8 Llamadas perdidas

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Una tarde después del colegio, camino a casa conversaba con Damián en una llamada. Entonces el ingeniero se percató al fin de la deshonestidad académica de Pablo, narraba él en una de sus respuestas a mi cuestión de ¿Qué hiciste hoy? Escuchaba atentamente, que me contara en lo que va su día me acercaba más a su realidad, y por supuesto me encantaba acercarme a él. No es algo de lo que me alegro, pero la justicia es así, seguía su narración.

De pronto, en mi realidad, en la que caminaba, sentí un afectivo y muy sorpresivo abrazo. ¿En dónde estabas? dijo esa voz que aún no sabía de quien provenía. Me alejé extendiendo mis brazos y apartándome. Cuando tuve la posibilidad de observar quien era quien me proporciono el abrazo, sentí ver a la Guillotina en la lucha de Francia, me sentía como una judía encontrada por un alemán. Bueno, quizá si en el sentido de sorpresa mas no de sensación de muerte.

Se trataba de Francisco, o como lo llamaba en un oportuno momento Frans. Un enamorado, pretendiente o amorío fugaz, cuando yo atravesé los trece años. Fugaz porque Frans aparecía y desaparecía de manera intermitente. Al tratarse de mi primer novio, en aquellos días pensaba que se trataba de un asunto a tolerar y no preste importancia. Sin embargo con el pasar del tiempo, entendí que no me era factible ni saludable, amar un día a alguien en presencia y al otro día amar a alguien en ausencia o extrañar sin saber dónde estaba o que paso con él.

A pesar del tiempo transcurrido me queda una relevante memoria ostensible de esa parte de mi vida, compartida con Frans. Por no jurar que únicamente evoco de buena manera, el siguiente recuerdo que narro:

<<En aquellos días soleados de Noviembre, Frans cumplía años, 4 días antes que yo. Siendo tan creativa y emotiva un día le preparé una sorpresa, además de un obsequio del que estaba segura que le gustaría, para el día de su cumpleaños. Esa tarde después del colegio fui a la puerta de su casa, esperando a que él asista a mi mini cita. Le espere por más de dos horas y nunca salió.

Estaba segura que no llegaría, sentía pena conmigo misma y enfado con él. Quería causar felicidad en él y proporcionar amor por cuanto me sea posible. Sin embargo desapareció una vez más, lo deprimente era que cuando volvía Frans concedía explicaciones vagas con las que yo me conformaba al saber que estaba bien, pues Frans al ser huérfano me preocupaba mucho e intentaba cuidar de él, porque siempre se estaba metiendo en problemas.

Aquel día del cumpleaños de Frans, o de la ausencia del día especial que preparé. Decidí no volver a esperar tanto a alguien, no esperar en horas, sino en tiempo. Le esperaba por meses y además esperaba lo inesperado, pues anhelaba que él cambiase y que su vida cambie también. Lloré aquel día, porque era mi primera pareja a quien ofrecí todo mi amor. No obstante ahora puedo entender que yo quizá amable e inocentemente quise ofrecer lo que nunca tuvo esa alama abandonada a la que pretendí amar eternamente. Entendí aquel día también, que no era mi deber ayudar a esa persona, porque me hacía daño y porque él no me lo permitía. >>

Había pasado casi un año cuando lo volví a ver y que él me recibiere con un sorprendente abrazo, me dejo sin reacción alguna. Trastabillé de respuestas. Aun caminas por el mismo lugar hacia tu casa, comunicó al ver que yo no decía nada.

¿Sigues ahí? Escuche al otro lado del auricular, recordándome que estaba hablando con Damián. No le di explicaciones; más bien cerré la llamada al despedirme de forma rápida.

¿Qué haces aquí? Cuestione a Frans ignorando lo que me había dicho. Vine por unos días y quería verte, te echado de menos, ¿acaso tu no? Inquirió. Antes si lo hacía, quise responder sin embargo lo miraba con impío. En mi soliloquio me cuestionaba como me enamore de alguien como él. Me refiero a que el físico de Frans, debo admitir; era lo que una mujer esperaba de un hombre, sin embargo Frans solía ser un chico que ocultaba sus problemas, teniendo demasiados no dejaba que lo ayudasen, era muy inestable a nivel emocional, me asustó en ese entonces. Pero ¿Cómo puede hablarme como si lo hubiese visto ayer? Me cuestioné, además me sentía más que humillada ya agotada de lo mismo, de tratar con un novio que nunca lo fue.

Quise reclamar, pero no valía la pena en vez de eso, no me hables, ordené de manera molesta. Al presentir que ya me iba y al escuchar mi respuesta. No te molestes conmigo espetó y tomó mis mejillas en un intento para besarme. ¡No! dije casi gritando y dando un paso atrás. Me pregunto qué era lo qué me sucedía, de manera apelante. En resumen, aclaré que no quiero nada con él, que además no me agradó su sorpresa y que ahora él me olvide, pues yo ya lo había hecho. Y queriendo cerrar mi monologo me permití una ofrenda de mi amistad hacia él a futuro.

Lo negó, afirmando que él y yo nunca habíamos cerrado aquella relación como para que yo le hubiese olvidado. Bien, pero no me puedes reclamar de aquello, solo te vas y me dejas. Entiende que mientras te traga la tierra no puedo quedarme esperando y adorando la ausencia de alguien; le expuse muy emotiva.

Solicitando mi perdón Frans concretó nuestra relación. Mas lo negué y al sentirse rechazado, reclamó de manera más autoritaria que yo siga con él. Con escepticismo de la situación, le pedí que desapareciera y me dejara en paz. Me tomo la mano y me atemorizó con que no puedo dejarlo.

Con aquello logró pues intimidarme, por esa misma razón desprendí mi mano y a continuación espeté las más insultantes y malas palabras que conocía.

Exacto, estaba claro que no había estado en aquella situación antes y no sabía cómo afrontarla, fue entonces cuando recurrí al insulto. El ímpetu de tal acto creo que le dejo boquiabierto, supongo que no se lo esperaba, además en el aire se quedaban suspendidas cada una de las palabras que lanzaba, como si hasta el ambiente me dijese que no se siente natural de mí.

Si en esta parte del libro debería aparecer un villano, no debería ser él. Porque cuando me fui, me sentía malvada de haber dicho tanto y haber ofendido, pues a pesar de quien era él, seguía siendo una persona como yo; sin embargo en aquel entonces esa fue mi armadura. La posibilidad de otras opciones para la solución existían, pero yo no las hice.

Y allí se quedó aquel asunto junto con Frans. El villano no fue él, tal vez fui yo por no ser transparente, no lo medite muy bien y no pude afrontar con certeza y asertividad. Aun así ser villana no me desanima, de hecho la mayoría de los protagonistas lo son.

Damián indago acerca de lo poco que escuchó de la conversación. No di muchos detalles, ni mucho menos dije la verdad porque en mi concepción no quería que ese tema este a flor de piel. Sin embargo la ausencia de detalles abrió camino a miles de suposiciones que se hizo Damián. Esto lo descubrí un día en el que Damián echó a diestra y siniestra un comentario indirecto acerca del tema de un novio que yo escondía.

Expresé todas las explicaciones que podía ofrecer. No obstante, al parecer no convencí a Damián con mi verdad. No importa si me haya creído o no; me consuela recordar haber sido fiel únicamente por lo que sentía hacia Damián no por ninguna etiqueta oficial, no hay duda que era fiel con lo que sentía. 

EL, casi secreto.Where stories live. Discover now