Epílogo

5.8K 593 116
                                    

Ocho años después.

Su lugar preferido era el jardín. Cada mañana que tenía oportunidad, luego del desayuno, salía con su espada de madera y practicaba los movimientos que sus padres le habían enseñado. Cerca del enorme árbol de flores de cerezo, bajo su sombra y el sonido del riachuelo, se animaba a continuar. Además, su parte favorita, consistía en ver los pétalos caer al agua cubriéndola con un bonito tono rosa.

Esa mañana quería mostrarles a sus padres el avance de su técnica, mientras ellos observaban sentados en la banca de piedra.

Una vez más Suzaku agitó firme la espada de madera frente a sus ojos claros, esperó una expresión de asombro, o una felicitación por su buena ejecución, pero nada ocurrió. Con rapidez giró la cabeza para saber la razón del silencio, y casi suspiró cansado al encontrarlos besándose. ¡¿Qué adultos tan irresponsables?! Hizo un mohín infantil antes de soltar la espada y correr a su dirección. Presuroso saltó a los brazos de su padre.

—¡Padre, vas a dejar sin aire a papá!

Sasuke lo sostuvo a tiempo, dejando libre a Naruto, un poco más y su hijo hubiese caído de cabeza. El ceño fruncido de Suzaku le pareció gracioso; una marca de celos Uchiha. Puso una mano en la cabeza del niño, revolviendo sus cabellos oscuros. Suzaku se removió inquieto, intentando liberarse, usaba ese gesto para hacerlo enojar. Entonces Naruto pellizcó su mejilla y procuró no reír a carcajadas cuando se puso roja, a veces seguía comportándose también como un niño.

El orgullo Uchiha de Suzaku no lo dejaba reclamar. Se parecía mucho a Sasuke en ello.

—No te enojes, hijo, sabemos que has mejorado bastante-ttebayo.

Su aprobación esfumó el enojo de Suzaku.

—¡¿En serio, papá?!

Naruto sonrió seguro y confiado. Suzaku alzó la cabeza para mirar el rostro de su padre, éste asintió de igual manera. Rápidamente abandonó su lugar entre los brazos de Sasuke y corrió otra vez a recoger su espada.

—¡Algún día seré tan bueno como el abuelo Minato! ¡Cuando sea grande por fin venceré a Sakumo! —Satisfecho de sus propias palabras, levantó ambas manos.

—Sakumo es más grande que tú por varios años.

—¿Y qué? No importa, las habilidades no se miden por la edad, ¿cierto, padre?

Esas palabras determinadas convencieron a Sasuke, él lograría su objetivo. Definitivamente era su orgullo y el de Naruto. Una voluntad heredada de ambos.

—Confío en ti, y estoy seguro podrás enseñarle a Kuroi y Aoi —dijo Naruto de repente—. O podrías practicar con Saito, la próxima semana viene de visita.

Suzaku no estuvo convencido.

—¡Mis hermanitos aún no sostienen bien la espada! Prefiero ir contigo al dojo. Y Saito es un niño muy raro —susurró eso último a sí mismo, pero aún audible para sus padres.

Por un instante la imagen de Saito Sabaku pasó por la cabeza de Naruto. Saito era la viva imagen de Sai, con esa piel pálida, cabello negro y rasgos afilados, solo el color verde de sus ojos determinaba el parentesco con Gaara. Sin embargo, aunque las sonrisas del pequeño Saito no eran como las de su progenitor, su extrema atención por la lectura lo colocaba frente a sus primos como un niño "raro". Diestro con la espada, pero con una preferencia mayor a los libros.

En esos años habían cambiado algunas cosas.

Por ejemplo, sus amigos habían ido a paso lento. Después de casi un año en Osaka, Gaara por fin dejó Suna. Los conflictos en la zona comenzaron a disolverse gracias a la expiación en los decretos de Ieyasu y provocaron la reducción del grupo rebelde. Gaara regresó a Kioto por una promesa hecha a Sai. Shimura dedicó varios meses a ordenar sus pensamientos respecto a él, llegando a la conclusión de admitir esos sentimientos que ambos se provocaban. El tiempo alejado de Gaara sirvió para demostrarle lo mucho que extrañaba su compañía. Al final, con los conflictos más apaciguados, decidieron darse una oportunidad en Kioto. Cuando Gaara le propuso matrimonio fue el término de su estadía como Capitán, nadie sabía su secreto, y quiso abandonar el Cuartel con la frente en alto cediéndole el puesto a Juugo. Gaara compró una casa lejos de Kioto. Ahí empezaron una buena vida junto a su hijo.

Acompañante de placer: OiranWhere stories live. Discover now