Capítulo 2: Nuevas Emociones

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Me quedé observando el techo durante casi una hora. Daba vueltas y vueltas en ese ínfimo sofá buscando algo de comodidad. Y, para mi mala suerte, no pude encontrarla en toda la noche.

Sin importar más, destapé mi cuerpo y me incorporé. Me quedé sentada unos segundos e inmediatamente me dediqué a pensar, como solía hacerlo durante los últimos días.

Mi madre falleció dejándome completamente sola en el mundo. Cada vez que volvía a recordar su rostro, un nudo se formaba en mi garganta y algunas lágrimas se apoderaban de mí. Intentaba no llorar, aunque sinceramente no se me daba muy bien. Ella siempre solía decirme que en la vida, sin importar lo que sucediera, había que ser fuerte. Y yo, intentaba seguir su consejo, aunque no siempre diera resultado.

Me levanté y me coloqué mis zapatos. Arrastré los pies hasta la pequeña cocina de la casa y abrí la heladera. Tres botellas de cerveza, una de champaña, cinco de vodka y otras cosas más que no reconocía. Una caja de pizza que parecía vacía y un limón podrido.

¿Cómo rayos se alimenta este hombre? Pensé, oyendo como mi estómago gruñía a causa del hambre.

Frustrada por no encontrar ni una botella de agua o jugo, cerré la heladera y empecé a revisar las alacenas.

Nada.

Ni un saquito de té, ni un salero o un paquete de galletas. Todo se encontraba absolutamente vacío.

Un poco más enfadada que antes, agarré un vaso, el cual estaba sucio para intentar hidratarme. Lo lavé, lo sequé y me serví agua del grifo.

Observé la hora en el reloj de mi móvil. No contaba con más tiempo, debía dirigirme al nuevo instituto para retirar el uniforme y como siempre, estaba llegando tarde.

Me encaminé hacia la esquina del pequeño comedor, en donde se encontraba mi "armario", que en otras palabras, no era ni mas ni menos que mi maleta. Allí rebusqué entre mi ropa y me decidí por algo cómodo y sencillo.

Algo preocupada por no saber nada sobre René, toqué la puerta del baño una, dos y tres veces. No hubo respuesta, por lo que asumí que mi padre no se encontraba allí dentro, por lo que ingresé al baño.

—¡Sal de aquí, mocosa! ¿Qué no ves que está ocupado?—gritó y cerró la puerta de un portazo.

Y otra vez volvía a tratarme como una basura.

Decidí ir a cambiarme a su habitación pero en el momento en el que abrí la puerta me arrepentí de siquiera haberlo intentado. Un olor nauseabundo inundó mi respiración en menos de un segundo. Olor a alcohol, tabaco y sexo. Una combinación realmente desagradable.

Sin dudas, cerré la puerta y decidí ir a cambiarme a la sala. Imposible. Dos días allí y no pude notar que las ventanas no tenían cortinas. La calle entera podía ver el interior de la sala.

Empecé a buscar un sitio con un poco de privacidad. Me percaté de una puerta que no había visto antes. Pensando que era un closet o un armario, abrí la puerta encontrándome con unas escaleras hacia abajo. Algo sorprendida busqué el interruptor de la luz y cuando lo hallé, decidí bajar las escaleras.

El lugar era una especie de sotáno, total y completamente olvidado. Telarañas por todas partes, cucarachas muertas y tal vez pude oír a alguna rata. Había cajas apiladas, muebles y hasta una cama. También, en el suelo se podían encontrar botellas de alcohol rotas, preservativos usados y viejas colillas de cigarrillos, entre otras cosas desagradables. El olor era insoportable, pero no tanto como el de la habitación.

El piso de madera rechinaba con cada paso que daba y eso me molestaba demasiado. Recorrí un poco más el lugar. Era grande y espacioso, pero obviamente no tenía ventanas, por lo que la luz era bastante tenue. En una esquina, al fondo, pude notar una puerta que llamó mi atención.

Black Soul   |Completa|Where stories live. Discover now