Tercera Parte: REHENES - CAPÍTULO 37

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CAPÍTULO 37

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CAPÍTULO 37

—Te ves preocupado. ¿Qué pasó?

Humberto ignoró la pregunta de Lug y ensayó una sonrisa.

—Me alegro de encontrarte entero. Veo que te portaste bien— dijo con aprobación.

—El olor nauseabundo de tus guardias me mantuvo a raya de mi lado de la habitación— replicó Lug—. ¿Te importaría poner guardias humanos la próxima vez? ¿En lo posible que se hayan bañado?

Humberto se levantó y abrió dos de las ventanas para ventilar la habitación. La brisa que entró desde los jardines trajo consigo un refrescante olor a pino.

—Gracias, muy considerado de tu parte—sonrió Lug. Se levantó de la cama y caminó hasta la mesa. Dejó lo que quedaba del racimo de uvas en la frutera y se sirvió un poco de agua en una copa de plata. Se llevó la copa a los labios, pero se detuvo a medio camino, observando el agua por un momento.

—Sin drogas— le aseguró Humberto.

Lug sonrió, pero apoyó la copa en la mesa, sin beberla. Luego tomó la silla y la puso de cara al sillón de Humberto, sentándose. Humberto hizo lo propio, quedando cara a cara con Lug.

—Me gustaría seguir conversando contigo— comenzó Humberto.

—No tengo otra cosa que hacer de momento— se encogió de hombros Lug.

—Cuéntame cómo recuperaste a Dana de la muerte.

¿Recuperar a Dana de la muerte? ¿Entonces Humberto no sabía...?

Lug mantuvo el rostro impasible, tratando de no delatar información que Humberto pudiera usar luego en su contra.

—Dana sigue muerta, tal como me repetiste hasta el cansancio cuando nos conocimos en el otro mundo— dijo, serio.

—Lug, Lug, Lug, no es conveniente que me mientas. Sé que ella está viva. A menos que hayas tenido un hijo con otra mujer con el mismo nombre.

Esta vez Lug no pudo evitar dar un imperceptible respingo en la silla.

—¿Qué hiciste? ¿Volviste en el tiempo?

Lug no contestó.

—La manipulación del tiempo es algo peligroso, Lug, especialmente con el Círculo roto. Lo que sea que hiciste podría provocar una catástrofe.

Lug permaneció en silencio.

—Yo conozco de estas cosas, si abriste una grieta temporal, hay que cerrarla antes de que las cosas se pongan feas. ¿Qué fue lo que hiciste?

—Nada.

—Siempre me pareciste una persona responsable, Lug. No creo que quieras ser el causante de la devastación que podría devenir con una manipulación temporal como la que hiciste.

LA CONSPIRACIÓN DEL ESPIRAL - Libro IV de la SAGA DE LUGWhere stories live. Discover now