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P.O.V. Camila

<Habana - Cuba>

— En serio madre? Por qué debemos irnos? Por qué no puedo quedarme con la abu Meche?

— Ya te lo he explicado Camila, no sigas reclamando y ayúdame a empacar. -no podía creerlo, mi madre estaba totalmente loca! Quería dejar Cuba para ir a un país totalmente desconocido para nosotras, lo perdería todo, mis amigos, mi familia, mis raíces!

— Pues no lo haré, no iré, no puedes hacerme esto! -dije cruzándome de brazos. Ella se acercó a mí, me tomó del rostro con ambas manos y depositó un dulce beso en mi frente.

— Por favor mi niña, no podemos quedarnos aquí, debemos irnos cuanto antes. Por favor cariño. -pronto unas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, no podía ver a mi mamá llorar, pero no entendía por qué debíamos irnos, no entendía por qué papá no volvía de su viaje de negocios y mamá tampoco me lo explicaba.

— Lo haré, pero con la condición de que me digas por qué debemos irnos, si por lo menos me lo explicaras madre, lo entendería. -dije tomando sus manos entre las mías. Suspiró rendida, se sentó al borde de la cama y comenzó a explicármelo todo.

No podía creer todo lo que escuchaba, esto debía tratarse de una horrible pesadilla. Una vez que finalizó, me miró con los ojos aún llorosos y me preguntó;

— Puedes hacer esto conmigo? Por favor... -suspiré y asentí, no pude pronunciar palabra, me sentía aturdida, Sofía correteaba por la casa, despreocupada y ajena a lo que estaba sucediendo, fui hasta mi cuarto y comencé a empacar mis cosas lo más rápido que pude.

Pasaban las horas y cada vez quedaban menos cosas en la casa, el camión de mudanza ya estaba allí, prácticamente sólo quedaban los muebles, mis mejores amigas habían ido a ayudar también, pero no les dije el motivo por el cual nos estábamos yendo. Ya cuando estuvo totalmente vacía la casa, me despedí de mis mejores amigas y subí al coche junto a mi madre y hermana, nos dirigimos a la casa de mi abuela para la despedida, apenas tuve tiempo de darle un abrazo y un beso, mi madre repetía que ya se nos hacía tarde y el vuelo salía a tal hora.

El coche quedó en la casa de mi abuela, desde allí fuimos en taxi hasta el aeropuerto, cuando llegamos bajamos las maletas y nos dirigimos a la zona de embarque. Aún me costaba creer que todo esto estaba sucediendo, me pellizcaba el brazo para saber si estaba despierta o si era sólo un mal sueño, pero no era un sueño.

— Prometo que vamos a recuperarnos y saldremos adelante hija, te lo prometo. -dijo mi madre acariciando mi mejilla, le regalé una sonrisa nostálgica.

— Lo sé madre. -fue lo único que pude pronunciar, pues sabía que si hablaba demás, lloraría por todo.

Una vez que subimos al avión caí profundamente dormida, sólo serían un par de horas viajando, pero me había agotado lo de la mudanza.


<Miami Florida - Estados Unidos>


Horas después sentí que mi madre me despertaba, ya habíamos llegado, no podía creerlo, sentía como si recién hubiera cerrado los ojos. Miré por la ventanilla y veía las señalizaciones de la pista de aterrizaje. Oí que por los altavoces repetían que nos quedemos en nuestros asientos hasta que el avión aterrice y las aeromozas den el OK para sacarnos los cinturones y poder bajar del avión.

Una vez que bajamos del avión y fuimos a recoger nuestras maletas, nos dirigimos a la salida y tratamos de conseguir un taxi, pero aquí todos eran muy rápidos y casi no te daban tiempo de llamar un taxi porque ellos ya lo tomaban, esperamos casi media hora hasta que finalmente conseguimos uno libre.

Yo subí al coche y mi madre me colocó a Sofía en los brazos porque se había quedado dormida, mientras ella subía las cosas al maletero con el señor del taxi, una vez terminado el trabajo subieron al coche, mi mamá le pasó una tarjeta y el conductor se puso en marcha. Prácticamente llegamos en dos horas al lugar, el tráfico aquí es mucho más complicado y estresante que el de Cuba, sigo pensando que es un tremendo error estar aquí, pero le daré una oportunidad.

Cuando llegamos a la casa nueva no podía ni quería creerlo, era una pocilga, el taxista nos ayudó a bajar las cosas y se marchó, quería gritarle que se detuviera, que me lleve de nuevo al aeropuerto, pero no podía. Mi mamá sonrió tristemente, sacó un manojo de llaves de su bolso y se dirigió a la puerta, la abrió y encendió las luces, todos los muebles estaban cubiertos por blancas sábanas, me adentré y miré alrededor, esto era peor que una pesadilla, mi madre tomó a Sofi de mis brazos y la llevó hasta una de las habitaciones.

— Camilita, podrías meter las maletas? -pidió mi madre desde la habitación, resignada salí de nuevo al patio y comencé a meter las maletas una por una, cuando fui por la última maleta vi que todas las casas vecinas eran horribles, definitivamente mi madre nos trajo en un barrio marginal y fuera del mapa.

Entré y cerré la puerta con fuerza, luego me arrepentí porque pude haber tumbado esa vieja y horrible puerta, saqué una de las sábanas de los muebles y encontré un viejo sofá de cuero, me senté y casi termino en el suelo, ya que se hundió hasta prácticamente tocar el piso.

Cerré los ojos, quería llorar, gritar, maldecir... pero no podía, yo no era así, debía adaptarme por el momento, sabía que mi madre nos sacaría de esta miseria.

— Sé que no es una mansión, que carece de lujos y comodidades, pero esto es temporal Camila, pronto conseguiremos todo nuevamente. -sentí la mano de mi madre en mi hombro. No dije nada, asentí sin muchas ganas. — Por ahora, compartirás la habitación y cama con tu hermana, yo dormiré aquí en uno de los sillones, ya mañana cuando lleguen las cosas podremos ubicarnos mejor. -no tenía ni ánimos de reclamar ni reprochar nada, me levanté y me dirigí a la habitación, ni siquiera me molesté en sacarme el calzado y me tumbé sobre la cama, debía descansar, mañana de seguro sería peor.

Accidentalmente Enamoradas  (CAMREN G!P)Where stories live. Discover now