Capítulo IX

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Dejó los documentos a un lado y observó al exterior de la ventana; el cielo comenzaba a oscurecerse. Descansaría un minuto en el respaldo de la silla. ¿Cuánto tiempo estuvo encerrado en su oficina? Las mañanas pasaban en un parpadeo y las tardes igual. Su trabajo le gustaba, pero en las últimas semanas había aumentado. Mantener a Orochimaru en el margen requería dobles funciones para él, prefería ahogarse en papeles a permitirle meter las manos en los asuntos del Cuartel, desconocía qué tramaba el hombre y su guardia continuaba atenta. ¿Qué detenía a Orochimaru? ¿Por qué no hacía algún movimiento sospechoso? ¿O solo había construido enemigos en su cabeza? La situación empeoraba, porque muchas actividades significaban tiempo insuficiente con Naruto. En dos meses podía contar sus pocos encuentros con los dedos; las citas del lago habían quedado descartadas a causa de los nuevos soldados merodeando el bosque y las visitas a la casa de Tsunade también las canceló. Si ellos descubrían su interés particular por Naruto yendo a Shimawara, Orochimaru obtendría ventaja de él. Pondría en peligro una persona inocente, ajena a sus problemas. Jamás permitiría eso. Los momentos que habían compartido lo hacían más suyo, Naruto le pertenecía, y él a Naruto. Creería en sus palabras. Luego de poner las cartas, y sentimientos, sobre la mesa, cedió un nuevo voto de confianza. Sólo necesitaba resolver el asunto de Orochimaru y finalmente se concentraría en buscar una solución para sacar a Naruto de Shimawara. Quizá pronto.

—Si continuas perdiéndote en tus pensamientos dudo que esos papeles se revisen solos.

A Sasuke no sorprendió el comentario, la única persona con tal confianza era su Teniente. Sai entró cargando más pergaminos y los colocó en el escritorio, notándolo atento a la ventana.

—Ni un insulto o un ceño fruncido, esto sí es nuevo. ¿Puedo saber qué pasa, Sasuke?

—No.

Sai ignoró la cortante respuesta, sentándose en una silla.

—¿Estás seguro? Supuse que tus pocas ganas de amenazarme se debían a cierta persona de ojos azules, de la cual no diré su nombre porque las paredes tienen oídos. —Sasuke por fin lo miró.

—Mejor ponte a trabajar.

—Yo he terminado por hoy —encogió los hombros, despreocupado—. Y, además de los rollos, vine a ofrecerte cierta información útil.

Las ideas de Sai siempre daban mala espina. Uchiha tomó un nuevo pergamino, ignorando la sonrisa de su compañero.

—No me interesa.

—¿Ni por estar relacionada con esos ojos azules?

«¡Maldito, Sai!», pensó aguantándose las ganas de arrojarle el documento. Shimura conocía su debilidad por Naruto.

—Está bien, tú ganas, ¿qué has investigado?

Sai sonrió. Quizás estaría bien una broma o comentario irónico, pero conociendo a Sasuke su paciencia tocaría límite, y lo echaría a patadas sin permitirle hablar.

—Verás, el otro día estuve patrullando la zona de Shimawara, hubo conflictos por unos tipos apostadores, iniciaron una pelea y... ése no era el punto. Lo importante fue después, ya cerca intenté visitar a Na- —Sasuke frunció las cejas, no por enterarse del propósito de Sai, sino por pronunciar el nombre en voz alta—. De acuerdo, quise visitar a un conocido pero no lo encontré, una muchacha rubia me atendió en su lugar, estuvimos conversando de muchas cosas. Sabes que una buena plática me entretiene, y de una cosa pasamos a otra, simpática ella. Aunque a mí, como en tu caso, me van más los pe-

—¡Sai! Concéntrate.

—Eres un aburrido, Sasuke. Está bien, al punto, ella parecía muy interesada en mí cuando dije que manejaba la posición de Teniente. Sonreía mucho, coqueteaba y pretendió convencerme de volverme su danna. No entendí hasta que la encargada me explicó el término. Y pensé en ti.

Acompañante de placer: OiranWhere stories live. Discover now