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—Buenos días, paladines —sonrió Allura totalmente radiante desde su posición en la cabecilla de la mesa a las cuatro personas que cruzaron la puerta del comedor.

Ellos devolvieron el saludo entre bostezos desganados y tomaron lugar en sus asientos correspondientes, todos con una cara de sueño que ni siquiera se podían. Justo cuando iban a echarse la primera cucharada de Goo, Coran preguntó:

—¿Y Lance?

No sabían si era el sueño, pero ninguno de los paladines ni Allura se habían fijado en que Lance no se encontraba en ese momento.

Pidge trastabilló un poco antes de hablar— Tal vez está en su rutina mañanera, ya saben, su cuidado facial.

Por lo sucedido el día anterior con Lance, todos le dieron la razón con un toque de duda, y, para evitar hablar de lo preocupados que estaban del moreno, comenzaron a desayunar de forma ansiosa en silencio. Un silencio que comenzó a tornarse incómodo pasado los primeros minutos.

Allura miraba a cada uno de los chicos con expresión preocupada. Sí, a veces Lance era un idiota con ella y le coqueteaba de forma estúpida, como si de verdad creía que ella caería por él sin dudarlo mucho, pero era un paladín más, y también era un buen compañero y amigo, así que estaba claro que se preocuparía de él. Por otro lado, Coran volteaba su cabeza hacia la puerta cada dos minutos, esperando a que el paladín azul entrara por esta misma. Ese chico era como un hijo para él, pero no sabía como este lo miraba, entonces evitaba entrometerse en su vida. Bueno, no del todo. Siempre que veía mal al chico, iba y lo calmaba, para poder llegar a entenderlo y conocer más de él.

Todos los demás tenían la vista pegada en el plato frente a ellos, mientras que sus cabezas inventaban las ideas más desquiciadas posibles para saber que le había sucedido a Lance.

—Ugh —gruñó Keith de forma inesperada—, no sé ustedes, pero estoy harto de este silencio —poniendo sus palmas abiertas sobre la mesa, se puso de pie—. Más le vale a McClain estar haciendo algo importante, porque se las verá con mi puño.

Cuando Keith dio un solo paso en dirección a la puerta, decidido por ir tras el mencionado, este apareció.

Y traía la peor cara del mundo.

Ojeras bajo unos ojos inflados, labios extremadamente mordisqueados y secos, como si se hubiera dedicado a destrozarlos en vez de dormir como lo solía hacer y una sonrisa tan falsa como la paciencia que Shiro mantenía con el enano de Slav.

—Hey, Keith, amigo —le palmeó de forma suave el hombro y pasó de él hacia su silla.

«¿Amigo?», se preguntaba el paladín rojo en su mente. «¿En serio acaba de llamarme amigo?». Con el ceño fruncido, Kogane se dio media vuelta y volvió a su asiento— ¿Por qué tardaste tanto en venir a desayunar, "amigo"? —finalizó su pregunta de forma cínica.

Los demás simplemente miraban expectantes la escena. Pidge sacudía su pie derecho de un lado a otro con toques ansiosos mientras que, con sus ojos, descifraba cada movimiento del desastroso paladín azul en busca de algo que pudiera decirle que sucedía con él. Hunk se preparaba mentalmente en caso de que necesitara separar una de las tantas peleas a golpes de ambos chicos, recibiendo él mismo algunos de paso. Coran trataba de detener a Keith con su mirada, pero era imposible conectar sus ojos con el contrario: este solo tenía ojos para Lance, y unos muy furiosos, sin duda. Mientras que Shiro, al ver como Allura mordía su labio inferior por la preocupación que sentía por ambos, le ofreció su mano con una sonrisa, y ella aceptó, calmándose al darle un fino apretón que el líder le devolvió.

—Oye, Keith, viejo, cálmate. Estoy bien.

Y fue, con esa maldita oración, que todos se dieron cuenta que Lance estaba mintiendo. Incluso Keith pestañeó un par de veces para entender que no era un sueño lo que Lance acababa de decir.

Éste no había respondido con sus típicos comentarios bromistas para provocar más furia y molestia en el paladín rojo.

Bien, él había estado serio desde ayer, luego del disparo que maniobró para recuperar a Slav de los brazos enemigos. Se dieron cuenta de ello cuando se montó en su león, ya que solo pronunció un seco «Sí, buen trabajo» luego de que Shiro alagara a Pidge por su excelente desempeño como hacker ya profesional.

Para peor, cuando volvieron, escuchó con paciencia y calma las instrucciones de Allura. Sin coqueteos, sin bromas, solo se quedó ahí, quieto como estatua. Tras prestar atención a las opiniones de todos para llegar a un acuerdo final de su próximo ataque, se despidió para retirarse a dormir, saltándose la cena.

Y ahora llamaba al Kogane "amigo" y evitaba una pelea con él.

Keith no lo iba a admitir jamás, pero le gustaba mucho cuando Lance lo molestaba. Sus bromas hacia él siempre eran sosas y graciosas, y la verdad, solo se hacia el enojado, ya que disfrutaba un montón esos momentos con el chico de ojos azules.

Lance se llevó una cucharada a la boca de forma calmada, ignorando por completo las miradas confusas que sus amigos se daban entre ellos, esperando alguna otra reacción del muchacho.

—Vamos, desayunen —les sonrió—. Tendremos una misión importante dentro de unos días, no podemos pasar hambre.

Y, así sin más, continuó ingiriendo, dejando a todos peor que antes. Esto era un caso grave, y debían de comenzar a investigar ahora ya sobre el tema, porque ellos no batallarían contra Zarkon con esa copia barata de su Lance.

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Editado.✔️

Blue. [Klance] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora