6- Recuerdos e Ilusiones.

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Valentina

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Valentina

Desperté y como todos los días con lo primero que me encontré —para mi desgracia—, fue con Hugo. Frote mis ojos tratando de acostumbrarme a la luz.

—Buen día, preciosa —saludó a penas me vio despertar. Aparentemente estaba de buen humor.

—Buen día —fingí una sonrisa, como ya era costumbre—. ¿Vas a salir? —si se fuera me haría muy feliz.

—Sí, tengo que ir a a solucionar algunas cosas de mi ex jefe —asentí fingiendo tristeza, para evitar problemas.

—¿Vendrás tarde? —asintió.

—Posiblemente. ¿Me vas a extrañar? —se recostó en la cama, tomó mi rostro y me besó.

—Sí, claro —respondí con sarcasmo y él sonrió.

Recibió un mensaje, se entretuvo un rato leyendo y luego volvió a posar su mirada en mí.

—Volveré antes de lo que pensaba —que desgracia.

—¿Pasó algo?

—Tendré una reunión con Rafael Vega —su nombre pintó una sonrisa inmediata en mi rostro, pero me obligue a quitarla para que Hugo no se diera cuenta—. Vendrá hoy a la casa —su voz me regresó a la realidad—. ¿Recuerdas quién es?

—Sí, sí el de la fiesta —asintió.

—Ya se me está haciendo tarde —miró su reloj—. Te amo —besó mis labios nuevamente y se dirigió a la salida—. Por cierto —se giró para que lo viera—, si vas a salir me avisas y recuerda que no puedes salir sola —asentí y sin más dio la vuelta y se fue.

La sola idea de ver de nuevo a ese hombre me hacía sonreír y no sabía por qué, su personalidad tan segura y tan arrogante llamaba mi atención, su sonrisa tan seductora, su voz.

Dios, él me atraía mucho.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño, lavé mis dientes y acomode mi cabello que era un desastre, me vi en el espejo y me encontré con una sonrisa. Estar sola sin duda me hacía bien.

Bajé a desayunar.

—Buenos días Carmen —saludé a la señora de servicio, la única que me cuidaba, quería y protegía en esa casa. Era como una madre.

—Buenos días mi niña —me acerqué a ella y besé su mejilla—. En cuanto el señor se fue, supuse que tendrías buen humor.

—Sabes bien que Hugo se va y mi tranquilidad vuelve —tomé una galleta y de inmediato la mordí.

—El señor me dijo que hoy vendría un posible socio y que preparare algo especial —sonreí—. ¿Qué pasó? ¿Por qué esa sonrisa? —negué y volví a morder mi galleta—. Esa sonrisa no es por nada.

Capaz de Todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora