Sexta Parte: USURPADORES - CAPÍTULO 110

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CAPÍTULO 110

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CAPÍTULO 110

Marga comenzó su relato con voz queda:

—Cuando llegué al Círculo, lo hice dejando atrás una vida de penurias, una vida de pobreza. Fue Bress el que me dio la oportunidad de escapar de todo. Aquellos primeros tiempos fueron felices. Exploramos, construimos, viajamos. Descubrimos un nuevo mundo y nos descubrimos a nosotros mismos. El Círculo era un lugar mágico, tanto, que su magia nos tocó también a nosotros, y descubrimos nuestras habilidades. Al principio fue de forma cruda y casual, pero luego comenzamos a desarrollarlas, a perfeccionarlas. Yo comencé con sueños premonitorios, que luego se tornaron más y más asiduos, hasta que llegué a tener visiones en cualquier momento del día o de la noche. Todos estaban encantados con mi habilidad. Les parecía muy útil conocer el futuro. Luego, Bress encontró la isla de Tír na n Og. Nos mudamos de Yarcon para allá, todos menos Cathbad. ¡Vivir eternamente! ¡El sueño más grande que un ser humano pueda tener! Un sueño que se cumpliría para todos, menos para mí... Fue en la isla que mis profecías comenzaron a cambiar. Todas mis visiones eran de catástrofes, de guerra, de sangre y de muerte. Cada noche me invadían las pesadillas que, para mi horror, se volvían realidad sin excepción. No importaba lo que hiciéramos o dejáramos de hacer: mis visiones siempre se realizaban. Vivimos mucho tiempo en la isla, muchos años, demasiados... Bress comenzó con sus experimentos sociales. Hermes se hizo un maestro del engaño. Ailill desarrolló un gusto nefasto por la tortura de otros seres. Math abusó de otros, poniendo sus mentes a su servicio. El primero en darse cuenta de que las cosas se habían degenerado fuera de control fue Myrddin, luego le siguió Nuada. Bress los declaró traidores y decretó su exilio de Tír na n Og. No contento con eso, trató de cazarlos por todo el Círculo junto con Cathbad. Yo no entendía bien por qué tanta saña, por qué tanta violencia, hasta que un día, Bress me habló de Wonur. Me dijo cómo lo había liberado y cómo, por su servicio, Wonur lo había recompensado, convirtiendo a Tír na n Og en la isla de la eterna juventud, dándole a él y a sus amigos la inmortalidad. Pero esa inmortalidad tenía un precio: nuestra alma.

Wonur es una criatura insidiosa y manipuladora. Creó en nosotros el deseo eternamente insatisfecho de tener más, de ser más. Así fue como comenzaron los pactos individuales con él y la aparición de las habilidades ampliadas, como dimos en llamarlas. Yo no tenía intenciones de ampliar la mía: ya tenía más que suficiente con las terribles visiones diarias que me atormentaban.

Fue en ese tiempo en que te vi a ti, Lug, mi bebé. Pero en vez de verme feliz contigo en mis brazos, te veía siendo arrojado por Bress a otro mundo. En vez de verte crecer a mi lado, te veía creciendo en el miedo y en la culpa, solo, sin nadie que te protegiera, que te acompañara, en manos de gente que solo buscaba tu sufrimiento, tu sumisión. Y luego te vi llegar al Círculo, un joven esbelto y hermoso. Pero en vez de reunirme contigo, descubría que estaba muerta y que caías en las manos de Murna. Te vi colgado del techo, llorando, sangrando, destruido... y yo no podía hacer nada, porque yo ya no existía.

Y luego, una noche, la noche más oscura de mi vida, vi mi horrenda muerte... Vi el cómo, vi el dónde y vi a manos de quién llegaría mi final. No puedo describirte... no puedo contarte lo que... Aquello fue demasiado para mí. Todavía no sabía exactamente cuándo iba a suceder, pero sabía que sería después de tu nacimiento y antes de que cumplieras los dos años.

Y entonces, yo también cedí, Lug, también caí. Fui con Wonur, fui a pedirle que me diera el poder de cambiar esa profecía. Solo quería tener la oportunidad de vivir, de poder criar a mi hijo... ¿Por qué Bress con sus interminables y sangrientas guerras, y Ailill con sus víctimas torturadas hasta la muerte podían vivir eternamente y yo no? No era justo, no era para nada justo, yo también tenía derecho a vivir...

Pero Wonur me negó ese derecho, me dijo que no podía escapar de mis propias profecías. Le exigí que me explicara el por qué, pero se negó. Solo me dijo: "El Círculo debe mantenerse como Círculo, predecible, confiable, inviolable". Cuando ya me iba, Wonur me llamó de nuevo, me dijo que le interesaba pactar conmigo como lo había hecho con los demás, que tenía muchas cosas que ofrecerme. Le dije que lo único que me interesaba, él no quería dármelo y que no necesitaba nada más de él. Pero entonces, me preguntó hasta dónde estaba dispuesta a llegar para conservar mi conciencia después de mi muerte física. Le dije que haría cualquier cosa, y entonces, me prometió que me revelaría la forma de conseguirlo si yo pactaba con él y le daba acceso a mis visiones. Y lo hice, pacté con él.

En el momento en que Wonur comenzó a tener acceso a mis profecías, ocurrió algo que él no debió prever: mis visiones se ampliaron, y ahora, el mismo Wonur comenzó a entrar en la ecuación. Así fue como comencé a tener visiones que le concernían a él, que trataban sobre él. Creo que si hubiese podido, me habría matado al descubrir su error, pero no podía hacerlo: mi muerte ya estaba programada, y ni el mismo Wonur podía evitar que mi profecía se cumpliera al pie de la letra sin romper el Círculo.

En mis nuevas visiones comencé poco a poco a armar un increíble rompecabezas. Comprendí quién era Wonur, comprendí lo que era el Círculo y por qué Wonur lo había implementado y lo sostenía, comprendí que era el estado circular de nuestro tiempo el que hacía que mis profecías fueran inescapables. Ahora sabía lo que tenía que hacer para poder vivir: tenía que romper el Círculo, dar lugar a la libertad del Espiral.

Cuando comencé a desarrollar la teoría del Espiral, recurrí a Nuada y a Myrddin, incluso a Cathbad, por ayuda, pero ellos se negaron, espantados por la perspectiva de lo desconocido. Fue Cormac el único que comprendió que el Espiral era el estado natural de un mundo. Fue él, con su prodigiosa memoria, el que me ayudó a investigar. Pero por más que investigábamos, no llegábamos nunca a nada, no teníamos idea de cómo desbancar a Wonur, amo y señor del Círculo.

La respuesta llegó un día en una visión que me mostró al único elemento que podía lograr la inestabilidad del Círculo: tú, Lug. Tú eras la solución largamente esperada. La posibilidad de tu triunfo sobre Wonur era muy real, pero era solo una posibilidad. Para darle la fuerza de la certeza, yo debía actuar, debía preparar el camino para tu venida.

Lamentablemente, Wonur descubrió mis intenciones y cercenó mis visiones. No las pudo anular del todo, pero las hizo más vagas, más fragmentadas. Pero yo registré todos los fragmentos en el Manuscrito de los Orígenes, con la esperanza de que tú supieras qué hacer con las piezas, llegado el momento.

Y así comenzó el trabajo más importante de mi vida: preparar todo para tu llegada, todos los detalles, hasta los más mínimos. La primera barrera que tenía que superar era la del idioma. Sabía que te criarías en otro mundo, hablando un idioma desconocido para el Círculo. Necesitaba que te pudieras comunicar cuando llegaras. En el Círculo se hablaban decenas de dialectos e idiomas diferentes, resultado de las culturas de sociedades traídas de otros mundos por Bress. Me aboqué a tratar de unificarlos, y la persona perfecta para eso apareció en mi camino: Alric. Alric venía del sur. Su afán aventurero lo había traído al norte, donde Cormac, Humberto y yo lo conocimos. No, no me hagas esa cara, sé que seguramente Cormac te dijo que borró mi memoria y que no es posible que recuerde a Alric y a Humberto, pero eso es solo lo que Cormac cree que hizo. Yo estaba usando la Perla cuando Cormac obró su extraordinario borrado, y por eso no me afectó. Tuve mis razones para usar a Cormac de esa manera, razones que te explicaré en breve. Pero ahora déjame contarte sobre Alric.

LA CONSPIRACIÓN DEL ESPIRAL - Libro IV de la SAGA DE LUGWhere stories live. Discover now