Capítulo 15

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Andrea

—Es mejor, más accesible...

—Hay vídeos.

—Sí. Mira este —Mel enseña la pantalla de su teléfono a Boris. Aaron está en medio de ambos—. Le subiré más volumen...

Ay no.

Observo con vergüenza las miradas de antipatía que nos dirigen las personas que ocupan las mesas cercanas al escuchar, a todo volumen, gemidos quedos. Muchos gemidos quedos.

—Se los voy a mostrar completo a ustedes antes de publicarlo en mi blog —dice Mel con orgullo.

La atención de Oliver, sentado frente a mí al otro lado de la mesa, recae en cada una de mis reacciones. Parece intrigarle cuanto me incomoda Mel. Aunque, espero, sea consciente de que él me aturde igual o más. Preferiría que estemos solos, lo demuestra, pero no lo evado. No quiero problemas.

Está claro que ninguno puede ver al otro solamente como amigo, o al menos yo no puedo, pero no hay que jugar con fuego. No hay suficiente «agua» aquí.

—Si lo pones de cabeza —Mel cambia la posición de su teléfono y los otros dos abren más sus bocas— pareciera que sus piernas... ¿Ves?

—Wow —Boris acaricia con distinción su barbilla. Pareciera que los tres, en lugar de estar viendo Hentai, analizaran una escultura de Miguel Ángel.

—Mel —lo regaño harta de que llamar la atención innecesariamente.

—Solo este vídeo y ya, pollito.

Muevo mi cabeza con enfado.

Mi teléfono vibra y mentalmente le agradezco servir de distracción.

Me apresuro a sacarlo de mi bolsillo.

Es un mensaje de Oliver.

Lo miro a él antes de responder. Todavía luce serio.

Batman: ¿Quieres que me vaya?

Joker: ¿Quieres irte?

No hay mejor respuesta. Esa no me compromete ni me pone en evidencia.

En contestación, guarda su teléfono y me mira sin dejar en claro nada, cuáles con exactitud son sus intenciones. Esta es la primera vez en la que soy del todo consciente de que ha cambiado. Pude haber estado en negación ayer debido a la emoción de volver a verle, la anticipación; pero... ya no. Oliver ha cambiado. Ya no le leo tan fácil. Ya no es ese chico introvertido que se mostraba como un libro abierto. Ahora me confunde.

—Aaron, vamos —digo al bebote. Sí, estoy huyendo.

—¡Pero la estamos pasando bien! —me reprocha Mel y lomiro significativamente. «¡Vamos, dije!»

—Sí, el pollito tiene razón —rectifica guardando su teléfono.

—¿Dónde es el incendio? —pregunta Boris, decepcionado. Le gusta estar con estos dos.

—Tiene que trabajar —le contesta Oliver levantándose al mismo tiempo que yo de su asiento. Al parecer también fue suficiente para él.

—No del todo —acepto, para no mentir—, mamá me pidió ayudar a la abuela con la cena de hoy. Te lo dije en un mensaje hoy más temprano —le recuerdo—. La que prepara para tía Di.

—¿Comida? ¿Cocinar? —inquiere Boris con actitud cómplice. Hombres—. Oliver puede ayudar con eso —Me guiña un ojo.

—Es de mala educación invitarse solo, Boris —lo regaña Oliver llevando una mano hasta su pecho fingiendo indignación.

La buena reputación de Oliver Odom ©Where stories live. Discover now