11 Llamadas perdidas

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Pasaban los días y aun no me cansaba de escuchar a la operadora de su línea telefónica decirme con frialdad, el número que ha marcado se encuentra temporalmente fuera de servicio. Es curioso que con esta opción que me proporcionaba esa operadora no podía dejar mensajes de voz. De todos modos ¿de que me serviría? Si no me garantizaba su llamada incluso no me garantizaba que él los iría a escuchar.

Recurrí pues, a los mensajes de textos. Esta vez no quería escribirle aunque ya lo había echo en todo el tiempo que nació nuestra historia. Afirmé que los mensajes despojaban los sentimientos de mis palabras. Pero no sabía que más hacer y envié un mensaje. Hola Damián, espero te encuentres bien. La verdad quisiera hablar sobre el otro día. Pero no me contestas y no sé si estás bien o solo ocupado. Mensaje enviado se pintó en mi pantalla. Aquel día no obtuve respuesta aun.

El martes envié un mensaje algo parecido del día lunes, era increíble lo que estaba haciendo, era ser insistente, pero en alguna parte de mí, compensaba a la culpabilidad que sentía. La noche del mismo día le llamé, vaya sorpresa no me recibió la fría voz de la operadora que hasta ya me había familiarizado con ella. Pero tampoco me recibió la voz de él. Solo escuche cada timbre de mi llamada hacia él. Significaba esperanzas para mí.

Día miércoles, también envié un mensaje por la mañana. Siempre me acomodaba en recreo para enviar un mensaje a su celular. Esta vez escribí sin más formalidades siendo precisa, directa y concisa. Hola, ¿sabes? no entiendo que paso ese día, y sigo sin entender que es lo que está sucediendo. Quiero que sepas que yo quiero hablar contigo, porque me haces falta.

Esperaba durante todo el día alguna respuesta y no lo conseguía, a pesar de que su celular haya timbrado lo que para mí significaba que está bien o al menos estaba vivo, no me consolaba del todo. Soy realista no me consolaba saber que solo estaría bien, yo quería respuestas porque además de la incertidumbre, extrañarle me estaba abatiendo cada día más.

Esta relación sin mención, fue inconcebible en el sentido de que yo extrañaba a Damián en lugares donde nunca estábamos, pero visitamos. Quiero decir que él y yo nunca estuvimos, en presencia juntos por las calles de mi ciudad, por mi colegio, por mi vecindario, por mi casa o en mi cuarto. Qué curioso que nunca estábamos allí, pero era en los lugares donde exactamente más me encontraba con su recuerdo y hacía que lo extrañara mas, por tal motivo, nunca estuvimos en esos lugares pero nuestras voces visitaron cada uno de ellos. Su ausencia me hacia pronunciar soledad. Y su silencio me confirmaba. Maldecía aquel día que por primera y última vez lo vi, maldije a Damián que a pesar de ya no estar aún estaba en esos lugares, maldije a mi amiga y me maldije a mí misma.

Envié otro mensaje el día jueves siendo más directa con mis sentimientos y mi deseo de escucharle. Me preguntaba yo misma hasta cuando era capaz de seguir enviando mensajes y, sobretodo hasta cuando sería capaz de soportar la falta de respuesta de él, en todo sentido. Sentía que rogaba e insistía pero más mal me sentía si permanecía de brazos cruzados.

La tarde del día jueves camino a mi casa, triste y dubitativa tome mi celular cuando vibro y sonó en alarma de un mensaje. Encendí la pantalla y observe dos mensajes de Damián. Me detuve en media calle para abrirlos y leerlos. Rayos, de pronto me sentí tan feliz porque tenia una respuesta. Sin embargo esta se tornó a ofensa y dolor cuando leí: ¿porque no te cansas de enviarme mensajes? ya no me busques, en serio ya déjame en paz. Ya no insistas, no quiero hablar contigo nunca más, espero que al menos me puedas comprender.

El claxon de un camión me exaltó aún más cuando me alertó que me hiciera a un lado. Sin orientarme muy bien lo hice. Entonces, algo sonrojada camine más de prisa hacia mi casa. Al llegar al fin, leí una y otra vez el mensaje de Damián. Se dice que el corazón es un músculo y que en este no se encuentra nada de un sistema límbico u hormonas que regulen o produzcan emociones, sin embargo ese día yo sentí una punzada muy fuerte en mi corazón, la cual me provocaba un nudo en la garganta.

Está bien, yo no te busco más, no pensé que estaba molestando, pero me merezco una explicación. Al menos yo no quiero ser una cobarde, que huye un día y luego sin decir más solo desaparece. Mi celular confirmo que este mensaje fue enviado. La verdad quise escribir más, quise reclamar de la promesa que nos hicimos, quise reclamar porque me hace todo eso. Pero en el intento me sentía patética, luego de cómo me respondió ni si quiera lo intente. Evidentemente, eso debía hacer desde un comienzo pero no sabía que sucedía y decidí tener una gran búsqueda insistente.

No solo estas molestándome, sino que ya me fastidiaste. Solo déjame en paz, esa es tu explicación. Sé lo que tú quieras ser, pero conserva algo de dignidad y no me busques más. Es lo que escribió Damián, sentía iras al terminar de leer su respuesta, quise llamar y expresar todo lo que tenía que decirle, pero las palabras de conservar dignidad me encerraron en un Túnel como el de Ernesto Sábato, y lo medite más.

Sin querer presione el botón de siguiente y aparecieron de pronto las conversaciones de otras fechas pero del mismo número telefónico, y mire los mensajes dulces que Damián y yo teníamos, todas las promesas que hacíamos, las precauciones que nos dábamos. Me percaté que sin más el mensaje que seguía a aquellos mensajes dulces y románticos, se convirtió en mensajes de desprecio.

No soporte más y empecé a llorar. Lloré porque sabía que iba a renunciar a él, no lloré por lo que me dijo sino por lo que había vivido. No lloré por su desprecio y rechazo abrupto pues en el fondo creo que sabía que pasaría algo como eso; yo lloré por las veces que me divertí con él, las veces que conversamos, que cantamos, que amamos. Lloraba por cada momento que viví con él aun sin tenerlo cerca físicamente, lloraba porque Damián ya se estaba marchando. Lloré también por aquel te amo que nunca respondí, como yo misma habría deseado.

Del escritor Juan Carranza Carillo, cito ahora el titulo de su libro, mas no le llamo colega aun. Al recordar su libro mi vida es de película, yo le debatiría como respuesta que una parte de mi vida es de libros. Por tal razón, mi conlusión es que la vida pertenece a libros.


EL, casi secreto.Where stories live. Discover now