39-Era ella...la niña de ojos claros

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                        SARAH

Confíe en las personas que no debí, amé a las que me hicieron daño y lloré por quien tal vez no merecía mis lágrimas. Todo dío un giro inesperado, todo cambió y no para bien.
Escuché un fuerte golpe y luego sentí que Augusto se quitó de encima de mi, abrí los ojos lentamente y lo ví, con tanta rabia, rencor enojo y todo tipo de sentimiento negativo en sus ojos. Sam comenzó a pelear con Augusto destrozando toda la habitación, yo solo los veía sin saber que hacer, estaba en shock por lo que acababa de pasar y por lo que estaba pasando.
Sam intentó tomar a Augusto del cuello pero este le estampó m el vaso en el que me había traído el agua, en la cabeza, Sam cayó al piso aturdido y juré ver sangre salir de su cien. Rapidamente reaccioné, me levanté y tomé a Augusto del brazo en cuanto él pateo a Sam.

— YA BASTA! —le grité jalando su brazo, mi cuerpo estaba demasiado débil y temblaba del miedo, así que ni siquiera lo moví un centimetro. Augusto me miró a los ojos y comprendí que no era quien yo creía en todos estos años. Me dio una bofetada tan fuerte que caí sobre la cama pero luego me deslize por ella hasta caer al piso, tomé mi mejilla con una mano  mientras lloraba, no solo por el dolor sino que también por lo mala que soy escogiendo en quien confiar, todo estaba en contra de mi y no entiendi el por qué.
Sam lo tacleo y ambos cayeron sobre la cama, se colocó sobre él y lo tomó del cuello, Augusto intentó liberarse de su agarre pero fue inútil, Sam se mantuvo firme y duro. En segundos el rostro de Augusto de volvió rojo que de a poco se tornaba morado, lo estaba extrangulando.

— Sam sueltalo! —le grité desde donde etaba ,pero no me hizo caso— SAM YA SUELTALO! —le volví a gritar, me acerqué y traté de quitarlo de encima— YA BASTA! —seguía intentando hasta que él me miró, sus ojos ardia de rabia, su rostro radiaba rencor, en un momentos tuve miedo, mucho miedo, pero tenía la certeza de que él no me dañaria, de hecho me acababa de salvar de una violación.
Sam soltó a Augusto y se alejó, me acerqué al cuerpo inconciente tratando de decirme que no lo mató. No estaba respirando, no sentía su respiración, no supe que hacer, miré a Sam, pero él ya no estaba, volví a ver el cuerpo de Augusto y traté de que respirara, haciendole respiración de boca ha boca y otras cosas que creí que harían efecto, pero nada, no supe más que hacer, le arrebate su teléfono y llamé una ambulancia y a la policia, todo estaba dando vueltas y vueltas, me sentía débil que apenas podía mover las piernas, no sabía que estaba pasando hasta que alguien me abrazó, sentí su aroma, eran rosas, luego ví su rojiso cabello y entonces supe quien era. La abracé fuertemente y cerré los ojos con la esperanza en que cuando los abriera despertara de esa pesadilla, pero no fue así, supe que era real en cuento vi como se llevaban el cuerpo de Augusto en una ambulancia. Escuché a Rachel llorar, ya no tenía lágrimas para eso, solo tenía un nudo en la garganta y una presión en el pecho.

— perdóname por favor, es que creí que estarías bien sin mi, que con los chicos tú... —no pudo terminar por que un sollozo la interrumpió— Sam...él...yo...creimos estar seguros que si nos alejabamos de ti, tu podrías llegar a estar bien... —

— se equivocaron —la interrumpi— nada se resuelve alejándose...nada —ella solo me quedó mirando.

— lo siento, perdón por no haber estado contigo, perdón por alejarme, esto no hubiera pasado si...tan solo yo estuviera contigo —lloró.

— no es tu culpa, nadie sabía que esto pasaría —la calme— tan solo una persona... —miré el piso— ...Sam —susurré.

SAM

Corrí quien sabe cuanto, alejandome de todo.
Ella lo vio, lo vio todo, ella vio como traté de matar a ese hijo de puta que tanto rencor venía guardando por su culpa, todo salió en cuento mis oídos escucharon sus llantos y vi como la golpeaba, en ese momento no pude retenerlo más y dejé que aquel rencor saliera, fue tanto que no supe que hacía hasta que la vi, la escuché y la sentí, me asusté de mi mismo, era alguien totalmente diferente en ese momento. Solo pensé en huir, corrí hasta mi auto y acelere por una carretera obscura y vacía, mi cabeza dolía pero solo me concentre en alejarme de ella, alejarme de todo mal que le causaba, creí que en cuanto más aceleraba más estaría lejos de aquel amor que tanto anhelaba pero que era prohibido para mi.
Grité con todas fuerzas girando en las curvas como maniático hasta que frene queriendo tranquilizarme, no quería hacer una estupidez. Mi pecho subía y bajaba por la adrenalina y el dolor pero al ver en que lugar estaba me paralizé. La curva donde tuve el accidente, la curva que mató a aquel niño inocente, la curva que mató mi alma al saber cuanto sufriemiento le cause a la única mujer que estuvo a mi lado, mi madre. Aquella noche se reflejó en mis ojos y me acerqué a la orilla, mi dolor era tanto que ví mi auto volcado en aquel lugar, en llamas y conmigo dentro. Entonces los recuerdos de mi madre llegaron a mi mente,la necesitaba. Recordé su sonrisa, sus ojos, su flamante alegría, su bondad y...el accidente.

Mi Amor PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora