La casita de Natsu (48)

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La vida en la clínica, era bastante complicada.

En especial, si en todo el tiempo que llevas ahí, no has hecho amigos.

<< Esto no es nuevo para mí >> pensaba Yume, dirigiéndose al fondo del comedor, para alimentarse en completa soledad. El resto de las internas, chicas con problemas de conducta, desórdenes alimenticios o depresión; no simpatizaban o empatizaban con ella, bajo ninguna circunstancia. A veces, se referían a su persona, como una chiquilla ridícula y egoísta; al querer suicidarse por el rechazo de una amiga. Alegaban que no era motivo suficiente, que simplemente, debía seguir con su vida y dejar de preocupar a sus padres; porque su problema era completamente estúpido.

— No estoy aquí para hacer amigas —susurró, concentrándose en la comida que tenía enfrente, dejando el tema de lado—. Uh, esto...

Pasta, carne, una ensalada de lechuga y tomate; más un pan y un vaso con agua, nada de jugo u otras bebidas azucaradas. Las reglas, estrictas en cuanto a todo, indicaban que estaba prohibido dejar restos en el plato. Tampoco se podía elegir lo que querías comer y si te ponías pesada, te servían doble ración.

— Mataría por una tortilla de harina —comentó en voz baja, tomando la primera cucharada de pasta. No sabía mal. No podía quejarse del sabor. Pero extrañaba la comida del primo Jerall, quería comer unos deliciosos frijoles puercos, tamales, tacos, burritos, pozole, quesadillas y enchiladas.

Pasados unos cinco minutos, de que iniciara la cena, se escucharon sollozos y Yume sabía quién los hacía. Grace, una chica de cara redonda y cabello castaño claro, siempre lloraba en toda las comidas; porque no quería engordar. Movía las piernas, luego de que leyera que eso acelera el metabolismo y también mantenía los hombros tensos, ya que eso ''quemaba calorías sin esfuerzo''. En general, las chicas de la clínica, tenían algún tipo de desorden alimenticio. Fueran comedoras compulsivas, bulímicas o anoréxicas. Llenaban sus tenedores, se apresuraban a comer y de alguna forma, siempre encontraban la manera de vomitar a escondidas; siendo regañadas luego por las cuidadoras. Las más grandes, fumaban en el patio durante las noches, cuando les daban tiempo libre para hacer lo que quisieran. No estaba prohibido fumar y en una que otra ocasión, alguna de esas mujeres, le había ofrecido cigarrillos a Yume; a lo que ella se negó rotundamente.

Yume, siempre aprovechaba esa única hora libre, para ir a una terapia con la psicóloga y sentirse un poco mejor. Ésa mujer le recordaba a Nym. Tenía el cabello rojizo y los ojos verdes, tal cual como su antigua amiga. Nunca lo comentaría. O ella dejaría de atenderla. La psicóloga decía, que hay que dejar ir, todo aquello que te recuerde a lo que te hace sufrir. Pero Yume no hacía caso, continuaba cantando las canciones favoritas de Nym y recordando todos los momentos que pasaron juntas, los temas de los que conversaban y cada vez que su padre le prestaba el celular en los domingos de salida; aprovechaba para mirar las fotografías que se tomaron juntas.

No estaba avanzando.

***

— ¿Papi?

Era extraño, que siendo un día normal y corriente, se le permitiera a un padre entrar a dicho lugar. Yume, rápidamente, llegó a la conclusión de que su padre les había donado dinero o prometió hacerlo, para que lo dejaran pasar. Vio que él estaba muy nervioso, pues no dejaba de mover las manos ni los pies, daba vueltas por la sala común del edificio.

— Nena —saludó él.
— ¿Ocurrió algo malo? —Preguntó Yume.

<< ¿Por dónde empiezo? >> Pensó Don Papi, mirando las blancas paredes del lugar; le daba miedo. Y las caras pálidas e infelices de las chicas, le provocaban una sensación de tristeza indescriptible. ¿Cómo le decía a Yume, lo que estaba ocurriendo con Natsu, sin afectarla más de lo necesario? Ya estaba ahí, ya había mandado a que la llamaran a las seis y media de la mañana, ya no se podía echar atrás. Debía ser sutil, discreto y sensible. Sobre todo eso último.

— Nena, ¿cuál es tu canción favorita de los Guns n' Roses?
— ''Tocando las puertas del cielo'' —contestó la hija.
— Ah, pues, mira... Natsu está haciendo eso...

¿Había sido demasiado metafórico?

— ¿Hija?...

Yume, se acercó a su padre y le agarró el brazo, apretándolo tan fuerte que le cortó la circulación sanguínea.

— Papi —levantó la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas—, ¿me estás jugando una broma pesada?

Él negó con la cabeza. Yume lo abrazó, echándose a llorar. 

***

¡Espero les haya gustado! Eh, pues, quise hacer éste capítulo porque nunca expliqué bien dónde estaba Yume. Sólo escribí que se marchó a Nueva York y ya. Como pudieron leer, ella está casi en un manicomio, rodeada de muchachas con problemas. Ahora, Yume sabe lo que sucede con Natsu... 

¡Nos vemos en el próximo episodio! ¡Gracias por leer!

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora