Preámbulo

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Antes de que el letargo me consuma por completo puedo sentir que allá afuera llueve en esta noche. Lastimosamente aquel panorama que pulula la noche no podía apropiarse de este mundo, pues todas las personas yacían en sus sueños. ¿Podía yo recibir al cielo?

Ingeniándome para abandonar el domicilio, sin hacer ruido, pues esto podía ocasionar que despertaran mis padres. Al exterior, busque sentarme cerca de un lugar estratégico donde podía escuchar muy de cerca el croar de una rana.

Estaba lloviendo, no podía ver la luna pero sabía de su presencia. Cerré los ojos para percibirla más cerca. Sentí mucho frio, pero extendí mis manos a la lluvia para que mi mis dedos recojan cada lagrima del cielo, con el objetivo de que sientan la suavidad de cada gota y la rapidez con la que desaparecen.

La noche sublevo mi cuerpo y espíritu, yo di pasos lentos para sentir en todo mi cuerpo las gotas de lluvia que siempre termina por conmocionarme tanto.

La rana mudó, y preguntándome que había sucedido, abrí mis ojos. Mire al cielo y el recuerdo que está por llegar, sucedió mi calma.

Me concentré en el silencio de la noche, como aquel ninguno. A pesar de ser muy silencioso, a lo lejos siempre se puede oír algo, que predice en varias posibilidades. Pero que a su vez puede tratarse del silencio mismo, pues ¿Cuántas veces acude a nosotros durante el día y es ignorado?

El silencio necesita ser escuchado para existir, esto ocurre cada noche sin embargo las personas descansan y lo olvidan. El silencio es exigido, el silencio es olvidado.

Fui convergida por el ambiente, con el propósito de que este me invada, al saber que era silencio lo que escuchaba. El silencio permitía escuchar algo más. Escuchar y sentir un recuerdo que me alertó.

¿Cómo te encuentras? Escuche en el recuerdo, escuche además, mis respuestas a varias examinaciones elaboradas por él, en la llamada que iría a quedarse por un largo y corto tiempo.

Mi cuerpo se helaba y mi respiración se agitó en el intento de equilibrar la temperatura corporal. Ignorando con ímpetu aquello, deje que vuele más mis recuerdos junto con el silencio que fue sucumbido una vez más con el canto de aquella rana.

Una vez más, las gotas de lluvia resonaban en el universo, irrumpían mi tempestad y me proveían de calma. El cielo me pareció tan cerca al librar una parte de si, en la lluvia. Cada gota era una parte del cielo, que ahora sentía recorrer en todo mi rostro. Sentí como las voces resonaban en mi cabeza durante ese recuerdo.

Entonces empecé a recordar que la distancia, fuera de la física cuántica. Es nada más un término, y un término con descomunal relatividad. Que en mi pasado, aquello nada mas era un concepto, mas no se apropiaba de mi historia.

Este recuerdo tiene poder de asignación que tiene la naturaleza sobre todos nosotros, la luna que se ocultó, el cielo oscuro y cada gota que refresca el alma.

Esta noche llueve y predigo un recuerdo que me atraviesa exigiéndome un suspiro y la próxima narración.


EL, casi secreto.Where stories live. Discover now