Infierno

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Sans dejo de llamar a la puerta después de decenas de intentos fallidos, su extraña amiga debía estar ocupada o distraída en algún lugar de las ruinas torturando alguna pobre alma desgraciada que había tenido la mala suerte de cruzarse con ella en aquel día. Un bufido escapo de su boca y sus manos cubrieron su rostro, buscando torpemente de ahogar la desesperación que comenzaba a arrastrarlo hacia un negro abismo "ya estas adentro, compañero" A esas alturas, las voces tenían cuerpo y energía, ahí estaba, un reflejo de sí mismo, utilizando su voz para burlarse de él, pero aunque era su voz, Sans no podía reconocerla, y eso solo hizo que el miedo se multiplicara. ¿Qué tan jodido estaba para ser incapaz de reconocer quién era? Se suponía que él lo sabía, él sabía quién era Sans, porque cada día desde que tenía memoria el espejo le había devuelto la misma imagen; él había vivido cada día de su vida, había soportado cada caída contra el suelo y se había levantado; había soportado cada humillación con la cabeza alta "colega, ambos sabemos que eso fue hace mucho tiempo... el tú, del que hablas, ya no existe, fue consumido por las bestias que ahora te acechan"

-entonces ¿Quién mierda soy?

Su voz resonó entre los árboles y se escabullo dentro del bosque, su espalda se apoyó contra la puerta y su cuerpo se deslizo hasta llegar al suelo, donde a nieve lo recibió. Se sentía perdido, solo y minúsculo en la inmensidad que lo rodeaba. Sus rodillas se apretaron contra su pecho buscando míseramente un refugio, un método de sentirse seguro, de sentirse a sí mismo, porque él ya no estaba seguro de existir en ese momento y en ese lugar. Varias lágrimas se acumularon en sus cuencas y el calor de aquel líquido salado se deslizo entre sus dedos y por sus palmas, mojando su rostro. La voz no respondió, pero aun podía sentir su presencia mirándolo con pena y frialdad, del modo en que se ve a un condenado agonizar en la hoguera. Aquella mirada era como el contacto de un hierro al rojo vivo sobre sus huesos, escocia, le hacía querer llorar y gritar que se detuviera, que dejara de mirarlo; pero en aquella inmensidad absoluta, donde temía perderse y no regresar, el dolor y la humillación de su mirada era un precio pequeño a pagar por la compaña de aquel extraño conocido.

-Eres un cascaron vacío. Diste un paso en falso, cometiste un error y no hiciste nada para solucionarlo. Y por ello los problemas comenzaron a aparecer, alimentándose de ti y multiplicándose, mientras intentabas huir inútilmente de ellos, fortaleciéndolos, debilitándote, hasta que en algún momento dejaste de reconocer la imagen que el espejo te daba, pero en lugar de hacer algo decidiste ignorarlo y te condenaste para siempre...

¿El reflejo? Sans se estremeció, buscando hacerse tan pequeño como le fuera posible y esconderse bajo la nieve eternamente. La verdad había sido dicha con aquella voz que en algún momento le había pertenecido. Las lágrimas no se detenían, sus manos empapadas intentaban inútilmente contener el llanto, su respiración agitada había logrado provocarle hipo, haciendo que su llanto se viera interrumpido de vez en cuando por pequeños saltos de su cuerpo. Él intento responder, pero de su boca solo broto una cascada enmarañada de murmuros sin sentido que solo provoco hacerlo llorar con aun más fuerza. ¿Su existencia valía tan poco? ¿Era acaso tan patético que había sido incapaz de protegerse a sí mismo?

-el problema es que siempre has sido un idiota... Estas huyendo desesperadamente, con la ciega creencia de que esa es tu decisión, pero no, fuiste engañado desde que diste el primer paso. Ahora es demasiado tarde para dar marcha atrás o enfrentar a la jauría que te persigue, porque has corrido directo hacia el infierno y descendido por sus círculos, traspasando todos y cada uno de los pecados, recibiendo el castigo que mereces...

Y su mente se quebró por completo. Con esas palabras, todo lo que Sans alguna vez fue y pudo haber sido, ya no existía. El dolor y la confusión que lo llenaban habían rebalsado su ser entero, borrando cualquier cosa que hubiera en su lugar antes. Y el dolor que lo golpeo fue tan duro y repentino como para cortarle el aliento durante varios segundos; y se sintió morir. Aquel dolor no era nada que él hubiera conocido antes, una clase de dolor que hacía temblar su cuerpo y su voz, que lo corroía por dentro a una velocidad vertiginosa; hasta que sus lágrimas cesaron y sus manos dejaron a la vista su rostro, en su expresión las emociones chocaban fugazmente, cambiando su semblante y su mirada durante pocos segundos, como una ilusión. En el medio de la nieve que caía y se acumulaba en el suelo y sus hombros, rodeado por el bosque y sus sirenas, siendo cazado por sus demonios, él fue realmente consciente de que estaba vacío.

Mi pecado [UF!Fontcest]Where stories live. Discover now