Me gustan las ojeras de tus ojos por no dormir.
Me gusta tu cabello sin arreglar, porque tienes mejores cosas que hacer.
Me gusta que te quejes, porque hace notar que piensas en ti.
Me gusta que no eres domesticado.
Me gusta que seas tú.
Frío, sar...
Desperté con una vista hacia la ventana, llovía esa mañana. Amaba el clima de ese modo. Fresco, frió, nublado, lluvioso, lo amaba.
Noté que Yoongi estaba encima de mi aún. Le moví un poco para poder levantarme y gruñó.
-Aún no. Duerme.- y me jaló hacia él haciéndome caer de nuevo.
Me volví a levantar y Yoongi no dijo nada esta vez. Solo se acomodó mirando hacia el otro lado.
Tomé mi mochila. Saqué mis cambios, y decidí tomar una ducha.
Cuando entré al baño me percaté de que el cepillo que había utilizado la última vez seguía en la misma posición. Una pequeña sonrisa apreció en mi cara.
Lo tomé y cepillé mis dientes.
Me despojé de mis prendas y abrí el grifo de agua. Cuando el agua estuvo a una temperatura agradable, entré.
Me relajé y me duché, cuando terminé sequé mi cuerpo y me coloqué mis prendas, ya cambiada me dispuse a salir del baño.
Guardé mi ropa usada en la mochila, y saqué un cepillo para mi cabello. Noté que Yoongi ya no estaba en la cama, lo busqué con la mirada y no lo vi en la habitación. Salí a su pequeña estancia, y nada.
Decidí regresar a la habitación y terminar de alistarme.
En un momento sentí escalofríos por todo el cuerpo, tenía frío y no había traído algo para cubrirme, al salir me daría aún más frío. Decidí quedarme así, era mi culpa.
Arreglé la cama de Yoongi y después me dirigí a la cocina, me había dado hambre. Abrí el frigorífico y había algo de comida. Saqué el par de salchichas verificando que no estuvieran caducadas y tomé unos huevos de la pequeña canastita que había encima de frigorífico.
Tome la única sartén que había y comencé a cocinar algo.
Sentí que la puerta se había abierto y cerrado. Cuando volteé no había nadie.
-¿Yoongi?- dije y nadie contestó.
Después le vi acercarse con algo en sus manos. Eran fideos instantáneos. Los lanzó y yo los atrapé.
-Agradece que no traje papas fritas como desayuno.- dijo y se fue a su habitación, escuché como la puerta del baño cerró.
Sonreí ante el gesto de Yoongi.
Seguí cocinando ahora los fideos y cuando terminé tomé dos de los escasos platos que había limpios y un par de cubiertos. Los coloqué en la pequeña mesita de la estancia y coloqué los fideos y el huevo.
Me senté y vi a Yoongi salir con el cabello mojado.
Se sentó frente a mí y comenzó a tomar comida, le di un manotazo.
-¿Qué?- dijo
-Agradece por la comida.- dije como una madre a un hijo.
-Seolhyun.- dijo y volvió a intentar tomar comida. Otro manotazo.
-Yoongi.- alcé la mano.
-Gracias por la comida.- dijo con hastío y comenzó a comer, le imité.
Comimos en silencio y tranquilos. En un momento tomé la mano de Yoongi por encima de la mesita. Y así terminamos de comer.
La verdad me gustaba estar así. Podría acostumbrarme a vivir con él sin problemas, además de que sería muy agradable.
Cuando terminamos, me ayudó a llevar las cosas a la cocina y lavé los trastos.
Recibí una llamada de Hoseok.
-¿Hola?-
-¿Cómo te fue? ¿Estás bien? ¿Pasó algo?- dijo histérico como de costumbre.
-Relájate estoy bien.- dije riendo. Escuché algunos ruidos y luego escuché la voz de mi otro hermano. Le quitó el teléfono, supuse.
-Seol, en cuanto la lluvia cese, ven a casa, al menos para que tu hermano deje de actuar como toda una señora.- dijo.
-De acuerdo, ahí estaré.- dije sonriendo.
- Confío en ti Seol, cuídate.- colgó y escuché claramente un "¡Espera!" de Hoseok antes de que la llamada terminara.
Me dirigí a la habitación y miré a Yoongi sentado en la cama mirando el televisor. Me senté a un lado suyo, él, como de costumbre, jaló de mi brazo haciendo que me recostara sobre él.
Sentí como un escalofrío recorrió toda mi espalda. Tenía frío.
Yoongi debió notarlo, ya que se levantó de la cama y se dirigió a su armario, se despojó del hoodie que traía puesto, y literalmente me lo lanzó a la cara. Sacó una chaqueta y se la colocó.
Me coloqué lo que había impactado mi cara. Tenía su aroma, justo como su camiseta, este no planeaba devolvérselo, era cómodo, calientito y olía a Yoongi.
Regresó junto a mí a la cama, y volvimos a la posición que teníamos mirando el televisor. Colocó su mano en mi cabello y la mía la coloqué en su abdomen.
El clima. La lluvia. La compañía de Yoongi. Su calor.
