Capítulo doce: Todas las promesas de amor

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Taylor


La evocación de una imprevista sensación fría sobresalta el lado izquierdo de mi nuca, la cual por ende ocasiona que me despierte. Parpadeo un poco, todavía sigo parcialmente dormido, así que no discierno del todo lo que está ocurriendo. Extiendo las sabanas hasta topar con la cabeza inferior de la cama, donde se forman pliegues asimétricos que me hacen pensar en rocosas montañas.

Deslizo mi pie derecho sobre el borde de la cama, para, posteriormente, tentar un poco con la yema de los dedos. El piso es lizo y helado, en este momento es como tocar un cubo de hielo; el frío origina que mis ojos se despabilen por completo, al observar la habitación, percibo la obscuridad que penetra cada centímetro de la alcoba, excepto la ventana que da a la avenida, doy pasos reversados y chuecos, me recargo sobre el buró que se encuentra a escasos centímetros del ventanal; poso mi mano sobre la parte superior de la ventana y la resbalo hasta topar con el seguro, lo remolco hacía arriba y doy un pequeño empujón para abrir la ventana. Me acerco aún más y me recargo sobre la cornisa. Bajo la penumbra de un farol, combinado con la luz de la luna, observo toda la calle. La calzada está repleta de agua, el asfalto tiene pequeños charcos que conforman desde mi perspectiva un panal con formas esféricas irregulares. Inhalo y exhalo, el aroma a flores silvestres de la casa de enfrente me satisface, es un pequeño placer que me proporciono después de una fuerte lluvia. Una sonrisa crespa se traza en mi rostro, una alegría inexplicable que me hace sentir un día de lluvia, o, en este caso, noche.

Tomo los extremos de la ventana y la cierro, una limitada briza recorre parte de mi cara; la cierro y pongo el seguro nuevamente. Tomo las pantuflas que se encuentran en el inferior de la pared, me acerco con prisa al armario y lo abro con sigilo, saco mi impermeable de color verde, que compre el año pasado, cuando inicio invierno, y me lo pongo. Poso mi mano sobre la perilla de la puerta y la giro con precaución, cuando escucho el bombillo abrirse por completo, la jalo hacía atrás y, cuando se abre un poco, me pongo de lado para salir, y así no abrirla por completo, y que haga un rechinido.

Bajo con sigilo y presteza las escaleras en forma de caracol que dan al recibidor. Hago el mismo movimiento con la puerta de la casa que hice con la de mi cuarto.

Mis pantuflas se colman de agua, giro mi cabeza hacia arriba, y me percato del aluvión de gotas que aun caen. Me coloco la capucha del impermeable y empiezo a correr. Me siento como un niño pequeño, que juega entre charcos. Empiezo a gritar, sin darme cuenta, ya estoy balbuceando cosas sin sentido, que ni siquiera yo comprendo, la única palabra que sale de mi boca, de forma visible y perceptible es el nombre de alguien, una persona que quiero, una persona que quiero necesitar.

¡Cody! — Reitero. Sin importar que despierte a mi madre, o a todo el vecindario, quiero que ese nombre salga de mi sistema.

Una corriente de agua recorre el lado derecho de mi calle, justo en frente de la casa con aroma a flores. Sin estar completamente consciente, empiezo a seguirla, el agua va de forma veloz y creciente, así que apresuro mi paso. Treinta metros al frente, colina abajo, observo el final de la corriente. El agua de la cuneta se precipita en una boca de tormenta que sigue imprescindible, un alargado semicírculo en el borde de la acera, el agua hacía un sonido hueco al caer, era como si entrara en otro mundo, o algo.

Me acerco con premura, me limito a observar como las pequeñas hojas de árboles desaparecen en aquellas fauces.

— ¿Taylor? — Tartamudea una voz en el extremo de la calle, justo al lado de la cuneta.

— ¿Porky? — Musito, las palabras salen de mi boca antes de pensarlas.

— ¿Qué? — Murmura la voz — ¿Porky? — Cuestiona.

«Claro» Digo para mis adentros «Tartamudear, entiendes, ¿no?»

— Nada — Hago énfasis en la palabra, enrollando mi lengua — Por cierto, ¿Quién eres? ¿Una alucinación o algo? — Elevo la mirada para ver al emisor de la voz.

— ¿No me reconoces? — Dice con arrogancia la voz.

La pomposa, fina y redonda nariz me hace consiente de lo que estoy a punto de soportar.

— ¡¿Cody?! — Exclamo— ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo sabes dónde vivo?! ¡¿Por qué estoy gritando?!

No aparta la mirada de mí, sus ojos me ocasionan vértigo. Me sonríe, su maldita y estúpida sonrisa, parece retrasado, siempre está sonriendo, ¿Acaso no puede estar triste?

— Estaba paseando por aquí — Miente. Suspira y cierra los ojos — Bien, no es cierto, Lidia me dio tu dirección, llevo paseando una hora como idiota por aquí, incluso me mojé

— Okey, como idiota siempre estás, pero ¿Qué hora es? Y ¿Por qué?

— Las cinco de la mañana — Contesta. Eleva las comisuras, sus pómulos son perfectamente redondos, y forman una línea ondulada en sus ojos, lo cual simplemente lo hace ver tierno — Y porque hay cosas que quiero decirte, pero no me atrevo, tengo... miedo.

Me acerco a él. Mi impermeable está repleto de agua, pero no es nada comparado con la sudadera gris que trae puesta Cody, está empapada, su cabello se encuentra húmedo y desordenado. Cuando mi cuerpo roza el suyo, rodeo su abdomen con mis brazos, me apego más, hasta topar con su pecho, me recargo y hago lo único que se me ocurre ahora, lo abrazo.

— ¿Qué cosas? — Susurro. Estoy viendo la acera del lado derecho, específicamente la rama obscura que cae sobra la cuneta de agua de ese lado, yo también tengo miedo, de verlo.

— Como que me gustas — Responde deprisa y con impulso. Su corazón está acelerado, aunque no lo veo de forma directa, sé que está sonrojado — O también que — Toma una boca de aire y suspira —Alex es mi primo, y no me gusta verte con él.

Mis ojos se precipitan en un mar de ambigüedad, ¿Lo que acabo de oír es cierto? Tal vez es un sueño, pero todo lo que pasa, lo que ocurre, se siente tan real, una emoción súbita que me recorre y carcome, pero que al mismo tiempo intriga.

— ¿Por qué no me lo habías dicho? — Pregunto, con calma.

— Me daba miedo, y te veías tan feliz

— Siempre lo estoy, ¿No? Siempre que estaba contigo, igual me sentía feliz.

Sin decir otra palabra, él se separa de mí, dejando un espacio prudente, se inclina y, con suavidad, fusiona sus labios con los míos.

En este preciso momento, aunque parezca surreal y tal vez un sueño, presiento las ilusiones que crecen en mi interior, y se convierten en una Balsa que va a fluir, que recorre un ajeno río de lluvia que cae sobre una cuneta, y termina en diversas posibilidades, y me agrada que una de ellas sea que me gusté Cody.  


Nota del autor: Lo sé, y en serio perdón, me tardé años, espero me puedan perdonar, pero este capítulo ya tiene semanas que lo planeó y, cuando lo redactó, es un fiasco, por fin me he despejado de forma parcial, y este es el último que hice, espero les guste porque me ha satisfacido, en serio, es hermoso que te agrade tu trabajo, y espero a ustedes también, igual perdón, y espero alinearse nuevamente y ser más constante, de forma sorpresiva la preparatoria me ha parecido muy relajada, y me da tiempo para escribir ahora, así que, sí, lo haré, espero no haberme pasado tanto por lo prometido, igual, esperen muchos capítulos más 7w7.

Aunque no te quiero [En pausa]Where stories live. Discover now