Mini-serie: La casita de Natsu (22)

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En todas sus visitas, Ume e Igneel, nunca coincidían. Generalmente, la niña, se encontraba con Dimaria o Lucy, quienes la trataban con toda normalidad y después del viaje a la playa, habían entrado en un poco más de confianza. Todos perdemos la vergüenza, después de que otra persona, te encuentre en una situación comprometedora. Desnudas, a punto de tener un trío... ¡Imposible no haber formado un vínculo estrecho! Claro, Ume las detestaba a ambas, por adelantársele con Natsu y porque, gracias a ese evento, llegó el completo rechazo a cualquier intención inmoral de su parte o sentimiento amoroso. Si un día, por cualquier motivo, se quedaba a dormir en esa casa, encontraría la forma de dejarlas calvas a las dos. Entraría a sus cuartos y les pasaría la máquina de afeitar por sus cabellitos de oro.

Igneel y Ume, sentados en la sala, se mantenían en silencio. Esperando que Natsu apareciera en la sala, porque, hasta donde Igneel sabía, su hijo estaba en el segundo piso. Le gritó dos veces, que bajara porque tenía una visita, pero no recibió ninguna respuesta de '' ¡Ya voy!''

— Natsu no está —dijo Ume—. Lo vi salir con la rubia, cuando yo estaba llegando. Pero no vine a verlo a él, señor. Vine con usted.
— ¿Tu madre va a despedirme? —Se esperaba, que Ayami, supiera la verdad de su matrimonio fraudulento.
— No, ella no sabe nada de sus trampas.

<< Pero tú sí >> pensó Igneel, pasando saliva. ¿Qué pasaría con él y Dimaria? Estaban en las pequeñas manos de esa niña, si decía una palabra, adiós trabajo y adiós coche. Ya lo tenía elegido. Uno rojo, muy bonito, grande, practico. Natsu estaría eternamente agradecido con él. Y antes de ir a sacar el permiso, le advertiría que a la primera abolladura hecha por la cabeza de Gray, no lo sacaría de la prisión.

— Yo no digo nada —Ume se recargó en el sofá, cruzando la pierna—. Puede contar con mi silencio, señor Igneel.
— Nada es gratis en la vida... ¿Qué quieres?
— ¿Tiene fotos de Natsu, pequeño y desnudo, sobre una piel?
— No...
— ¿Alguna de él en traje de baño?
— Tampoco.
— ¿Una foto que me pueda dar?
— Elige la que te guste, toma.

Le lanzó un álbum a las piernas. Si era lo que costaba un silencio, una maldita foto, estaba dispuesto a pagar el precio. Lo que ella hiciera con la imagen, ya no era asunto suyo, ni de nadie. Sólo esperaba que no fuera brujería. No quería que su hijo, terminara amarrado a una loca, o con mal de ojo.

— Niña...
— ¿Sí?
— ¿Te gusta mi hijo?

Ume asintió rápidamente.

— Me encanta su hijo, pero él me rechazó, sin ninguna sensibilidad de por medio. Me dijo que era menor, que nunca sentiría nada romántico por mí, que agradecía mis favores pero...
— ¿Favores?

La puerta se abrió, del pasillo que daba a la entrada, apareció Natsu... Con Juvia... Muy cerquita entre sí. Ume abrió los ojos, con enojo y sorpresa, recordando las palabras de Wendy y su ''Juvia-san está enamorada de otra persona''. ¡Pues se veía bien sonriente y feliz! ¡Con Natsu!

— Ah, hola —dijo Natsu.
— Buenas tardes —dijo Juvia, haciendo una reverencia.
— ¡Me voy!

Ume se levantó rápidamente, yéndose de la sala, con Igneel siguiéndola.

— ¡Espera, todavía no terminamos de hablar!
— ¡No tengo nada que hablar con ustedes! ¡No volveré por aquí! ¡Nunca! —Gritó, a punto de llorar. — ¡Natsu, pedazo de idiota! ¡Te odio!

Abrió la puerta, yéndose sin zapatos, corriendo sobre el suelo caliente de asfalto. Natsu suspiró, enojado por la actitud infantil de Ume, pero no había nada que pudiera decirle. Tenía asuntos que atender con Juvia. Más importantes, que ir a calmar un berrinche, de una niña caprichosa.

— Ella estaba triste —Juvia sintió pena.
— Déjala, está ovulando. Vamos a mi cuarto.

***

¿Qué asuntos quiere atender con Juvia?... Esto terminará con resultados sexuales :v ¡Gracias por leer! ¡Hasta el próximo capítulo! 

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora