Prólogo.

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Sintiendo cómo el sudor corría por su nuca, e intentando observar entre la oscuridad del lugar, Lauren miró de re ojo al hombre de los White helmets que le acompañaba aquella noche luego de que el hospital base de Alepo-Siria recibiera la alerta de que un nuevo bombardeo había atacado la Zona Este de la ciudad.

Que ella estuviera nerviosa era porque simplemente no estaba acostumbrada a ser escoltada por un desconocido que llevaba sólo una radio para comunicarse mientras se hacían espacio entre los escombros y llamas del lugar.

Por supuesto que no estaba acostumbrada, porque aunque ella fuera una de las médico anestesista más reconocida en USA por su alto entrenamiento en rescate y reanimación Lauren Jauregui podía admitir que enfrentarse a derrumbamientos de edificios en incendios, accidentes de múltiples víctimas en autopistas e incluso negociaciones con criminales con rehenes sí eran parte de la larga lista de situaciones que había vivido durante todos sus años de profesión, pero verse tan desprotegida aquella noche sólo con un bolso de reanimación y un civil sirio de escolta haría temblar inclusive al más implacable experto.

- Unidad 00, zona segura para ingresar. – Se escuchó desde la radio que llevaba el White helmet sujetada de la correa del pantalón.

El hombre de barba oscura observó con determinación a Lauren para que ésta entendiera el mensaje y se adentrara al lugar acomodándose en la cabeza el casco de seguridad blanco y el bolso donde llevaba todos los insumos médicos de reanimación y tratamientos.

Caminando entre escombros de edificios, y sintiendo cómo el humo entraba por su nariz, intentó mantener sus ojos esmeraldas buscando si había personas allí, o en su defecto, heridos y cuerpos sin vidas.

Frunció el ceño al detallar que la zona parecía desierta, y siguió caminando perdiendo de vista al White helmet con el que había llegado. Rápidamente el nerviosismo se instaló en su pecho haciendo que sus pies comenzaran a rodear de forma torpe el lugar.

- Dra. Jauregui, unidad 00, he perdido a mi acompañante. – Murmuró contra la radio en su mano.

Su cuerpo no logró mantenerse en calma, por lo cual siguió caminando adentrándose poco a poco en la oscuridad de la noche.

Sin saber muy bien cómo, casi de un momento a otro, su cuerpo terminó paralizado frente a un hombre que le apuntaba con un revolver desde una distancia de cinco metros.

- ¡Alto! – Gritó el hombre.

La respiración de la anestesista se detuvo en aquellos momentos, centrándose en el hecho de que se encontraba totalmente sola frente a aquel sujeto que con fuerza apretaba sus dedos contra la empuñadura del arma.

¿Cómo había llegado a estar en aquella situación?

Luego de que un mes antes decidiera finalmente comenzar una nueva etapa en su vida, porque no tenía otra opción, y la oportunidad de un nuevo trabajo le había llegado casi como un salvavidas... Y debía reconocer que para llevar tan sólo unos días allí, en Alepo, las cosas se estaban complicando más rápido de lo que ella había esperado.

¿Y si moría ahí mismo, en aquel preciso momento?

La vida le habría jugado una mala pasada, quizás sería la forma en que el destino le exigía justicia.

Los rasgos de su rostro se volvieron aún más rígidos cuando observó cómo dos White helmets caminaban por el lugar y comenzaban a apuntarle por la espalda al sujeto que tenía el revolver. No sabía que pudieran llevar armas, pero supuso que día a día se veían enfrentados a situaciones parecidas. Ella sólo se mantuvo sin mover ninguno de sus músculos intentando no desviar la atención de su atacante.

Todo fue casi automático, los White helmets rápidamente redujeron al hombre y ella fue escoltada por uno de ellos luego de que le regalara una pequeña sonrisa.

Caminando hacia la zona por donde habían ingresado sus ojos esmeraldas detallaron a la distancia a una chica de cabellos largos y ojos marrones que le miraba con curiosidad, llevaba un bolso de rescate idéntico al de ella.

- ¿Unidad de rescate? – Dijo confundida la morena.

- Unidad 00. – Explicó la ojiverde.

- Ah, sí, eres la anestesia nueva. – Apuntó.

Enarcó las cejas levemente detallando cómo la chica le extendía la mano en señal de saludo.

- Camila Cabello, soy la médico intensivista de la unidad... Estuve unos días fuera de la ciudad, por eso no me has visto por el hospital o en terreno.

- Lauren Jauregui, un gusto. – Apuntó.

Quizás si la oscuridad no inundara demasiado el momento Lauren habría asegurado que la más baja le había regalado una amplia sonrisa. Ella misma se sorprendió al quedarse observando con esmero el delicado rostro de Camila.

- Bueno, ya veo que te gusta meterte en problemas y que has olvidado el primer paso fundamental de cualquier reanimación que es... Seguridad de la zona. – Dijo la morena.

- No... Sólo he perdido al acompañante con el que estaba y ya...

- ¿Y ya? Ese hombre pudo haberte matado... Esto es Alepo, no Nueva York Dra. Jauregui, que un rebelde te haya apuntado con un arma es lo menos peligroso que podría pasarte aquí. – Le dijo con un tono marcado.

Mordiéndose los labios la ojiverde simplemente afirmó con la cabeza admitiendo que era ella quien menos experiencia tenía sobre lo que había ocurrido aquella noche.

- Ya he realizado el triague con las víctimas que encontramos a unos metros de aquí, nada de gravedad, pero necesito que me ayudes con la movilización de los pacientes. Además creo que uno de ellos tiene una luxación de cadera que necesitará un goteo con morfina hasta que lleguemos al hospital. – Comentó Camila.

- Claro Dra. Cabello.

Caminando bajo las pocas estrellas que brillaban en la profunda noche los ojos de Lauren se detuvieron en el sereno rostro de Camila quien iba hablando con uno de los White helmets.

Casi sin creérselo recordó aquella mítica canción de Frank Sinatra, Strangers in the night. Intentando recordar la letra una imperceptible sonrisa se dibujó en su rostro al mismo tiempo en que apreciaba los marcados labios de Camila.

Negó levemente con la cabeza. Cómo podía en un momento como ése pensar en aquella canción que tanto le gustaba. Cómo podía incluso sentirse capaz de querer tomar la mano de la morena y cantarle al oído: Something in your eyes was so inviting...

Tendría que preguntarte a Camila cuánto tiempo llevaba en Alepo, porque claramente la más baja parecía no estar preocupada por el inminente peligro que se vivía en aquellas zonas cercanas al desierto de Siria.

Tendría que preguntárselo, porque necesitaba volver a mirar aquellos ojos marrones con más detalle.


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Aquí vamos. 

Espero que vivamos muchas emociones con ésta nueva historia. 

Strangers in the night. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora