- Capítulo once - Junto a las manillas de un reloj.

946 118 35
                                    


Cody


El celular se resbala de entre mis manos. Parpadeo un par de veces y me limito a escuchar el estruendo que ocasiona al chocar el teléfono contra el suelo. Me siento pesado y decaído, como una plasta de plasma que lucha por quedarse en el suelo y no pararse nunca más.

Deslizo mi pie sobre el piso y lo ubicó por encima del aparato, lo presionó lo más fuerte que puedo. El crujido ensordece el sonido del exterior, mi alrededor parece ser ahora tan insignificante.

Intento discernir mi situación, una disyuntiva que no comprende de sentimientos.

— ¿Cody? — Inquiere una suave y tenue voz detrás de mí.

Doy media vuelta, intrigado.

— ¿Sarah? — Cuestiono, a la defensiva — ¿Qué haces aquí? — añado.

— Vine a comprar un vestido para el cotillón, ¿Y tú? — desvía su mirada hasta topar con mi celular destrozado — ¿Y eso? ¿Qué pasó?

Rasco mí nuca en busca de alguna respuesta coherente que no esté relacionado con la oración el chico que me gusta me dijo amigo. Ahora sería bueno que Sarah fuese la misma obstinada y psicópata de siempre, pero, por alguna razón, ahora su voz tiene un tañido dulce y suave, y su apariencia ya no contiene ese ensamble de "acércate y no volverás a ver la luz".

— Se me cayó — Miento — Se golpeó contra el pavimento demasiado fuerte y, pues, ya no se pudo salvar.

Esbozo una sonrisa ondulada que hace visible mis dientes y, a simple vista, el pequeño colmillo que poseo, es algo así como mi marca personal.

Jugueteo con la punta de mis dedos. Es de esos momentos donde el silencio incomodo acapara todo, donde mentalmente dices trágame tierra.

— Y... — duda de lo que dirá — ¿Qué harás, ahora?

«Llorar en mi habitación viendo alguna película que habla sobre los amigos» Digo para mis adentros.

— No tenía pensado hacer nada en realidad, ¿Por qué?

— No lo sé, quizá quieras ir a orange — Con velocidad añade — Claro, como amigos.

Siento comezón en mi sien, pero, por alguna razón, incluso rascarme me ocasiona incomodidad.

— Claro, por qué no — Respondo, como si fuera mi única opción.

Un claxon suena por atrás de Sarah. Gira su cabeza para observar, el conductor le dice algo y ella agita la cabeza de arriba hacia abajo.

— Es mi papá, me va a llevar a comprar unos tacones, ¿Te parece si nos vemos en una hora, en orange?

Asiento, con una sonrisa torcida y, ella, simplemente se va.

Doblo mis rodillas para hincarme y tomar el celular, el cual está más destrozado que mis sentimientos, es decir, hecho añicos.

La apariencia de un chico me llama la atención, es familiar. Deslizo mis ojos por todo su cuerpo, aunque no es de mucha ayuda ya que está de espaldas. La curva que se forma entre su trasero y la espalda baja forman una especie de ese.

— ¿Alex? — Murmuro, aunque no lo suficientemente bajo, ya que al parecer me escuchó.

Cuando se voltea, puedo notar con mayor claridad la sudadera azul que tiene en letras doradas "SUGAR" además de unos jeans rosados y unos tenis que van a juego con la sudadera. Su cabello está alborotado, su nariz es fina, aunque un tanto chueca.

Husmea con la mirada todo el entorno hasta que se topa conmigo. Una delgada y ligera sonrisa se pinta en su rostro. Me saluda agitando la mano y empieza a dar unos pasos que van en dirección mía.

— ¡Primo! — Exclamo con una alegría que ni siquiera yo me creo — ¿Qué haces por aquí?

Claro, no sería un parque sin perros.

— Vengo a recoger a alguien, ¿Y tú?

— Vivo aquí, qué sorpresa, ¿no?

— Jaja, claro — Titubea. Su caminar es descuidado y algo lento.

No sé qué le ve Taylor, ni siquiera es tan guapo de cerca.

— Y... ¿A quién vienes a recoger? — Balbuceo, para mantener la conversación.

— A un amigo — Duda. Voltea a ver al cielo y forma una "O" en su boca — ¡Cierto! tú ya sabes. Vengo por mi novio.

El énfasis que hace en la palabra novio ocasiona que quiera vomitar, o morir, cualquiera es favorable ahora.

— Es tan lindo, ¿Sabes? — Menciona, acercándose unos pasos más.

Cada palabra que insinúa sobre Taylor, es como una navaja a mi corazón. Repito tanto lo que siento que se ha vuelto en un aliciente para mí, Taylor era mi estímulo para seguir con la farsa, porque, de alguna forma, esa mentira se transformó en una verdad para mí.

Una persona de baja estatura sale de una tienda de artículos musicales. Alex voltea con cautela y después vuelve a verme, sonríe ansioso y estira la mano en dirección al chico.

— Él es mi novio — Alude.

Siento como si mi corazón parara de latir por un par de segundos, una melancolía y confusión se extiende por todo mi ser.

— ¿Tu novio, es él? — Cuestiono, perplejo e intrigado.

— Sí, te lo acabo de decir — Suelta una pequeña risilla que quema mis tímpanos.

No sé si sentirme aliviado, o enojado. La persona que va de pareja junto con Alex, no es Taylor. 

Aunque no te quiero [En pausa]Место, где живут истории. Откройте их для себя