9 Llamadas perdida

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Entre lo que nada más nos sucedía a Damián y yo, habían pasado ya siete meses. Siete meses de interpretar el uno hacia el otro, probablemente conversar tanto me permitió pues conocer a Damián tanto que podía ser predecible sus actitudes, aun así esto no me era aburrido ni rutinario, porque incluso lo predecible en él era interesante.

Muchas veces sentía unas inmensas ganas de repetir su declaración de amor. Nuestro viejo y sabio maestro que ahora vive en el paraíso, Freud, me enunciaría: proyección hija de Electro, proyección.

Aquellas ganas de pedir a Damián que replique una vez más, esas dos sordas palabras escritas de amor en un mensaje de texto, estoy segura de que se trataba de mi necesidad y deseos de exponer todo lo que yo sentía hacia Damián, y no. Nunca me creí capaz de hacerlo. La respuesta de ¿y miedo a qué? Seria: pues no quería arruinarlo, yo quería demasiado a Damián como para decirle que le quería, esa era mi verdad. Es ilógico lo sé. Por eso en esta parte del libro recuerdo casualmente a Eleanor, en el libro de Eleanor and Park. Que a pesar de sentir lo que era locura, amor y dulzura ella se fue, y no hablo que se fue por escapar de su padrastro o su realidad en sí. Ella se había ido de Park, y el único pedazo que dejó de si, era su letra en una miserable carta con el fin de abandonar a Park.

Que sea difícil de entender no lo hace ilógico, las cosas que no tienen lógica a veces no suelen ser las más correctas. Para que sea más comprensible lo ilógico, están por ejemplo: lo lógico seria tratar a las personas como ellas lo hacen con nosotros, ahora si un mal es causado con nosotros, para muchas personas será ignorado y hasta perdonado aquella falta, no es lo lógico pero es correcto, para al menos una salud emocional. Otro ejemplo, lo lógico sería entender que las personas nacen, crecen, se reproducen, escriben un libro quizá y mueren, pero ¿cuántos intentos no vemos de alargar más la propia existencia cuando la vida se nos está siendo arrebatada? No es lo lógico pero es lo correcto, lo correcto en el sentido de perseverancia y esperanza, a esto Benedetti me resumiría con un ¡no te rindas!

A pesar de mi gran no declaración, había presencia de palabras como: me hacías falta, quería escucharte, que agradable conversar contigo, o del tipo hagamos lo posible para llamarnos. Y no solo de mi parte, él decía palabras como estas y me prestaba confianza a decirle también aspectos dulces. No nos habíamos visto nunca en aquellos siete meses, con tanto Facebook, hi five, Skype, etc...

¿Y si cambia todo lo que somos, por ver quiénes somos? Cuestionaba Damián. Si con lo que me dices afirmas miedo, tranquilo yo también lo siento, solía responderle. O cosas por el estilo.

Sin embargo un día decidí diferir mi respuesta a una tal vez más valiente. Algún día quisiera salir contigo y estaría dispuesto a que me guíes en tu pequeña ciudad, me comentaba. Tal vez solo deberíamos confiar en nosotros mismos, respondí. Al sentir su silencio, predecible, proseguí: quiero decir que para hacer nuestros deseos reales, tú y yo deberíamos ser reales; sería como un trato o una promesa: en no irnos de nosotros cuando veamos quienes somos, y pues no sé, nos quedaría por cumplir; formulé y con un respiro espere alguna aprobación de Damián.

Damián admitió que el temor nos invadía, como aquellas bacterias huésped, esas que se adhieren al cuerpo hasta saciarse y destrozarnos. No obstante firmar una promesa al alma, nos garantizaba el porvenir en la primera y las próximas salidas. Entonces, dejando el perjuicio al margen y la promesa mutua echa, decidimos salir. No solo era una cita, era la primera.

Él accedió a venir a mi ciudad y vernos en el parque principal. Todo estaba hablado y cerrado, solo bastaba que llegue la fecha, ¡vaya como es de caprichosa la mente con la percepción del tiempo! Quiero decir que el tiempo no se acorta ni se alarga, el tiempo sigue siendo tiempo ignorando que somos seres humanos a merced de sí mismo, lo que juega con nuestro pasar de días será única y exclusivamente nuestra mente. A medida que me acercaba más al día de la cita, yo temía y me conmocionaba a la vez.

EL, casi secreto.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu