Capítulo 34: como una Cruz (Maratón 3K)

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En el almuerzo ni Rex ni Ryan ni Alex habían llegado. Los demás buscamos la comida y nos sentamos. Unos minutos después sonó en los altavoces la voz de Ryan.

—Queridos estudiantes les habla su amigo Ryan. Queria informarles que si no se encuentran en la cafetería, deberían ir ya. A continuación Rex les dará un anuncio. —Rex entró con un megáfono en mano. Empezó a caminar a nuestra mesa y se paró en ella.

—Quizás sea anticuado o cursi. Pero quería hacer una buena presentación. Mi hermosa novia que es… —Cuando noté su intención me alarme.

—Lo siento. —Susurre y pase mi mano por la mesa haciendo que él cayera. Todos hicieron un ruido de “uuu” —De verdad lo siento. —Le dije. El se estaba frotando la nuca donde recibió la mayor parte del impacto.

—Pudiste sólo pararme.

—Lo sé. Pero entre en pánico.

—¿Y por eso me rompiste la mitad de los huesos? —Dijo levantándose.

—Sanaras.

—Creí que era romántico.

—Lo fue. Pero necesito tiempo.

—¿A qué le temes?

—¿A que no le temo?

El resto del día paso normal. Cuando salimos de la escuela cada quien se fue a su casa a cambiarse y nos encontramos en el hoyo. Lleve una mochila con linternas. Con mis poderes logre “destaparlo”. Todos bajamos. Le di las linternas y empezamos a iluminar.

—¿Qué buscamos exactamente? —Preguntó Rex.

—Tiene que haber algo más. —Dije mirando todo con detenimiento.

—¿Como lo sabes?

—Mira. —Dije dándole importancia a la forma de la escalera. La señale. Al principio, más arriba, daba vueltas en las paredes del hoyo. Pero más abajo, un poco más arriba que la entrada de cristales, se desviaba hacia el centro y empezaba a girar sobre sí.

—¿Que?

—La escalera.

—¿Qué tiene?

—Es como si dejara lugar para algo. —Note el mismo musgo que tapaba la puerta a la sala de cristal. —Ayudenme a quitar el musgo. — Dije dirigiéndome a una pared y empezando a quitarlo.

—¿Que?

—Haganlo. —Luego de unos minutos habíamos quitado todo. Veía letras de nuevo. 3 textos. Formaban una cruz, contando la sala de cristal. Me dirigí a uno. — Fuerte y totalmente valiente. —Leí en voz alta. —Su poder es sin igual y no la pueden retar. Ella reina y nadie se opondrá. Ella es hermosa y tiene gracia. Y solo a quien lo merezca sus… —Me trabe como con el primer texto. —Sus… sus… la...lagrimas… dará. —Mis ojos empezaron a picar. Lloré sin darme cuenta. Sabía lo que tía que hacer por lo que tomé mis y las pase por la palabra lágrimas. Todo volvió a brillar y se abrió esa puerta. Había pequeñas cataratas. Y un pequeño lago.

—¿Crees que puedas entrar?

—Muy probablemente pase lo mismo que la vez anterior. Pero puedo soportarlo.

—Gritabas del dolor.

—Y lo he hecho bastante este último mes. Ni siquiera, semanas.

—Bien. —Entre y no sentí nada. Eso me tranquilizó. Entre un poco más y observé el lago. Entonces empezaron a cursar muchas imágenes. Distinguí sólo dos. Una de mi madre y otra de una flecha. Más bien, un arco y flecha. Pero las imágenes eran muy rápidas y también sentía dolor. El dolor me abrumó nuevamente. Hasta que no pude más y me desmaye.

(...)

Desperté de nuevo con dolor. Mire mis brazos y un nuevo símbolo estaba en ellos.

—Rex, ya sabes que hacer. —Suspiró y sacó sus garras. Le lamí la del dedo índice. La dibujó. Volví a perder el control sobre mi misma. Esta vez vi de tonalidad azul. Recequé el suelo y me envolvi en el agua. Luego cuando estuve a punto de caer Rex me atrapó.

—¿Ojos?

—Azules. — Suspiré.

—Te dije que había más. —Le dije.

—Sólo cállate. —Me beso. Los chicos aplaudieron.

—Busquense un hotel. —Gritó no se quien.

—¿Puedes?—Me preguntó mi novio.

—Claro. —Los envolví en un remolino de viento, los moje y produje más viento para que sintieran el frío. —Mañana volveremos he intentare con otra.

—Claro.

—Bre-Bree… pu-pu- puedes… —Nos lo dejé terminar y cree una chispa que se volvió fuego.  Se acercaron y en minutos estaban secos.

—Tu deberías ayudarnos con la ropa. La lavarias y secarias en un minuto. —Todos reímos por el comentario de Tristán.

—Idiota.

—Es algo útil.

Cada quien se fue a su casa. Yo fui a la de Rex. Apenas atravesamos el umbral me beso.

—Vamos a comer. Muero de hambre.

—Claro. Yo cocino.

—Bien.

Mientras el cocinaba, yo me senté en la mesada y lo observé moverse. En un momento se giró con un cuchillo y un pimiento.

—Necesito cortar. —Me dijo.

—Bien. —Lo atraje a mi. Enrede mis brazos a su cuello y mis piernas a su cintura. Acumode mi cabeza en el hueco de su cuello. —Listo. —Se rió.

—Ok. —Corto todo conmigo encima. Yo mientras tanto le besaba el cuello. —O paras o no comemos.

—Esta bien.

Cuando terminó de cortar, me volvió a sentar. Metió todo al horno.

—¿Qué vamos a comer?

—En este momento, a ti. —Dijo. Separomis piernas y se acercó a mi. Me besó salvajemente.

—No te ofendas pero quiero comida. —Dije. Se rió.

—Carne a la criolla. —Esta vez yo estampe mis labios en los de él. —Sólo quieres la comida.

—En mi defensa muero de hambre.

—Siempre mueres de hambre. Eres una loba.

—Tu también.

—Yo ya aprendí a controlar el hambre.

—Pero según parece no a controlar tus hormonas.

—Puede que sea cierto. —Me reí. Luego de un rato comimos.

(...)

Ya estábamos nuevamente en el hoyo. El día de escuela había pasado normal. Excepto porque teníamos que reescribir el final de Romeo y Julieta.  El mejor final sería el interpretado en la obra. En la que estábamos obligados a participar.

—Bien. ¿lista?

—No. Pero andando. —Empecé a leer en voz alta. —Ama. Sólo ama. El amor que los une y su lealtad que los protege. Su sangre los mantiene juntos mas su compasión es un limitante. Su boca esconde un veneno mayor al de su corazón.  —Realmente no tenía idea que debía hacer. Así que sólo me relaje y busqué una respuesta en mi interior. Venía funcionando bien.

¿Una chica Alpha?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora