t r e i n t a y t r e s

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— ¡Swaaaaaaag! ¡Qué bien rapeas, Yoongi! ¿Se dice así? ¿Rapear? ¿Tengo que aplaudir o algo o sólo se grita?

Mentiría si dijera que Aerin no me asustó. Terminó de abrir la puerta de la cabina de ensayo, golpeándola con la pared. Hizo un gesto absurdo con el índice y el dedo corazón. Lanzó su mochila al suelo de mala gana y tecleó rápidamente en su teléfono. Yo me quedé sentado en la banqueta del piano, con las manos cerca del teclado. Llevaba esperando a que se presentara en el conservatorio demasiado tiempo. Me aburrí de tocar el piano y empecé a rapear algunos versos creyendo que nadie me escuchaba. Las cabinas de ensayo estaban -supuestamente- insonorizadas.

— ¿Dónde cojones te habías metido? — le pregunté. Llegaba casi media hora tarde a su supuesta clase particular de piano. Siempre acababa frustrándose y terminábamos saliendo de la cabina a los dos minutos.

— ¿Altura?

Alcé una ceja. — ¿Qué?

— Uno setenta. — dijo. — ¿Peso? Nada, tú no pesas nada. Tres kilos. Mmh... ¿Hobbies? ¡Decir palabrotas!

— Aerin-

— ¿Color de ojos?

— ¿Vas a tocar el puto piano o no? — me cansé. Empujé a Aerin hacia un lado, fingiendo estar cabreado con ella. Dejó de hacer preguntas y se sentó a mi lado, pegada a mí.

Seguía tecleando frenéticamente en su teléfono. — Color de ojos: negro como su alma. Vale, pondré también que sabes tocar el piano...

Le arrebaté el teléfono de las manos. Aerin ahogó un gritito de ardilla. Luego se puso a chillar como una vaca parturienta, repitiendo que le devolviera su móvil. Intenté ver qué ponía en la pantalla. Parecía un formulario, pero no logré a leer nada. Aerin consiguió recuperar su teléfono. Clavó sus uñas en mis manos e hizo que lo soltara.

Bufó algo. No supe qué dijo. Aun así, golpeé con suavidad su rodilla con la mía para que alzara la cabeza. Aerin buscaba algo en su terrible mochila de flores. — ¿Qué haces? Joder, eres un desastre.

Agitó la mano, como diciendo ''ya lo sabía''. Sacó unas partituras. Se retiró el pelo de la cara rápidamente con un movimiento seco de mano, se ajustó las gafas y colocó las partituras en el atril del piano. Las leí, escéptico. — Es para el concierto. — me explicó. — Quería algo bonito y fácil, así que...

— El preludio en mi menor de Chopin es facilísimo para alguien como tú. — solté, sarcástico, aunque sabía que Aerin podía hacerlo de sobra.

— Eh, tío, he visto en internet a una niña de ocho años tocándolo. ¿Por qué no iba a poder tocarlo yo?

Me encogí de hombros. — Eres experta en soplar flautas...

Esperé a que empezara con su discursito de siempre, ese de ''¡para ya con las bromitas! ¡estoy harta de que blahblahblah...!'', pero sorprendentemente, se rio. Volvió a rebuscar algo en su mochila. Sacó su cartera también horriblemente rosa y sacó un par de billetes. No estaban doblados. Sólo arrugados. Me los tendió con una sonrisilla divertida, sujetándolos entre el índice y el corazón. — Toma, para que vayas a buscar a alguna dama de compañía que te haga un trabajito. O también puedes comprarte una bolsa de cubitos de hielo, a ver si se te baja la calentura...

Acepté los billetes y los guardé en el bolsillo de mi pantalón. Aerin me miró, desconcertada. — Gracias. Unos cubitos de hielo es justo lo que necesitaba.

— Pe-pensé que no te ibas a quedar con el dinero...

— Ahora es mío. Ups. Qué pena. — señalé con apatía las teclas blancas y negras del piano. — ¿Vas a empezar?

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Where stories live. Discover now