A ella el quitaron la posibilidad de poder encontrar el amor.
A él le enseñaron que el amor lo hacía débil.
Ella necesitaba una esperanza para seguir, a alguien que la protegiera de su verdugo y le diera el amor que le habían negado.
Él sólo necesit...
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Rafael
Llegué a la casa con muy malas noticias, habíamos encontrado a los padres de Valentina, pero muertos, Hugo se nos adelantó. Desde que lo supe había tratado de buscar las palabras para decírselo, pero no las encontraba, simplemente no había palabras que la hacieran sentir bien sabiendo que sus padres estaban muertos.
La busqué en la sala y no la encontré, fui a la cocina y tampoco estaba ahí. Fui a nuestra habitación, nada; volví a bajar las escaleras y entré al cuarto en donde estuvo durante su recuperación. Le atine, ahí estaba, sentada en un rincón.
—Vale —me arrodillé frente a ella y le tomé las manos—. Tengo algo que decirte —levantó la mirada. Tenía los ojos rojos.
—¿Ya encontraron a mis padres?
—Amor... lo siento mucho —su labio inferior empezó a temblar y sus ojos se llenaron de lágrimas—. Lo siento, no pudimos encontrarlos antes.
—Ya me lo esperaba, Hugo no se iba a quedar de brazos cruzados —se limpió una lágrima que empezaba a correr por su mejilla—. Todo es mi culpa.
—No digas eso —traté de acariciarle el cabello, pero se apartó.
—Déjame sola, por favor —fruncí el ceño.
—Valentina...
—Rafael, has lo mismo que hace todas las noches y vete —se levantó del piso y me vio con rabia—. Ve y busca a tus zorras, de seguro te están esperando.
—No digas estupideces —apreté la mandíbula.
—No cabe duda que conocerte y enamorarme de ti fue el peor error de mi vida —abrí la boca, pero no me dejó hablar—. Por culpa de todo esto mis padres están muertos.
—Entiendo que lo de tus padres es muy difícil, así que lo mejor será que me vaya, no quiero seguir escuchando esas pendejadas de las que después te puedes arrepentir—estaba dolida.
Era el dolor el que estaba hablando.
—¿Arrepentirme? —rio. Una risa sin gracia alguna—. Arrepentida estoy de haber arriesgado todo por ti, por alguien que ni siquiera es capaz de ser fiel —aparté la mirada. No tenía ni como defenderme—. Hazme el favor de irte.
—Cuando estés más tranquila vamos a hablar —se dio la vuelta. Asentí y salí del cuarto.
La relación no estaba nada bien y al contrario, con cada día que pasaba empeoraba más. Tal vez ella tenía razón y fue un error conocernos, tal vez nunca debimos enamorarnos, tal vez debíamos alejarnos...
Mierda.
No.
Definitivamente no la iba a dejar, la amaba y si debía cambiar todo lo que era por ella, lo haría.
