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—¡Lance McClain! —tronó la voz de Keith por el pasillos.

Intrigado por aquel grito, el castaño se volteó, y de forma casi instantánea recibió limpiamente un libro en la nariz.

—¿¡Y A TI QUÉ QUIZNAK TE SUCEDE!? —gritó de vuelta, mientras su palma izquierda cubría la zona afectada y con la derecha levantaba el libro del suelo.

Keith, al llegar frente a él, chocó su dedo índice contra el pecho de Lance— Tú, maldito imbécil, me hiciste leer el puto libro, ¡y mira que maldito final! ¿Qué sucede con la chica? ¿Y qué hace el padre luego con el jardín? ¡Ugh, he estado imaginándome todo, hasta he inventado teorías! ¡Odio esto y te odio a ti!

Al principio, las orbes azules del más alto le miraban bastante furiosas, pero ahora, unas preciosas arrugas se formaban a sus costados y sus labios comenzaron a curvarse.

Y sí, estalló en carcajadas.

—Oh, por todos los leones, no puedo creer que casi me hayas roto la nariz por una estupidez —hablaba al compás de las risas, tratando de controlarse.

El pelinegro se sonrojó violentamente ante el hecho de verlo así, destornillándose de la risa. El solo pensamiento de saber que fue él quien causo ese acto tan precioso, lo hacia inmensamente feliz.

Cielo santo, en serio había extrañado tanto esta faceta de Lance. Aquella preciosa sonrisa, repleta de unos dientes perfectos. Aquellas carcajadas, que hacían a su corazón bailar de la felicidad. Aquellas orbes azules como el mar...

El castaño comenzó a calmarse, y, al alzar la cabeza, vio algo que lo dejó confundido. Era Keith, con sus facciones suavizadas. Sus ojos brillaban y lo miraba de una forma completamente distinta a como lo hacia siempre.

Como si estuviera viendo algo que le gusta mucho.

—¿Keith, estás bien?

Esas palabras bastaron para sacar al pelinegro de su ensoñación, topándose con un Lance con el ceño arrugado, bastante confundido, el cual se estaba acercando para tocarle el hombro, pero de un manotazo, el mitad Galra cortó todas las intenciones del cubano.

—¡C-claro que estoy bien, imbécil! —exclamó enfadado, y se dio media vuelta—. ¿Y sabes que más? ¡Quedáte con tus malditos libros, que son igual de repugnantes que tú!

Y comenzó a caminar lejos de él, con los ojos de Lance siguiéndolo en todo momento, completamente confundido por lo sucedido.

• • • •

Nuevamente, los cuatro paladines, junto a Coran y Allura, se encontraban en la sala de descanso, observando una de las pantallas frente a ellos.

—Como saben, estuve investigando todos sus escritos conjunto a la información que encontré —habló Pidge, mientras se subía las gafas—, y, luego de darle un montón de vueltas al asunto, llegué a una sola conclusión —se detuvo un momento para arreglar su pantalón corto, con toda la intención de dejar un poco de suspenso, lo cual resultó—: Lance tiene índices de presentar depresión en un nivel medio, y, según los escritos de Hunk, podría deducir que se deben a la nostalgia.

Y, de la nada, toda la sala se detuvo. Las respiraciones se cortaron y cinco pares de ojos se abrieron a tope, observando a la castaña de forma sorprendida.

Era imposible el creer aquello... Lance... Lance es el todo sonrisas, siempre de tan buen humor que parece inquebrantable.

—Incluso yo estoy sorprendida —cortó el asombro la paladín verde—. Sin embargo, debemos de averiguar el porque ahora está dando este tipo de señales. Quiero decir, llevamos más de tres meses aquí, en el espacio, pero comenzó a actuar así desde hace tan solo dos días.

Blue. [Klance] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora