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Álvaro

—¿Podemos decir que te enamoraste de Silvia con una foto?—Lucía sonríe haciendo que yo haga lo mismo

—Era preciosa, tenia 4 años pero... Tenia unos ojos gigantes, tan azules como el mar. Me quedé embobado mirándola hasta que Castelo entro y me vio. Me conto que era su hija, su Silvita y desde entonces siempre utilizo ese diminutivo, aunque a ella no le guste. Cuando Silvia cumplió los 18, yo ya había terminado la carrera. Su padre me invito a su cumpleaños, para él era un hijo más. Ese día Silvia me beso y te puedo asegurar que nunca me habia sentido tan bien—Lucía sonríe sin apartar su mirada de mi—Luego yo empecé a trabajar y ella empezo la universidad y nos distanciamos, no nos vimos por años hasta que llegue aquí. Y en ese momento que la vi en la cafetería, supe que no la habia olvidado y que mucho menos habia dejado de quererla.—Suspiro mirando mis manos—Nuestra relación nunca ha sido fácil, siempre por ella o por mi algo fallaba y se iba todo a la mierda. Pero en ningún momento deje de quererla.

—¿Que tal llevas que se haya ido?

—Fatal. Se me hace muy raro no verla por el pasillo o chocarme con ella por ir distraído mirando unos informes. Echo de menos no despertarme con ella, no besarla, no oírla reír—Mis ojos se humeden rápidamente—La echo mucho de menos.

—Es normal, hace solo un día que se fue.—Lucia acaricia mi brazo por encima de la mesa

—Ella solo me queria a su lado cuando estaba sola, cuando tenia algún problema o cuando se aburría. Si me quisiera de verdad no se hubiera ido.—Lucía niega.

—Ella te quiere, se la nota mucho. Solamente lo pasó muy mal en el secuestro.

—¿Te crees que yo no? ¿Sabes que es lo peor de todo? Que sé que por mucho tiempo que pase, nunca dejare de quererla.

—Con el tiempo irá doliendo menos.

—Me tengo que ir—Lucía cierra la libreta y se levanta—Mañana si tengo un hueco vengo.

—Cuando quieras.

Me doy la vuelta para irme pero antes de salir me giro.

—Lucía, gracias.

—Nada—Sonríe levemente.

Salgo de la consulta, llenando mis pulmones de aire. Espero algún día poder olvidarme de ella, que deje de dolerme que me haya dejado. Aunque sé que eso es imposible, nunca podré dejar de quererla.

Silvia

Miro el bolsillo viendo que casi no me queda nada de dinero. El hotel no era tan barato como yo creía y en los cuatro días que llevo aquí, me ha hecho gastarme casi todo el dinero.

Me siento en la cama notando como un nudo se pone en mi garganta impidiéndome respirar normal.

—¿Y ahora que hago? ¿Como voy a aguantar con 50€?

Pongo mis manos en mi vientre suavemente.

—¿Que vamos a hacer?—Susurro. Oigo como llaman a la puerta, por lo que me levanto de la cama para abrirla.

—Hallo—Veo como la de recepción entra en la habitación.— Sie müssen den Raum bezahlen.

Niego con la cabeza al no entender que dice.

—Yo, no tengo dinero—La mujer me mira esperando—No puedo pagarla.

— Kein Geld, kein Platz.—La mujer se va dejandome sola.

Cierro la puerta dejandome caer al suelo, con las lágrimas cayendo por mis mejillas.

No puedo pagar una habitación, no puedo comprar comida. No tengo dinero oara volver a España. Que voy a hacer aquí...

Solamente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora