Capitulo; 12

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Los conejos estaban masticando las agujetas de los zapatos de Emil.

Peter se sentó en el sillón de la gran sala de Emil, con su regazo lleno de cachorros moviéndose, mientras que los gatos ronroneaban mientras escalaban en sus brazos y estaba tejiendo arándanos y sonriéndose alegremente a Emil.

Emil, por el contrario, estaba sobre sus manos y rodillas delante de una cubeta de metal lleno de arena húmeda, murmurando y girando el tronco del árbol de Navidad. Era su cuarto intento para poner el árbol recto.

-Se ve bien para mí -dijo Peter alentándolo. Emil no le hizo caso y el chico angelical apenas rodó los ojos y anudo una cadena de arándanos rojos.

Todo el piso inferior de la mansión del empresario se llenó con el olor fresco de la Navidad. En el momento en que el reloj de la chimenea dio las once, el árbol fue decorado, y las escarchas verdes colgaban a lo largo de la casa. Los lazos con cintas de color rojo, cedro y laurel, pino y acebo colgaban de los cuadros y espejos y envueltos alrededor de los peldaños más bajos de la gran escalera. Había velas en la mesa grande en la sala y al lado de las velas, jarrones con rosas rojas y los más exquisitos lirios blancos. Los conejos, perros y gatos estaban metidos en sus cestas bajo el árbol, agotados después de una noche de perseguir una cadena de arándanos - y los zapatos de Emil.

-Ahora parece que la Navidad esta aquí -dijo Peter felizmente, poniendo sus manos sobre sus caderas. Se volvió justo a tiempo para atrapar la cara de Emil.

El empresario estaba junto a él, en silencio y mirando el árbol. Su expresión era desnuda y abierta y por un breve instante se lleno de tanta desolación que Peter fue incapaz de respirar.

El más pequeño se acercó y tocó el brazo de Emil. Porque tenía que hacerlo. Debido a que sintió que el necesitaba que lo tocaran mientras revivía parte de su memoria.

-¿Estas bien? -le susurró en voz baja, -¿Qué pasa¡?

Emil metió las manos en los bolsillos, una medida que Peter estaba empezando a reconocer. Él sospechaba que las manos del hombre mayor estaban en puños apretados. Emil a lo largo de los años, aprendió a ocultar sus emociones del mundo.

-No he tenido un árbol de Navidad desde que tenía ocho años. -Emil no miró a Peter. Se quedó mirando al árbol.

Peter vio al hombre con esta horrible sensación de hundimiento. -¿Quieres deshacerte de el?

-No -el empresario dijo, sacudiendo la cabeza. -No es el árbol. Nunca tuve tiempo para uno. Yo estaba trabajando muy duro, y luego, cuando tuve el tiempo... -Se encogió de hombros. -Simplemente no me importaba nada

-¿Quieres hablar de ello?- Pregunto el chico

-No -dijo Emil, riendo sin humor.

-Creo que tal vez deberías -Insistió Peter en voz baja, -puedes decirme cualquier cosa, Emil... tú... tú puedes dejarme entrar

El empresario no miro a chico a los ojos, pero él se volvió y dio dos pasos en la habitación, con el rostro oculto en la sombra de la puerta. Su espalda se enfrento al más joven. -Yo no nací en la riqueza. Me he ganado cada centavo que tengo. Lo que dijiste la otra noche me hizo pensar en lo que soy, Peter. Por qué soy así. He puesto al dinero antes que todo lo demás en mi vida. -Se volvió hacia Peter entonces. -Creo que es verdad

-Mi padre fue asesinado cuando yo tenía ocho años. Nadie sabia nada excepto la policía ellos dijeron que fue un intento de robo. Mi madre murió dos semanas después. Ella estaba buscando un trabajo y fue atropellada, murió de un derrame cerebral. Yo viví con mi abuelo por un tiempo, pero él tenia cáncer y luego a los años murió. No importa lo duro que cualquiera de ellos trabajara, no importa lo mucho que lo intentaran, nunca hubo mucho dinero. No tengo un montón de recuerdos de la infancia, a excepción de que he perdido a todos los que me importaban, y que teníamos poco tiempo juntos de todos modos, porque siempre estaban trabajando tan duro. -Emil miró alrededor de la habitación, su mirada se detuvo en cada una de las piezas de arte invaluable que adornaban las paredes.

Fallen Angels ©Onde histórias criam vida. Descubra agora