Capítulo 12

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Narra Camila

—Estas demente —lo empujé soltándome de su agarre, sólo sonrió destellando la burla en sus ojos. Me volvió a tomar de la cintura para besarme ejerciendo fuerza en sus labios, sus dientes mordiéndome agresivamente y sus manos tocando mi cuerpo.

—Si, al igual que tú —susurró consumiéndome en su intensa mirada, algo en mi se prendía cada que me miraba de aquella forma, con la lujuria y el deseo desatándose en un fuego exquisito y en el que disfrutaba arder.

Pegué mis labios sobre los suyos, sintiéndolo sonreír para después responderme con la misma ferocidad, con la misma hambre de consumirnos el uno con el otro. Con sus manos me tomó del trasero alzándome a su cadera, caminó hasta el escritorio barriendo con su mano lo que había sobre ello, me sentó soltando mi trasero para apretar mis senos y sacarlos de mi ropa. Se apartó de mis labios para bajar a ellos a chuparlos y morderlos sin dejar de mirarme. Tiré levemente mi cabeza hacia atrás entreabriendo mi boca soltando pequeños gemidos. Con mi rodilla acaricié su dureza, se sentía firme y grande, haciéndome salivar con grandes deseos de tenerla en mi boca, saboreando sus líquidos y con su glande acariciando lo más profundo de mi garganta.

Se separó para desgarrar mi vestido y sacarlo de mi cuerpo lanzándolo lejos, se relamió los labios observando mi intimidad enfundada en una diminuta prenda que a penas y cubría lo necesario. Se arrodilló para enterrar su cabeza ahí, rompiendo la prenda e introduciendo sus dedos en mi, tocando en círculos ese pequeño botón que me hizo gritar su nombre.

—Yo también quiero —pedí logrando que me mirara —alimenta a tu bebé

Me deslicé por la mesa poniéndome de pie completamente desnuda, me arrodillé también quedando a su altura para besar sus labios mientras mis manos sacaban su rico miembro. Sus manos se aferraron a mi cintura levantándose conmigo, caminó hasta un sofá bastante grande, me humedecí mas entendiendo lo que íbamos a hacer.

—Desvísteme —ordenó, mordí mi labio inferior y con prisa desabotoné su camisa sacándolo de su cuerpo, me agaché para sacarle el cinturón y bajar el cierre de su bragueta, lo deslicé por sus largas y musculosas piernas masculinas, bajé su bóxer liberando el miembro que chocó contra mi cara.

«Delicioso»

Le di una lamida pero Dmitry me alzó para besarme sus labios, se sentó en el sofá conmigo en sus regazo, abierta de piernas con mi intimidad bañando su erección.

—Ponme ese culo en mi cara —susurró contra mis labios ahogando un gemido cuando me dio una fuerte palmada en el trasero, seguida de otra y otra. Me aparté levántame y tirando de su cuerpo para que cayera acostado, me acomodé de modo que mi trasero quedara sobre su cara sin aplastarlo, con mis piernas a cada lado de su cabeza y con mi cara frente a su su miembro. Gemí cuando sentí su lengua lamer mis pliegues y jugar con mi clítoris, con el deseo y el hambre desmedido tomé su miembro lamiendo y jugueteando con su punta, estaba como a mi me gustaba, rosada, gruesa, venosa y grande, sobre todo dura, dura por mi, ansiosa de entrar a mi coño y destrozarlo. Deslicé mi mano de arriba abajo sin dejar de lamerla, lanzando gemidos ante el glorioso trabajo que estaba haciendo conmigo, chupaba mi sexo tan rico.

—¡Oh, bebé! —gemí moviendo mis caderas

Ahogué mis gemidos introduciendo a mi boca su delicioso miembro, chupándolo, tocándolo y recibiendo las embestidas de su cadera. Sentía que desfallecería con el placer que estaba recibiendo, con lo mucho que estaba disfrutando aquella escena. A mi mente regresaron los terroríficos recuerdos de la noche anterior, el ensangrentado sonriéndome, reconocía que lo vi siniestramente atractivo, pero también me repugnó la escena y mi mente voló imaginando todas las atrocidades que podía cometer conmigo si llegaba a traicionarle.

Un Balazo Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora