Capitulo 18: Como drogada

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Entre frenones, aceleraciones, indicaciones y tres pequeños choques, llegamos. Se bajó y se dirigió a mi puerta. La abrió y me ayudó a bajar. Me pasó un brazo por la cintura y me ayudó a caminar.

—¿No quieres que te cargue?

—No. Yo puedo.—Di un traspié y casa caigo.

—No lo creo.

Pasó un brazo por mi espalda y otro por las rodillas. Me cargó hasta la casa. Le Di las llaves. Abrió la puerta y entramos. Subió las escaleras conmigo de carga.

—Gracias.

—En otro momento te diría que debes adelgazar. Pero te seré sincero. No pesas nada para mi. Tengo fuerza.

Al llegar a mi cuarto me dejó en la cama y bajo los 4 bolsos. Como pude me pare y busque el libro de lobas. Lo lei hasta la parte de los ojos. “Cuando usas demasiada hipnosis hay una forma de tener energía total por media hora. Luego se debe tomar mucha agua, comer mucho y dormir. Para conjurarlo se debe cortar un dedo y dibujar este símbolo en tu mejilla.” En la parte inferior del libro había un dibujo.

” En la parte inferior del libro había un dibujo

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Llegó Rex.

—¿Me traes un cuchillo?

—¿Porque?

—Porque el viaje a la casa es largo y peligroso. No puedes conducir.

—¿Ok?

Se fue escaleras abajo. Volvió con el cuchillo. Me lo dio. Con su ayuda fui al espejo. Dibuje el símbolo en mi mejilla. Al terminar brillo. Parecía que tuviera miles de estrellas en mi cara. Desapareció y me sentí de nuevo fuerte.

—Vamos antes de que se pase el efecto.

—¿Qué hiciste?

—Luego te explico.

Salimos y metimos los bolsos en el auto. Maneje a la casa mientras le explicaba. Tarde veinte minutos. Bajamos las cosas. Había un montón de colchones en la sala. Busque en mi bolso algo para cambiarme. Luego me meti al baño. Me cambié y fui a la sala. De repente. Vi un brillo. Venía de mi cara. Lo vi con mi visión periférica. De repente casi caigo. Pero Rex me atrapó. Me dejó en un colchón.  

—Deberías dormir.

—Sólo con una condición.—Dije. Parecía drogada. Estaba tan débil que no podía ni controlar lo que salía de mi boca.

—¿Cuál?

—Acuéstate conmigo.

Río y se acostó a mi lado. Empezó a acariciar mi cabello.

—Rex, eres lindo. Me gustaría que fuera más fácil saber porque el beso de se repite una y otra vez. Pero no quiero que la respuesta sea que me gustas. No quiero hacerle eso a Adam.

—¿Te gusto?

—¿A quién no le gustarías?

Me beso dulcemente.

—Me gustas, Bree.—Dijo al separarse.

Sonreí.

—Ya duerme.

Me acomode en su pecho y me dormí.

Me desperté. Estaba mejor. Pero no “normal”. Me pare. Vi que Rex estaba en la cocina. Al verme me sonrio. Yo le devolví la sonrisa. Empecé a caminar hacia él. Pero nuevamente casi caigo. Y de nuevo Rex me tomo de la cintura.

—Gracias por atraparme. —Le dije.

—Cuando quieras.

Note una fuerte puntada en la cabeza.

—¿Me golpe la cabeza cuando me desmaye?

Rex me miró extrañado.

—Tu no te desmayaste.

—Sí lo hice.

—Dime todo lo que recuerdas.

—Bueno hablamos en la escuela. El Alpha. Me debilite. Me llevaste a casa. Encontré el simbolo. Lo dibuje. Vinimos. Me cambié. Mi mejilla brillo. Y todo negro.

—Es decir,¿No recuerdas nada? —Dijo ¿Desepcionado?

—No. ¿Que hice?

—Estabas como drogada.

—Ay, Dios. ¿Qué idiotez dije?

—Nada. Dormiste.

—Que suerte. Muero de hambre. —Dije tocando mi estómago. Rex me dio un plato lleno de carne. Y sacó más del refri para cocinar. Y también me dio una botella de un litro y medio de agua. Me lo termine rápido.

—Ya te hago más.

—No es necesario.  Así esta bien.

Me dio la carne cruda y se rio. La devore.

—Debe ser asqueroso verlo.

—No. Yo también lo hago.

—¿Quieres?

—No tengo hambre.

Termine y me sentía mejor.

¿Una chica Alpha?Where stories live. Discover now