32.- Cuatro Navidades

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Harry estaba en ese momento en el paraíso, la boca de Severus tenía aprisionado su miembro en una lasciva caricia, la humedad de su boca le hacía sentir una corriente eléctrica en todo su cuerpo. Ese delicioso cosquilleo que había extrañado tanto. Ahora que el medimago, por fin, había autorizado el sexo, y dado que, en un par de meses, ambos iban a estar tan "gordos" que no iban a poder tener intimidad completa, estaban dispuestos a disfrutar tanto como pudieran.

Severus chupaba con deleite, devorando cuanta piel podía, sintiendo el sabor de Harry, su Harry. No imaginaba un mejor lugar en el mundo que estar pegado al cuerpo de su esposo. Dejó sus manos libres para ir preparando a Harry mientras su boca se deleitaba en su dulce favorito. No hubo que prepararlo mucho, apenas el medimago dio luz verde al sexo, habían pasado la tarde entera "poniéndose al día". Esta era ya la quinta vez que se introducía en el cuerpo de su esposo.

Severus dejó de saborear el miembro de Harry y alzó las piernas de su esposo llevándolas hasta sus hombros, llevo su miembro a la dilatada entrada y empujo de un golpe su miembro dentro de Harry. El gemido de Harry era todo lo que necesitaba, con cuidado, pero con firmeza, empezó un vaivén firme procurando dar en esa protuberancia que hacía ver estrellas a su esposo.

Harry aferraba las sábanas debajo de sus manos, hasta el punto en que sus nudillos se volvían blancos, sus gemidos salían entrecortados por las firmes y rítmicas estocadas de Severus.

—Tócame... Sev... tócame—.

La orden de Harry era la más dulce que hubiera recibió Severus. Sin dejar de sostener sus piernas, llevo una de sus manos hasta el miembro de Harry y empezó a masturbarlo al ritmo de sus embestidas, era un trabajo difícil, pero vaya que lo estaba disfrutando.

Severus sintió como su miembro era estrechado rítmicamente por las paredes de su esposo y supo que Harry casi estaba por venirse, así que acelero el ritmo y pronto, un líquido perlado lleno su mano. La imagen de la cara de Harry abandonándose al placer, fue todo lo que necesito para sentir como el orgasmo lo golpeaba inmisericorde y sintió cómo las fuerzas lo abandonaban mientras llenaba la estrechez donde estaba enterrado gustosamente.

Salió de su esposo y se tumbó a su lado, la respiración de ambos era jadeante, sus rostros estaban rojos y perlados de sudor, pero exhibían sendas sonrisas de satisfacción que nadie dudaría que era el mejor sexo de sus vidas.

—Me... vas a... matar... mocoso insolente—Le dijo Severus a Harry mientras le daba un beso y tranquilizaba su respiración.

—Pero soy... tu... mocoso—Harry repartía pequeños besos en el rostro de su amado.

Esta vez se quedaron dormidos, Severus había puesto un hechizo de calor en la habitación para que esta estuviera a una temperatura agradable todo el tiempo y así, desnudos, durmieron hasta el día siguiente.

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Durante una semana, solo se dedicaron a hacer el amor y comer, mucho. Entre el embarazo y el "ejercicio", su apetito se había incrementado y sus barriguitas eran visibles ahora.

Dobby se esmeraba en mandarles cualquier cosa que se les antojara, además de que Molly enviaba constantemente paquetes llenos de dulces y bocadillos, Hermione enviaba libros con información sobre el embarazo, pensando que algunas de las cosas que decían podían aplicarse a su embarazo.

Por su parte, Harry tenía que salir a hacer unas cosas al mundo muggle y Molly llegó a cuidar de Severus, para disgusto del mismo, pero sabía que eso tranquilizaba a Harry, y ya que Luca iba a acompañar a Harry, Severus se quedó tranquilo de que Harry saliera.

Harry tenía que comprar un regalo para Severus, así que lo disfrazó diciendo que tenía que hacer unas diligencias en el mundo muggle, junto a Luca. La verdad es que Harry sabía perfectamente que quería comprar como regalo, una vez la había visto en sus escapadas a Londres, un juego de cunas iguales de color lavanda y blanco. Mientras soñaba que algún día tendría una familia, se imaginaba un par de bebés en esas cunas. Estaba seguro de que a Sev le gustarían.

Perfect DrugOnde histórias criam vida. Descubra agora