos sabían como acaban las situaciones de esa forma: con un beso. Pero ellos apenas se conocían. ¿Para qué hacerse ilusiones cuando probablemente alguno de los dos le rompería el corazón al otro?

Foxy ya habría sufrido suficiente en un pasado, y Mangle era como una niña pequeña e inocente.

—P-Perdón...— Murmuró ella, sin apartar la mirada de la suya y con los nervios a flor de piel. No sabía si preferir el caerse de culo o que él la hubiese "salvado".

Que Mangle hablase había hecho que Foxy volviese a la realidad, dando un paso atrás para dejarle espacio y fue soltando poco a poco el agarre en su cintura. Al tenerla entre sus brazos, había notado como su cuerpo era pequeño y, literalmente, frágil, como el cristal.

—¿Adónde ibas?— Preguntó él, agarrando los brazos ajenos por los codos, como si la mantuviese en equilibrio.

Ella se sentía un poco nerviosa al notar que la agarraba por los codos, además de estar tan cerca de él. Podía apreciar perfectamente todos sus rasgos faciales: su (aparentemente suave) piel, sus finos labios, sus brillantes ojos ámbar y, además, podía ver una leve sombra oscura bajo sus ojos. Él pareció darse cuenta de que lo miraba mucho, por lo que la soltó y se aclaró la garganta con un suave carraspeo, llevándose la mano a la nuca y rascándose ésta.

—Y-Yo... Yo iba a...— Tragó saliva. Se había convencido a sí misma antes de entrar a la cueva y había ensayado mentalmente lo que debía decir, pero ahora no le salían las palabras. Había caído cautiva por los ojos ajenos, los cuales le parecían preciosos (a pesar de que ella tenía los ojos del mismo color).— Venía a darte l-las gracias por dejarme dormir en tu cueva, s-sé que podría haber sido una molestia, p-pero tú me dejaste y... Y...— Seguía nerviosa, y él lo notaba.

Una sonrisa divertida se formó en los labios de Foxy al creer que él era la causa de sus nervios. Se agarró la mano con el garfio tras la espalda y se inclinó un poco hacia ella, alzando una ceja tras inclinarse. Estaba a pocos centímetros de su rostro, con la mirada clavada en la suya.

—¿Te pongo nerviosa?

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REGALO DE REYES. 😙

Bueno, hice una fusión entre B y C. Foxy ha querido ir a hablar con ella pero Mangle se le ha adelantado. Sorpresa (?)

Espero que os haya gustado y que haya valido la pena la espera de... Menos de 24 horas.

Os doy una encuesta abierta, comentad lo que creéis que pasará.

Nos vemos en el siguiente.~

Mangled Girl [Foxangle]Where stories live. Discover now