Capítulo 32 - Lágrimas de sangre

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La lluvia seguía cayendo con fuerza en el exterior, clavé mi mirada en el horizonte, el cual apenas podía distinguirse, puesto que las finas pero densas gotas de agua lo nublaban todo.

No había nada diferente en mi, seguía con esa horrible sensación en el pecho, una sensación de culpa, algo que me gritaba a voces que lo que estaba haciendo estaba mal, me acusaba y me condenaba a la más profunda oscuridad, dónde no había más luz que mis propios pensamientos, los cuales también se habían vuelto en mi contra.

Tampoco había nada diferente en mi ropa, ni en mi pelo, pues ambos seguían empapados, a pesar que ya había pasado un buen rato. Tampoco me iba a molestar en cambiarme, el agua adherida a mi era mi pesar, mi castigo por ser tan egoísta.

Mi cabeza seguía dividida en partes iguales, mientras una me pedía a gritos que saliera ahí afuera y ayudara a Hunter, la otra me suplicaba que me quedase, que no me metiera en más problemas, y que protegiera a los míos de Hunter, porque podía ser peligroso.

El silencio en la habitación era total, pero fuera, podía escuchar las voces de todos, susurrando y murmurando hacia a mi. Ryan lo había contado todo, y ahora todos estaban pendientes de mi, como si fuera una niña pequeña a la cual tuviesen que cuidar.

Estaba harta de que sintieran pena por mi, harta de ser la indefensa, frágil y débil Sophie, de tener a todos vigilándome, dirigiéndome y velándome como si fuera una muñeca de porcelana la cual podría romperse con una ligera brisa.

Quería volver a ser la Sophie de antes, la guerrera, la comandante, la que cuidaba de los demás, y no al revés, pero mi alma no encontraba esa fuerza, por mucho que la buscase, había desaparecido. Después de los muchos golpes que me había dado la vida me sentía débil y herida, cómo un veterano de guerra el cual ya no puede hacer otra cosa que lamentarse por su inutilidad. Me sentía realmente inservible.

La puerta sonó de nuevo, cómo llevaba haciendo desde que habíamos llegado, por suerte para mi, la puerta estaba bien cerrada, y nadie podría entrar por más que lo quisiera.

- Sophie ..- La voz de Aiden se escuchó al otro lado de la puerta una vez más. - Abre la puerta.

Lo ignoré y dirigí mi mirada hacia la puerta una vez más. El silencio fue absoluto por unos segundos, hasta que volvió a hablar.

- Entiendo que no quieras hablar con nadie. - Hizo una pausa. - Pero creo que no soy cualquiera. Soy tu hermano, Sophie. Estamos juntos en esto, sólo tu y yo. ¿Recuerdas?

Dirigí mi mirada hacia la puerta.

- ¿Cuanto tiempo hace que no tenemos un momento para nosotros? Cómo solíamos hacer antes de toda esta locura, antes de Irina, antes de los Price, de los vampiros, los cazadores y las brujas chifladas. - Suspiró. - Vamos, abre.

Contemplé la puerta unos segundos más, hasta que me levanté lentamente, dirigiéndome hacia ella. Quité el pestillo y abrí.

Sus ojos se fijaron en los míos por unos segundos, pidiéndome permiso con la mirada.

Asentí y entró lentamente, cerrando la puerta tras él.

Sin decir ni una palabra, avanzó hasta la cama, hasta dónde lo seguí. Se sentó tímidamente y observó la lluvia a través de la ventana.

- Vaya día. - Comentó. - Estás empapada. - Me miró por unos segundos.

Sin decir nada más se levantó, dirigiéndose hacia al baño, y salió segundos después con una toalla en una mano y un peine en la otra.

Se acercó a mi con una sonrisa de satisfacción y se colocó detrás. No tardé en sentir la toalla en mi pelo mojado.

- Hace mucho tiempo que no hago esto, creo que he perdido práctica. - Dijo con una pequeña risa.

Aleación [SANGRE & ACERO #3]Where stories live. Discover now