CAPITULO 5 - Paolo Greco

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Miércoles 02:30 am

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Miércoles 02:30 am

Era de esperarse, ha despertado; sus parpados adornados por pestañas negras y largas se empiezan a mover, sus tupidas cejas se alzan como preámbulo, pero no puedo permitirle que vea lo que está sucediendo, eso podría ocasionar que se aleje de mí. Deprisa pongo mi mano sobre sus ojos dándole un beso, aunque no puede ver nada, sabe que se trata de mí y lo corresponde. Luego interrumpe mi beso para preguntarme.

- Paolo, qué está pasando, qué es ese ruido y por qué hace tanto calor-. Me encuentro acostado sobre él apoyando mis codos de cada lado. -¿Confías en mí plenamente en mí?- sin titubear dibuja una sonrisa en esos hermosos labios rosados y me responde con su grave voz... susurrada –sí, sí lo hago- vuelvo a darle un beso –entonces no abras los ojos por favor- él asiente y lentamente quito mi mano sobre su rostro dándole una caricia en su mejilla.

Aún no sé cuánto tiempo pueda protegerlo, este demonio está descargando todo su poder sobre nosotros y aunque pude crear esta barrera, mi cuerpo está absorbiendo todo el daño. Pero haré lo que sea por él, para que siga siendo quien es ahora.

Giro mi cabeza hacia atrás y ahí está, de pie con un placer en su mirada al verme sufrir mientras protejo con mi vida a uno de ellos; sus uñas... más bien garras, se alargan; son gruesas, muy afiladas y continúan encendidas, se impulsa lanzándose sobre nosotros, no escatima en fuerzas, pretende acabar con los dos al tiempo...

MOMENTOS ANTES

Miércoles 00:30 m

-¡Han sido dos días de fiesta geniales! El sitio, la música, el trago...-

-...los chicos...

-Ja, ja, ja, ja. Me imagino, no hiciste más que coquetearles a ellos y a las chicas por igual. Deberías definirte.

-Tú también los miraste; el que te cohíbas a coquetearles es algo muy diferente.

Detengo el auto frente a un edificio -¿Aquí es donde vivo?- me pregunta algo desorientado con las palabras balbuceadas. Desde el balcón del tercer piso le grita una mujer en pijama, lleva esos tubos para el cabello que usaban hace un par de décadas, de los que creí que ya no se encontraban.

-¡Cristian! Qué son estas horas de llegar, dijiste que estarías en casa de tu hermana... ese viejo del piso 7 intentó matarme y tú ni enterado, me disparó con su rifle... ah pero ya llamé a la policía...-

-Creo que sí es tu casa- le digo en tono de burla. Su mamá sigue gritando desde el balcón, en su mano alcanzo a divisar un rosario, lo deduje por la Cruz que brilla con la luz de la calle. Luce algo cansada, al parecer estuvo rezando toda la noche; realmente estaba preocupada. Es triste porque las personas no aprendemos con sermones, son las vivencias las que nos forman. Una experiencia vale más que mil consejos y es algo que ella deberá aceptar.

El Portal de los DemoniosWhere stories live. Discover now