Alessandra Marzolini lo tiene todo: belleza, popularidad y al mejor novio del internado.
Bruno Brachielli es todo lo que ella odia en un chico: arrogante, mujeriego y conflictivo.
Regresa a su vida para poner todo patas arriba. Hace años que no s...
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Nuestras bocas se separan y al sentir sus ojos estudiarme con deseo caigo en lo que acaba de suceder. Justo lo que no quería que pasase entre nosotros. Siento las lágrimas escocer en los ojos y me sumerge en el agua, escapándome con dificultad de sus manos. Nado bajo agua hasta el embarcadero y salgo fuera del lago. Solo llevo la ropa interior negra y está completamente empapada. Me agarro con mis finos brazos intentando calentar mi cuerpo y doy saltitos hasta mi roja. Me escurro el pelo, para eliminar la máxima cantidad de agua. A lo lejos veo como Bruno empieza a nadar hacia mí. Me sacudo el cuerpo, con el inútil intento de secarme y resoplo vencida.
No estoy preparada para lo que viene ahora. ¿Qué significa para él lo que acaba de pasar? No quiero que haya malentendidos. Si solo estaba quitándose las dudas o cediendo a la atracción física no puedo seguir adelante. No cuando lo que yo siento supera todo lo físico. Para mi ese beso lo ha significado todo. Si antes tenía claro que lo que sentía por él iba más allá a la amistad ahora no cabe duda que mis sentimientos son muy fuertes. Tan fuerte que temo estar enamorándome. Quizás siempre lo he estado y ahora sólo han despertado los sentimientos. ¿Cómo sobrevivir a su rechazo después de involucrarme tanto? Una cosa es fingir ser solo su amiga y otra muy distinta es ser amigos con derechos extraños.
Me ponga la camiseta intentando aliviar el frescor del viento que se ha empezado a levantar. Bruno se sujeta con los brazos a la madera y se impulsa para incorporarse al embarcadero. Sus músculos flexionados me hacen perder la cabeza dándome ganas de volver a lanzarme a sus labios. Contrólate.
— ¡Ostia puta que frío! —grita mientras se abraza y salta cómo hace unos minutos he hecho yo. Verlo así me provoca una pequeña sonrisa, que me hace olvidar de nudo que tengo en el pecho.
Se sacude el pelo en el aire y busca entre la hierba su ropa. Nos vestidos en silencio y sin mirarnos a penas. Siento su mirada atravesarme el cuerpo mientras me calzo los jeans. Tengo taquicardia, y se me nubla la vista de los nervios. ¿Y si lo perdemos todo de nuevo? Todo por una estúpida tentación. Tenía que haber impedido ese beso. Yo... yo tenía que haberlo impedido.
— ¿No piensas hablar de lo que ha pasado? —pregunta.
No soy capaz de enfrentarlo, así que sigo a lo mío y termino de cerrar la cremallera. Al notar el silencio agrega:
—Less —se acerca a mi lado y me gira—, no hagas esto —lo miro con el ceño fruncido—. No lo estropees.
— ¿Estropearlo? —le digo al fin alzando la voz por los nervios—, no tendría que haber sucedido.
— ¡¿Porque?! —pregunta exasperado. Niego en silencio y se pone las manos sobre la cabeza.
—Porque vamos a arruinarlo todo. Después de tanto años al fin volvemos a ser nosotros mismo y... no quiero perderte.
Suelta una carcajada inclinando su cuello hacia atrás.
— ¿De verdad tienes miedo a perderme por eso? —pregunta sarcástico. Asiento con las manos temblando. El recuerdo de sus labios sobre los míos aun me provoca escalofríos. Suelta aire por la boca y me agarra de los hombros mirándome fijamente—. No vas a perderme.
