Capítulo cuatro: Presentándose con el enemigo

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 Nota:  El símbolo de acordes es para indicar cuando poner la música, es para ambientar <3 

Taylor

Comúnmente se piensa que el fingir es fácil, porque, aunque no nos demos cuenta, lo hacemos constantemente, cuando nos cuentan un chiste malo, pero igual nos reímos para que no se sienta mal la otra persona o, incluso, cuando nos dan un horrible regalo, pero igual asentimos y agradecemos, debería ser más sencillo cuando lo haces consiente ¿No? Pues, aunque parezca falso, se dificulta mucho más.

— Bien, repasa lo que dirás — Dice Cody, jugando con sus manos. Se ve nervioso y con razón, en realidad, creo que yo estoy mil veces peor que él — Sí, actuaré como tu novio, es sencillo — Me voltea a ver extasiado, sus ojos resaltan, tiene un ojo más grande que el otro, parece uno de los padrinos mágicos drogado — Sí, pero también debemos contar anécdotas, ya sabes, como cualquier otra pareja, o eso creo, no es como que diario sea gay — Pongo los ojos en blanco, lo miro fastidiado y cansado — Toda pareja lo tiene, da igual si tiene una P en lugar de una V — Se ríe, aunque su risa es un tanto forzada. Llevo todo el día pensando en cómo sería salir con Cody Faulkner, me refiero a salir en verdad con él, no solo por unos boletos — Ya sé, ya sé, perdón — Elevo las comisuras y sonrío.

Cierro los ojos tenuemente. Una pesada fuerza cae sobre mis hombros, me toma de los hombros y, en un movimiento brusco, hace que me voltee. Estamos frente a frente. El cabello negro de Cody está alborotado y su ropa un tanto gastada. Fuimos a su casa para cambiarnos, yo, claro, llevaba una mochila con ropa lista para cambiarme. Él lleva puesta una camisa rosa con algunas manchas blancas de desgastamiento y un pantalón de mezclilla algo rasgado, su par de tenis también están algo percudidos. Vuelve a poner esa mirada extraña — No puedes arruinar esto, ¿Entiendes, Taylor? — Su voz se transforma, de ser un tanto juguetona, cambia a ser más seria, gruesa y firme — Sí, entiendo — Recarga la palma de sus manos sobre mis mejillas y las aprieta — Si Sarah descubre que es mentira, mataran a tu novio. No quieres eso ¿O sí? — Mis labios sobresalen por encima de mis mejillas a causa de la presión que ejerce sus manos sobre mis cachetes — Espero me des los boletos antes de que lo hago, sería un desperdicio que un muerto se los lleve — Lanza una carcajada y suelta mis mejillas.

Elevo mi mano hacia mi boca y acerco mi dedo índice, inconsciente, muerdo mi uña. Nunca he ido a orange, me sentiría extraño viniendo solo, aunque por lo que me dijo Cody antes de venir, estamos cerca. Nos detenemos en una acera, en la cual hay una brecha para que crucen los automóviles y, posteriormente, los peatones. Un pequeño letrero verde a un lado de nosotros tiene escrito con letras blancas Rose Street. Volteo a ver a Cody. Sus ojos se iluminan por el sol y su piel se ve brillosa, no lo había pensado hasta ahora, pero creo que es muy lindo.

El semáforo se pone en rojo y cruzamos. Una chica, regordeta y alta, está esperando al otro lado — ¿Ella es Sarah? — Murmuro a Cody, el cual se ve nervioso. Velozmente, reacciona y me toma de la mano — ¿Qué haces? — Le vuelvo a susurrar, aunque el simplemente le sonríe a la chica del otro lado de la acera. Caminamos, su mano se siente cálida, pero sudorosa.

Sarah tiene una mueca, se ve molesta. Creí que Cody exageraba cuando la describía, pero ahora veo que se quedó corto. No es que sea fea, al contrario, su rostro tiene muy bonitas facciones, tiene los ojos color marrón oscuros y unas cejas pobladas hermosas, pero tiene un rostro asesino ¿Saben? Como si en cualquier momento sacara un cuchillo y dijera "¡Aaaquí está Saraah!" Mejor dicho, un hacha, va más con su estilo. Lleva puesto un vestido rosa, el cual hace resaltar sus piernas corpulentas.

Cody me suelta cuando llegamos al otro lado y yo, discretamente, me limpio la mano con mi sudadera — Vaya, que lindos se ven — Comenta Sarah. Tiene las manos cruzadas, aunque ya relajo su expresión, pero sigo creyendo que nos quiere matar — Lo sé, pero en especial él — Dice Cody, con una sonrisa marcada — Oh, no, no, ¿Cómo crees... A-amor? Tú eres súper lindo — Decir la palabra amor ocasiona que quiera vomitar, no porque sea de esos apáticos que se creen diferentes, sino porque me siento extraño al decirla refiriéndome a Cody. Se limita a sonreírme. Sarah baja los brazos y se voltea — Bien, ¿Entramos? — Estaba tan atareado que no me fije en el edifico naranja frente a nosotros. Me imagine de otra forma al orange, pero igual es lindo, su fachada está dañada por el tiempo y, en la parte superior, está un gran letrero negro que, en letras blancas, tiene escrito Orange con bombillas en las orillas, aunque no están encendidas, claro, porque es aún temprano.

♫Nos sentamos en una mesa de madera con banquillos de barriles, todo el lugar tiene este estilo, como antiguo pero, a la vez, vanguardista — ¿Qué van a querer? — Pregunta una chica con uniforme color negro, aunque con cuello y, en la parte inferior de las mangas, blanco — Yo un café expreso — Se adelanta Sarah, dejando la carta marrón a un lado — Yo un capuchino — Le sigue Cody, me mira y, con una sonrisa torcida, intenta articular algo — ¿Y tú... Amor? — Se ve nervioso y su voz tiembla. No lo dice, pero puedo ver que le cuesta decirle amor a otro chico en público, dios, pero que pesada puede ser una persona como para obligar a alguien más a hacer esto, pero en la defensa de Sarah, Cody es quien la invito a una cita, o algo así tengo entendido — Yo una malteada de chocolate, gracias — La chica recoge nuestros menús y se va. Sarah recarga su barbilla sobre sus manos y nos ve, algo extasiada — Bien, ¿Entonces son novios, eh? — No se ve convencida, y tengo miedo de qué nos pueda pedir para probarlo, hacerlo de verdad — Sí, desde hace dos meses ¿No Taylor? — Asiento y recuesto mis brazos sobre mis piernas — Oh, vaya, entonces no les molestará — Sarah baja sus brazos y se pone un poco más firme — ¿Qué cosa? — Pregunta Cody, confundido. Yo igual lo estoy, aunque tengo una idea de a lo que quiere llegar y, para ser sincero, no quiero — Darse un beso — Dice Sarah la pesada. Demonios, debí decir que estaba enfermo o algo y que no podría venir, aunque pensándolo bien, fue Cody quien debió hacerlo — ¿Qué? ¿Aquí? — Cody se ve demasiado inquieto y febril, como si en algún momento se fuera a desmayar — Sí, aquí, ¿Por qué, te incomoda? Si debieron hacerlo un millón de veces durante los dos meses, ¿Qué tiene de diferente? — Sarah está decidida, al igual que yo. Toco con la yema de mi dedo índice el hombro de Cody y, cuando se voltea, me inclino para besarlo.

Es extraño y divertido a la vez, mientras otras personas están secando la ropa o lavando alguna cosa, yo estoy aquí, juntando mis labios con los de Cody Faulkner. Podrá ser mentira, pero este beso no lo parece, pueden pasar varias cosas a partir de ahora, como una telaraña unidireccional. Algo tan diminuto como dar un salto entre una diminuta brecha, o algo tan grande, como un terremoto devastador, pero eso ahora no importa. El mundo sigue haciendo lo mismo, girando, como siempre lo ha hecho, a nuestro alrededor.         ♫

Aunque no te quiero [En pausa]Where stories live. Discover now