Capítulo tres

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Richard

Apenas Jenna me da la dirección entre sollozos tardo alrededor de 10 minutos en llegar a un lindo edificio, no me sorprende. La familia Jones es una de las mas adineradas de toda Inglaterra.

Por el rabillo del ojo capto un movimiento y si mi memoria no me falle el maldito infiel al que Jenna llama prometido, la ira surge en mi interior al verlo pelear con el papá de Jenna, el señor Alex Jones. Me bajo del auto y cierro de un portazo la puerta llamando la atención de los 2 hombres frente a mí.

—Es mejor que te vayas de aquí, Taylor –dice Alex en un tono serio.

—No me iré sin hablar con Jenna –dice firme.

Creo que Jenna los escucho porque de un rápido movimiento sale del auto y camina hacia el tal Taylor, y no me sorprende la fuerte cachetada que le da al bastardo infiel.

—¡Tú maldito infiel, vete a la mierda! ¿¡Cómo pudiste hacerme esto!? ¡Todo el mundo esta hablando de los enormes cuernos que me pusiste con tu maldita jefa, bastardo! –le sigue gritando y Alex trata da meter a la fierra que tiene como hija.

Me acerco cuando creo que es suficiente el maldito teatro que están haciendo, Taylor se trata de acercar a Jenna, pero me pongo en medio de ellos 2.

—No te atrevas a tocarla –le digo con tono amenazante.

—¿Quién demonios eres? ¿Eres el amante de esta zorra? –dice viéndome de arriba abajo.

No le dio tiempo a decir más cuando de un solo golpe en la nariz lo mando al suelo. Se agarra la nariz y cuando quita su mano puedo ver claramente algunas gotas de sangre, pero no me importa ninguna mujer merece ser llamada de esa manera.

—Será mejor que te vayas de una puta vez, no aguanto más ver tu patética cara –le digo.

—Richard, hijo –me llama el señor Jones.

—Richard, por favor –dice Jenna en un sollozo.

No tienen que decir nada, me acerco rápidamente a ella y la agarro en mis brazos para subir en el ascensor que ya habían llamado. Siento como esconde su cara en el cueco de mi cuello para soltar leves sollozos.

—Tranquila todo está bien, Jenna —le doy un beso en la cien.

El ding me indica que ya hemos llegado al piso indicado apenas pongo un pie fuera y vea a la mamá de Jenna venir hacia nuestro encuentro.

—Mi niña —dice preocupada.

—Ella esta bien, Olivia —le hago saber.

Es entonces cuando ella levanta la mirada que veo reconocimiento en sus ojos, me da una pequeña sonrisa.

—Richard, cariño –me dice dulcemente.

—Voy a llevar a Jenna a su habitación –le hago saber.

Me da un asentimiento con la cabeza y me indica la puerta del departamento. Cuando entramos no detallo mucho solamente lo sofisticado que es, Olivia me indica cuál es su habitación y me dice que va a hacer una llamada.

—A partir de aquí puedo yo –le doy una sonrisa cariñosa.

La veo salir y me dirijo a la cama de la mujer que tengo en mis brazos, la pongo lentamente y cuando tengo la intención de pararme ella agarra mi brazo y abre lentamente sus ojos.

—Quédate conmigo, Richard —dice con voz quebrada.

En sus ojos puedo ver el pesar y la tristeza.

—Solo hasta que te quedes dormida –le hago saber.

La sonrisa que me da no debería de ser tan resplandeciente.

Me acerco a la cama y me acuesto cerca de ella pero Jenna tiene una mejor idea. Su cabeza se apoya en mi pecho junto con una de sus manos, una de sus piernas se enredan con las mías y suelta un suspiro.

—¿Estas cómoda? —le pregunto con una risa disimulada.

—Mmm —dice medio dormida.

Minutos después con una de mis manos pasándola por el cabello de Jenna analizó la situación en la que me encuentro. No hace mucho pasaba por la misma situación cuando encontré a mi ex novia teniendo sexo con uno de mis socios.

—Richard, por favor déjame explicarte —me dijo con lágrimas en los ojos.

—Lina, basta —le digo con un nudo en el estómago.

Ese recuerdo me sigue rondando por la cabeza, ese día después de verlos me emborrache y Max me tuvo que ir a buscarme.

Sacudo un poco mi cabeza para dejar ir esos recuerdo y concentrarme en la chica que tengo encima de cuerpo. Pensar en tanto causa que me termine durmiéndome yo también.

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Jenna.

Trato de abrir mis ojos, pero el cansancio no me lo permite, me toma algunos segundos tratar de abrirlos y cuando lo hago puedo ver que estoy en mi habitación.

Pero no estoy sola.

Siento algo fuerte y duro debajo de mi cuerpo, dirijo mi mirada y puedo ver un rostro en suma tranquilidad. Sus brazos están alrededor de mi pequeña cintura y sus piernas están enroscadas con las mías. Y es cuando caigo en cuenta que le pedí que se quedara.

—Déjame decirte que babeas mucho cuando duermes –su voz suena ronca.

Abre sus ojos y me quedo sin aliento cuando esos hermosos ojos entre grises y azules se conectan con mi mirada, sus manos se deslizan por mi espalda baja haciendo que una pequeña electricidad me sacuda todo el cuerpo.

—Es mentira –le digo tratando de sonar normal.

Sus manos que antes estaban en mi cintura pasan a estar cruzadas detrás de su cabeza haciendo que sus brazos adquieran más fuerza y haciendo que se me seque la boca.

—No lo creo, la mancha que tienes en el mentón dice lo contrario –dice riendo.

Inmediatamente trato de limpiar la baba porque si a veces babeo, su risa me detiene por completo y entiendo que estaba haciéndome una broma.

—Eres un maldito –golpeo su pecho.

—Nada de golpear a tu invitado –trata de parar mis golpes.

Sin hacerle caso sigo golpeando su pecho y en un movimiento rápido me encuentro debajo de su cuerpo con sus manos agarrando mis muñecas y su cara demasiado cerca de la mía.

—Suéltame –digo sin aliento.

No me hace caso y su respiración se hace más pesada igual que la mía, sus ojos no dejan los míos y por un segundo su mirada se dirige a mis labios, por instinto me los lamo.

—Jenna, mamá quiere sab... —la voz de Max se detiene abruptamente.

Richard y yo dirigimos la mirada a la puerta y podemos ver como mi hermano nos observa con el ceño fruncido.

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Nota de la autora.

A Max no le gusta ese acercamiento.

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Destinos Cruzados - [BORRADOR] ✔️Where stories live. Discover now