Capítulo X

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¿Su cuerpo se había congelado?

Hacía bastante frío y sus brazos y piernas quedaron inmóviles. Quería apartarse de la inquisidora mirada negra de Sasuke, pero nada reaccionaba en él, era como estar bajo un trance. Por un instante sintió una traicionera humedad en los ojos y no lo permitió. Jamás aceptaría. La fuerza restante de su interior ayudaría a contener las lágrimas. Firme, desplegando resolución, minimizando los sentimientos que intentaban desbordase de su corazón. El sufrimiento de perder a la persona amada era peor al dolor en sus heridas superficiales. Aunque si debiera afrontar una decisión, con su vida pendiendo de un fino hilo, regresaría al pasado en las mismas circunstancias, sólo para encontrarse una vez más con Sasuke Uchiha.

Ironías de la vida.

Las emociones de Sasuke iban en otra dirección. Funcionar conforme al entrenamiento centraba su realidad, evitaba así pensar en la maldita comedia trágica utilizándolos a ellos como actores principales y la traición de antagonista. Buscó soporte en su perfecta máscara de seriedad y aplomo. Procuraría mantenerse impávido, desechando el revuelto de emociones, tragándoselas lentamente y dividiéndose entre el hecho de estar en un sueño. Aún el filo de Kusanagi sobre el cuello de Naruto era la escena más bizarra protagonizada. Pero estaban ahí, ambos. Su fría contemplación negándole una tregua a "Tayu", una determinación alimentada del orgullo y el dolor. Repetía una y otra vez sus convicciones militares; es un traidor, un enemigo, su enemigo. El mantra perfecto recalcándole la verdadera identidad del sujeto a sus pies. Entonces... ¡¿Por qué su espada dudaba?! ¿Por qué arrebatarle la vida parecía un error? Vacilación. Debilidad. Compasión. ¿Amor? Esperanza de un futuro destrozado.

Por un segundo contempló su reflejo en el escaso brillo de los ojos azules y revivió una conversación pasada:

—Me desagrada verte herido —besó el dorso de la misma mano y la dejó libre—. Yo nunca te haría daño.

—¿Realmente lo evitarías? —Susurró—. Las palabras se las lleva el viento, es malo forjar promesas que no cumplirás.

—¿A qué te refieres? Jamás te lastimaría, Naruto.

¿Jamás? Ahora comprendía cada palabra, en su momento, descartada. Muchos recuerdos juntos, situaciones ininteligibles que poco a poco concibió. Su mente gritándole una sola verdad: traición. Dolía pensar en el amor que Naruto usó para estafarlo. Casi podría burlarse de sí mismo; la primera persona en la cual confió, entregándole su corazón, pisoteó cada pedazo. ¿Así o más imbécil? Había rabia, furia, desolación, miedo e impotencia. Tanto impidiéndole avanzar finalmente. Y lo odió. Reafirmaba su ideología, la debilidad al demostrar afecto. «Sentir algo por otra persona te vuelve un blanco frágil y vulnerable —miró su katana inmóvil—, igual que yo con él.» Sus manos se habían manchado de sangre enemiga muchas veces, pero imaginarlas impregnadas por la de Naruto le desconcertó.

El ruido de voces y pasos le hizo regresar de sus cavilaciones. Al otro lado de la calle apareció un grupo de hombres uniformados, Sai entre ellos. La respuesta estuvo clara.

Su debilidad aún tenía un nombre. Era patético.

—No vales nada, ni mi espada merece mancharse con tu sangre —retiró la afilada hoja, envainándola firme en su funda. ¿Hacía lo correcto? La voz de su corazón gritaba más fuerte a la razón—. Tómalo como pago por haberme salvado, no quiero tener deudas contigo. Además, hay muchas preguntas que debes responder. Eres parte de Konoha y pagarás tus crímenes.

El cerebro de Naruto tardó en procesarlo y parpadeó confundido. El alivio endulzó su boca por unos segundos viéndose libre del peligro, no obstante, así como llegó se esfumó. La fría expresión de Uchiha lo petrificó. En esos ojos oscuros había odio y desprecio. Un enorme peso de la máscara se desplomó en sus hombros, incrustándose ahí. ¿Qué significaba vivir si había perdido a Sasuke? El escozor en sus ojos aumentó.

Acompañante de placer: OiranWhere stories live. Discover now