(IV)

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" LAS HISTORIAS DE AMOR MAS TRAGICAS, SON AQUELLAS QUE NO SE CUENTAN POR EL TEMOR A REABRIR LA HERIDA "






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Freya Mikaelson sabía que estaba mal en mil maneras distintas

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Freya Mikaelson sabía que estaba mal en mil maneras distintas. La primera era que no se sentía correcto amar a alguien cuando estaba siendo prisionera, la segunda era que era incorrecto amar a la hija de la mujer que consideraba su madre adoptiva.



Pero no podía evitarlo, porque por más veces que intento ignorar a Leia, no lo pudo hacer. Jamás la quiso como a una hermana, pero aquel sentimiento neutro se convirtió en algo fuerte al pasar el tiempo, pues la tierna bebé se había convertido en una mujer hermosa, de ojos tan azules que parecía que el cielo vivía dentro de ellos.



-¿Freya?-preguntó la voz de la peli-negra, haciendo que la bruja se sobresaltara, enseguida tratando de limpiar las lágrimas que estaban en su hermoso rostro.



-Hey-saludo cortante, mientras que miraba con una sonrisa a la mujer que le miraba desde el umbral de la puerta.



Leia frunció el ceño al verla de esa manera, enseguida recurriendo a su memoria de vampiro para averiguar que fecha era esa. Una pequeña "o" se formó en los labios de la chica cuando averiguo el porque su amiga estaba de esa manera.



-Está bien, Freya. No tienes que fingir conmigo-le regaló una sonrisa triste, pues para estas fechas era su cumpleaños, la misma fecha que cuando su madre la entrego a Sophie a cambio de más poder.



Sin poder evitarlo, Freya corrió hacia los brazos de Leia, quien la apretó contra si, queriendo poder fundirse en ella, reparar el dolor que tenía dentro de si.



-¿Ellos me querrán, Leia?-preguntó en su oído, haciendo a la vampiro tensarse.-¿si quiera sabrán de mi? Porque yo les quiero tanto-sollozo, dejando caer todo su peso en brazos de la chica.



Leia se separó delicadamente del cuerpo de Freya, su corazón rompiéndose cuando vio las lágrimas y el rostro lleno de dolor de su amiga.



-No importa si ellos no te quieren-dijo en voz tensa, puesto que no sabía cómo decirlo.-yo te amo.



La bruja se detuvo, porque a pesar de que escucho aquella palabra múltiples veces de los labios de Leia, jamás la escucho hacia ella.



-¿De que hablas?-preguntó cautelosa, pues sabía que ilusionarse no era una opción. Era imposible que Leia le viera más allá de una simple amiga y ella lo sabía. Lo había sabido durante novecientos años.


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