Capítulo XI

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Gaara Sabaku aceptaría la oportunidad que tenía en las manos.

Había llegado muy lejos.

En su conversación con Jiraiya dejó claro que necesitaba una solución para la situación de Naruto. De imaginarlo en una celda oscura, hambriento, malherido y rendido, provocó un hueco en su pecho. Sin embargo, aun discutiendo posibles maneras de infiltrarse en el Cuartel, al final no encontraron una que les permitiera entrar a tiempo. Los planes requerían días, y no contaban con ellos, en cualquier momento los interrogatorios destrozarían la poca cordura de Naruto. ¿Sería capaz Sasuke Uchiha de torturarlo? Jiraiya conocía el historial de Uchiha y, aunque nunca mencionaba tortura en primer lugar, descartaba la idea de benevolencia si él ya sabía la verdadera identidad de "Tayu". Un hombre despechado y con el orgullo herido declinaba la razón, dedicándose a la venganza. ¡Maldición! El escenario se veía más desfavorable con el paso de las horas. Su habitación le pareció pequeña y tuvo que salir a tomar aire, pensar a solas. La lluvia había parado y la luna se asomaba entre las nubes. Caminó lejos del campamento, en los linderos silenciosos del bosque, respirando un aire frío.

Media hora después estuvo a punto de regresar, furioso consigo mismos sin un plan. Aunque el repentino ruido de ramas rompiéndose lo alertaron; una silueta misteriosa se removió entre los arbustos, a unos pasos de él. ¿Enemigo? Desenfundó su katana con la mirada fija en la sombra.

—¿Quién está ahí? Muéstrese ahora o será atravesado por mi arma.

—¡Espere por favor! —Escuchó una apresurada voz femenina.

Una mujer de cabello oscuro salió de los matorrales, las manos en el aire, mostrándose indefensa.

—Te conozco.

—¿Me recuerda? Soy Shizune de la casa de Tsunade, nos conocimos cuando visitó a Naruto. Por favor, no me haga daño, ella envió un mensaje para ustedes. ¿Podría llevarme con Jiraiya?

Recordaba a la mujer perfectamente, Shizune había atendido su entrada en Shimawara. Pero algo olía mal, ella parecía nerviosa, mirando de reojo a su espalda por breves momentos. ¿La seguían? Esa mujer temía por la situación, y posiblemente la habían amenazado para guiarlos a Konoha. Observó detenidamente los arbustos hasta notar otra silueta. La cólera corrió por sus venas y se lanzó contra la sombra, Shizune gritó alarmada pensando que sería atacada. Mas Gaara pasó a un lado y levantó la katana dispuesto a cortar al intruso en dos.

—¡NO! —Gritó ella—. ¡Deténgase por favor!

Shizune sostuvo su brazo a tiempo, recurriendo a toda su fuerza para detenerlo a unos centímetros del objetivo.

—Suéltame, te han seguido hasta aquí.

—¡Está equivocado! —La mujer negó frenética, soltándolo e interponiéndose entre él y el sujeto tendido en la hierba—. Viene conmigo.

Gaara quedó desconcertado por un segundo. ¿Una trampa? ¿Ella trabajaba para los militares? ¿Tsunade había traicionado a Jiraiya? Deseaba matarlo, pero no pasaría encima de una muchacha indefensa, al menos hasta escuchar su justificación.

—Explícate, mujer.

Shizune temblaba, la voz autoritaria de Gaara y sus ojos fríos causaban ese efecto. Balbuceó. ¿Por dónde empezar? Entonces el hombre a su espalda por fin se levantó para dar la cara.

—Ella sólo me enseñó el camino, yo te daré las respuestas, déjala ir. Soy el Teniente Sai Shimura, el segundo al mando del Capitán Sasuke Uchiha. —La espada del pelirrojo vibró de coraje. Sai lo ignoró, sonriéndole a Shizune—. No te preocupes, Shizune-san, puedes retirarte, me haré cargo del resto.

Acompañante de placer: OiranWhere stories live. Discover now