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Resultó que sí existía la magia y que no había nada racista en aquel mundo estrambótico, todo lo contrario. Para las hadas, según parecía, todos los humanos eran iguales, independientemente de su raza. Los consideraban inferiores, pero no por su lugar de origen; sino por el origen de su esencia en general.

El pelirrojo era norteamericano, él no se lo dijo pero Fer lo dedujo y, así como ellos y la asiática, había australianos, europeos, africanos e incluso una chica del medio oriente. Luego de tomarse un vaso con agua que tenía un sabor dulzón —Doriat dijo que le había puesto algunos pétalos de flores que servían como calmantes—, Fer tuvo que vestirse, pero en esa ocasión Keveth no consintió en quitarle la vista de encima. Fue muy incómodo para ella. Sobre todo porque Doriat no la dejó conservar el sujetador.

—Tengo que usarlo —ella protestó cruzando las manos sobre el pecho, pero él argumentó.

—¿Le pones armazones a las flores para que luzcan mejores? No, porque lucen mejor al natural.

—Algunas personas le ponen armazones a las flores, son palillos y lo hacen para que crezcan rectas.

—Sí, costumbres humanas, muy asquerosas si me lo preguntas. Ahora descruza los brazos y metete en el vestido. Ya.

Pronto Fer descubrió que a pesar de su sonrisa fácil y personalidad aparentemente alegre, Doriat también podía lucir furioso cuando lo provocaban y ella parecía estarlo logrando. Luego de meterse en el vestido de tela rosa, vino otra discusión, porque ella pidió unos zapatos.

—No hay zapatos en Daha —dijo Doriat, mientras le peinaba el cabello y lo dejaba caer liso tras su espalda—. Nos impide el contacto directo con la naturaleza. Ahora bien, un par de cosas que debes tener claras durante la ceremonia de hoy. —Doriat la volvió y la miró con dureza—. Van a estar congregados frente a la reina. Ellas les va explicar todo lo que necesitan saber sobre nuestro mundo y su estancia en él. A veces hay ligeros cambios de equipo, eso dependiendo del desarrollo de eventos. Esperemos que el nuestro permanezca, en dado caso de que no, no te preocupes, cualquier hada podrá ayudarte. En el estrado junto a la reina van a haber algunas hadas, sus más cercanas, entre ellas algunas hadas femeninas. Algo que debes saber de las hadas femeninas: nunca las mires a los ojos por más de cinco segundos. Son muy duras con las humanas, más que con los varones, en especial la reina. Ninguna debería acercársete hoy, pero en dado caso de que suceda, debes mantener una mirada cordial, ni demasiado altanera ni demasiado dócil, porque en ambos casos pueden sentir que te burlas o te crees superior a ellas. ¿Entendido?

—No.

—Bien, ya lo entenderías. Esta lista, Keveth. Andando.

Salieron del complejo, ya no quedaba nadie allí, como señaló Keveth con evidente malhumor estaban muy retrasados. Cuando entraron al complejo de ceremonias, el cual era una gran cúpula de cristal, con una tarima de mármol blanco, la reina ya hacia su entrada. Fer se situó tras una chica de cabello rojo, que usaba un vestido rosa idéntico al suyo. Notó de pronto que las mujeres usaban todas el mismo vestido, y los hombres todos el mismo pantalón y playera blanca.

Pero la reina era majestuosa. Usaba un vestido dorado, de tela un poco transparente, espirales de hilo brillante dorado se enroscaban por la tela y tras de su espalda batía unas enormes alas naranjas con negro, parecidas a las de una monarca. Caminó a lo largo de la tarima, detrás de ella había otras hadas, hombres y mujeres. Los hombres vestían como Keveth. Armadura marón y llevaban armas. Fer pudo ver espadas, arcos y lanzas. Las mujeres usaban vestidos de diferentes colores. A diferencia de la reina ninguno ostentaba sus alas, y algunas mujeres hadas, Fer pudo notar, también iban armadas. Fer supuso que esa debía ser la guardia real de la reina.

La senda de las flores [La Senda #1]Where stories live. Discover now