Capítulo dos: Como si fuera la primera vez

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Taylor



Nunca había presenciado una amenaza real en mi vida, no pasaba de una posible caída del barandal de las escaleras del colegio, o un golpe proporcionado por mi mamá. Esto cambió el día en que el nombre "Cody Faulkner" pasó por mis tímpanos; hasta entonces, había ignorado la posibilidad de siquiera tener pareja, de ser un rumor que va de oído a oído.

— ¿Supiste de esto, Nancy? — Cuestiona Sally Drimber dos asientos detrás de mí. Su voz es tan aguda y fuerte, que prefiero escuchar sobre matemáticas a otra palabra pronunciada por ella.

— No, enséñame — Responde Nancy, abruptamente. No veo nada, pero estoy seguro de que le arrebato el celular para informarse sobre cualquier chisme.

Nancy Hoffman es de esas chicas de las cuales preferirías ser invisible, si algo de ti llega a ella, da por sentado que toda la escuela lo sabrá en instantes; es como una calculadora de chismes, y el resultado es simple destrucción.

«¿Quién es la noticia del momento, eh Nancy?» digo para mis adentros. Aunque parece que leyó mi mente, o la escuchó, porque al instante, el timbre del teléfono de todos sonó, y el responsable es muy posiblemente una persona en circunstancias y decisiones equivocadas, afectada por la boca de Nancy Hoffman.

— ¿Cody Faulkner y Taylor? — Pregunta con discreción una chica en el fondo.

— ¿Cody? ¿El de tercero? — Otra voz suena, es como un aluvión de palabrerías sin sentido.

— ¿Qué no era heterosexual? — No paran de hablar, son como una grabadora que repite lo mismo una y otra vez.

— Eso creía, pero al parecer no.

Por un momento las voces paran, el salón está en completo silencio, en paz, pero solo, por un momento.

— ¡Maldito maricon!

Esta vez reconozco perfectamente al portador de esa incesante y horrenda voz.

— Cállate Bugs, a nadie le importa tu opinión — Respondo, aunque en realidad no sé siquiera porque me insultó de pronto.

— ¿Qué me dijiste marica? ¿Ahora resulta que eres un hombre?

— Siempre lo he sido, y más que tú — Digo al instante, sin pensar las palabras, simplemente, se me escapan.

— Ahora sí maldito, veras... — Aprieta su puño hasta decolorar sus nudillos y se acerca con velocidad a mí. Cierro los ojos con fuerza y discierno el fuerte golpe que están a punto de darme.

— Jóvenes, sentados por favor. — Ordena el profesor Keegan Moonlight, un hombre alto, de pelo aplastado y unos redondos anteojos muy al estilo Harry Potter, solo que versión pobre y demacrado. Bugs baja la mano y, de poco a poco, me deja en paz yendo a su lugar.

Me siento y rápidamente pongo mis manos sobre mis rodillas. Las aprieto tan fuerte hasta el punto de ya no sentirlas, mi corazón late como nunca lo ha hecho, y mi mente está de ida y reversa.

Levanto la mano, la cual tiene la palma de un rojizo intenso, y la agito.

Tomo mi mochila sin pensar, me paro de mi asiento y camino deprisa hacia la salida del salón, ni siquiera me espero a ver qué dice el profesor. Me estoy sofocando, necesito salir de aquí antes de morir asfixiado.

Siento una presión sobre mis hombros, algo me jala hacia atrás. Estupendo, ahora, además de casi ser golpeado por el más temible de segundo, me van a violar.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? — Veo a mi alrededor. La tapiza azul desgarrada me indica que estoy en el baño.

— ¡Cállate! — Susurra mi secuestrador. No le veo la cara puesto estoy de espalda a su cuerpo. Tiene su mano puesta sobre mi boca, se siente, cálida. Sin duda es más alto que yo, apenas la base de mi cráneo se acomoda en su pecho.

— Quítate — Arguyo, apartando su mano de mi boca y dando un pequeño salto, dando media vuelta para verle la cara.

— ¿Quién eres?

— ¿Cómo qué quién soy?

— Sí, ¿Quién eres? — Hago énfasis en la pregunta — ¿O te lo explico con manzanas?

— No tienes que ser tan grosero — Dice esbozando una risueña sonrisa que forma una pequeña arruga en su frente — Soy Cody Faulkner.

¿Cody Faulkner? Reconozco ese nombre, sé que lo conozco, pero estoy seguro que no por lo que él cree. Es entonces cuando regresa a mi mente las palabras de las molestas chicas "¿Cody Faulkner y Taylor?"

— ¡Tú! — Digo con rabia.

— ¡Sí! ¡Yo! ¿Ves que si me conocías?

— No, idiota, por tu maldita culpa estuvieron a punto de darme un buen golpe.

— ¿Qué, por qué?

— Por una insinuación de algo entre tú y yo, ¿Tú la iniciaste?

Al escuchar las palabras, su cara es de asombro. Claramente sabe algo, pero no fue el quien inició todo.

— No, lo que pasa es que... — Hace una ardua pausa — Necesito tu ayuda

— ¿No tienes suficiente con haberme convertido en un chisme ocioso?

— No es eso, no fue mi intención, pero es algo relacionado con ello.

— ¿Qué?

— ¡Necesito que seas mi novio!

Abro mis ojos como plato, y siento cada milímetro de bello sobre mi cuerpo elevarse.

— ¡No! De ninguna forma.

— No sería de verdad, solo es para... — Vuelve a hacer una maldita pausa, como si me dijera que Santa Claus no existe — Zafarme de una cita.

— ¿En serio? ¿Iniciaste todo esto para escaparte de una zorra?

— De una muerte segura, sí.

— No lo haré

— Por favor, por favor, por favor — Suplica. Hace su voz más aguda, como si fuera un niño con un capricho.

— ¿Qué recibiré a cambio?

— ¿Al novio más lindo del mundo?

— Ja, no, ya, en serio, ¿Qué?

— Bah, bueno, tú te lo pierdes — Pierde sus ojos en el foco fundido del baño, como si ahí se encontraran las respuestas existenciales de todos.

— ¿Qué te parece, doscientos dólares?

— ¿Bromeas?

— Bien, trecientos, pero ni un centavo más.

— ¡Sí! ¡Sí! Claro, ¿Te tengo que decir amor u otra cosa?

— Solo en tiempo laboral, pero podemos empezar por conocernos ¿Qué dices?

— ¿Y si vamos a orange? ¿Lo conoces?

— ¡Sí! Frecuento mucho ese lugar, ya incluso me hacen descuento.

— Me debes algo además de los trescientos, ya sabes, por eso de que un tipo de mi salón planea golpearme a causa del rumor.

— Auch, lo siento por eso. Pero dile que, si se mete contigo, se mete conmigo.

— Oh, gracias — Digo con sinceridad — Pero igual invítame un café, necesito salir de aquí

— ¿No te dirán nada?

— Diré que me secuestraron, y si nos descubren, diré que fuiste tú.

Una sonrisa rizada se dibuja en su rostro, me siento feliz, como si fuera la primera vez que la palabra mágica "felicidad" suena real para mí.

Aunque no te quiero [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora