26.- Il Rosso

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Luca Vanzetti no sabía si estar feliz o no. Por un lado, su Gattino estaba radiante, como nunca lo había visto al lado de sus parientes "de sangre", por el otro, estaba casado con este hombre, que lo había maltratado psicológicamente en el pasado, aunque ahora parecían llevarse bien. Pero los que estaban frente a él en ese momento, no eran su Gattino y su amigo, sino una pareja enamorada. El las conocía bien, iban seguido a su restaurante. Las había visto ir y venir por años. Luego de un buen rato en que estuvo mirándolos sin decir nada, al final lo soltó.

—¿Estas enamorado del Gattino? —.

Severus no supo qué fue lo que los delató, estaba "algo" alejado de Harry, no se habían tomado de las manos, se habían cubierto las marcas del cuello, no se habían besado frente a Luca. ¿Qué en el nombre de Merlín los había delatado?

>> He visto parejas de enamorados de todo tipo, desde el amor juvenil, hasta parejas casadas desde hace 70 años. Se reconocer el amor apenas lo veo. Ustedes están enamorados, lo sé, pero quiero oírlo de ustedes, y sobre todo de usted, signore Snape—.

—Yo... señor Luca, sí. Me enamore de Harry y quiero hacerlo feliz—.

—¿Y tú Gattino? —.

—Yo lo amo Luca, me hace feliz, mucho—El brillo en los ojos de Harry es todo lo que Luca necesitaba.

—Por mi está bien entonces. Pero escúcheme bien, signore Snape, si me entero de que mi Gattino ha llorado una sola lagrima por su culpa, y esta no es de felicidad; este cuchillo que uso para el pescado conocerá a su salchicha, ¿Soy claro? —.

—Perfectamente—.

—Bien, pues comamos, ¡Zach! ¡Mich! Tomen un descanso y coman con nosotros, el Gattino está enamorado—.

La amenaza de Luca fue repetida y reiterada por Zach y Mich, pero como Harry se veía radiante, los tres italianos estaban felices por él. Luego de algo de charla y varios platos de pescado y papas, y un tiramisú en honor de Severus, ya que Harry tuvo el tino de comentar, como quien no quiere la cosa, que había sido cumpleaños de Severus unos días antes.

Luca, Zach y Mitch hicieron sonar un triángulo de metal y todos los comensales cantaron para Severus un feliz cumpleaños. Severus estaba ruborizado en serio, nunca, jamás en su vida, había sido el centro de atención como en ese momento, y nunca en su vida, había recibido tantos abrazos tan efusivos y menos de personas que ni conocía.

Los tres italianos repartieron en las mesas, pedazos de tiramisú y Severus se sintió extrañamente feliz de ese "ritual" de cumpleaños. Harry por fin se había relajado y ahora estaba comiendo del plato de Severus y recargaba su cabeza en el hombro de su esposo. Severus le dio un beso en la frente (que tenía un glamour mostrando la "cicatriz", para evitar preguntas), no queriendo tentar su suerte. Aún no lo mataban y eso ya era ganancia.

Dejaron el restaurante una hora después del cierre y apenas habían avanzado unos cuantos locales cuando lo notaron; los habían seguido. Varios mortífagos estaban tratando de darles alcance. Harry y Severus no sabían hacia dónde ir, los estaban rodeando y aunque ya no había muggles en el mercado, sus amigos aun no dejaban el restaurante y Harry no sabía si la protección de su enlace también los protegería a ellos.

Harry salió corriendo hacia el restaurante con la varita en ristre, seguido de cerca por Severus que estaba bloqueando todas las maldiciones que les lanzaban, no sabía si Lucius o Draco podían estar entre los mortífagos que los rodeaban y no quería hacerles daño. Con un Alohomora, Harry abrió las puertas del restaurante y apenas entro Severus, selló las puertas y lanzó cuantos hechizos y escudos recordaba hacia la entrada.

Perfect DrugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora