t r e i n t a (ii)

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En cuanto Yoongi correspondió al beso, empecé a paniquear. Él movió sus labios sobre los míos, así que pude corroborar mis sospechas: eran suaves y cálidos. Aunque podría haberme dejado llevar, el miedo hizo que me echara hacia atrás bruscamente en cuanto noté que empezaba a faltarme el aire y que Yoongi -con algo más de un litro de cerveza encima- quería acelerar el proceso. No quería que aquel beso llegara a cierto límite, y tampoco quería que significara algo. Me separé de él y volví a golpearme con la pared que tenía detrás por segunda vez.  Yoongi se retiró, carraspeando algo avergonzado, y se acuclilló de nuevo a mi derecha. Yo, mientras tanto, me apresuré a frotar mi cogote y a mirar la hora en la pantalla de mi teléfono. Sólo faltaba un minuto para poder salir de allí.

Menos mal que estábamos a oscuras; de no ser así Yoongi se hubiera reído a carcajada limpia de lo roja y acalorada que estaba. Al principio no estaba nerviosa, pretendía que aquello fuera un simple beso, como los que se daban en la mejilla, pero en los labios. Y de repente, Yoongi decidió que eso no era una buena idea, ¡y me besó! Prefería no pensar más en el tema. Agité la cabeza, miré una última vez la hora y agarré la manga de la camiseta de Yoongi para tirar de él y hacer que se levantara. Aunque no había pasado el último minuto, abrí la puerta del armario después de despegar el culo del suelo y salí de allí mirando al resto con aires de superioridad. Confiaba en que mi pintalabios permanente de casi veinticinco mil won siguiera intacto, y confiaba también en que mi base de maquillaje tapara el exagerado sonrojo de mis mejillas.

Todo el mundo que estaba en alrededor de la botella de cristal verde nos recibió con los ojos muy abiertos, preguntando a gritos qué había pasado en aquellos siete minutos.  Algunos protestaron diciendo que no habíamos estado el tiempo suficiente dentro del armario. Decidí ignorar algunas preguntas y, puede que presa del nerviosismo, solté:

— Siento que Yoongi me ha hecho salir del armario.

La mayoría no lo captó, pero mi amigo sí. Bufó, negó con la cabeza en sinónimo de desaprobación y se sentó al lado de Sojin, como al principio. Ella parecía animada, se reía como siempre, y no pude evitar sentirme un poquito mal por ella en el fondo, porque Sojin tendría que haber ocupado mi lugar en el armario. Me di cuenta de que Yoongi también estaba algo más contento que al principio, pero achaqué su sonrisa tonta al alcohol.

Continuaron con el jueguecito, y al cabo de dos turnos, terminé aburriéndome. Zorra Dos se encerró en el armario con un chico muy alto de otra clase -probablemente amigo de Minho, porque él le gritó para darle ánimos- y no salieron de allí en un cuarto de hora. O más. No llegué a saberlo, porque cansada de no hacer absolutamente nada, me levanté y me fui de allí. Yoongi parecía entretenido, así que dejé que se quedara socializando un poco, no como yo. Si mi madre hubiera llegado a verme, me habría empujado hacia el corro de nuevo para que hablara con el resto de personas. Eso sí, sin probar gota de alcohol. Las cervezas debían de haberse acabado y la gente, desesperada por cogerse una buena borrachera, empezaba a beber licores más fuertes.

Investigué un poco la casa. Vi unas escaleras que llevaban a la segunda planta, pero me daba demasiada pereza subirlas. Caminé hacia la cocina en busca de un vaso de agua y algo de aire fresco. Encontré una puerta corredera que daba al jardín trasero de la casa, y sin pensármelo dos veces, la abrí y salí fuera, descalza. Había una pequeña tarima de madera, típica de las casas coreanas, así que me senté ahí, con los pies rozando el césped verde. Me tumbé sobre la madera fría con un largo suspiro. Miré al cielo negro, sin estrellas.

No podía dejar de pensar en que mi primer beso había sido con un chico que a lo mejor, en el fondo, sí que me gustaba. Y tampoco podía pensar en lo suaves que eran los labios de Yoongi comparados con los de Minho. Me tapé la cara con las manos, y creyendo que no me veía nadie, pataleé y solté grititos agudos de niña enrabietada. No sabía si llorar, reír o las dos cosas juntas. No era el mejor momento para pensar en aquello, tenía que centrarme en mis estudios, no en intentar saber cual de los dos besos me había hecho sentir más cosas. Al menos ninguno de los dos había sido con lengua, así que no me preocupaban demasiado los virus y las bacterias.

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora