Capítulo 23

69K 9K 6.8K
                                    


Oliver

Me encuentro en la cocina del que posiblemente sea el restaurante más costoso de la ciudad. Saveur. Debo preparar Confit pato para los dueños. Días antes entregué a Karin un listado con las cosas que voy a necesitar, empezando por un espacio propio, sin embargo hay algo que no me fue entregado de la forma anticipé.

El pato de suave plumaje blanco está de pie en una esquina y yo frente a él. Nos miramos fijamente a ratos.

Ya lo perseguí dos veces... aunque sin querer alcanzarlo; por lo que pedí al resto del personal que nos dejara solos un par de minutos. Pretendo llegar a algún tipo de acuerdo diplomático.

—Ambos fuimos preparados para esto —advierto, escondiendo tras de mí un cuchillo.

Le sigo una tercera vez y, cansado, limpio con el dorso de mi mano mí frente al volver al punto de partida. Esto no está funcionando.

—Estas cartas nos tocaron. Cumplir con tu deber es incluso patriótico —le recuerdo.

Damos una cuarta vuelta. Estoy por enloquecer.

Levanto mis brazos. —¿Por qué? —exclamo casi gritando.

El pato me mira fijamente.

—El señor Becker quiere quedar bien. Haz tu parte, ¿quieres?

No deja de mirarme...

—Estoy seguro de que tuviste una gran vida. Toca el gran final. Era esto o Duck Hunt, admítelo.

Miro mi reloj. Tengo diez minutos hasta que el resto del personal regrese.

—Ya casi —escucho decir a Karin.

Un momento, ¿Karin? Miro sobre mi hombro. Está de pie en la puerta.

—¿Qué tanto escuchaste? —digo, disimulando no querer morir de la vergüenza.

—Suficiente —Ella termina de entrar—. ¿Lo de la negociación es para que no se ponga tenso? —pregunta a modo de broma—. Ya sabes... porque la carne no sabe bien si se estresa.

—Claro —Miro otra vez al pato—. Por eso.

—Pediste «Pato fresco» —Me recuerda, acorralando por el otro extremo al ave.

—No tan fresco.

Entre los dos intentamos atraparlo pero consigue que choquemos. Esta ni siquiera es mi cocina. Tengo contado el tiempo.

—Haz otra cosa —propone Karin de brazos cruzados. ¿Cree que no lo pensé?

—Pidieron pato —subrayo.

—Pidieron que Oliver Odom hiciera una demostración de su talento —subraya ella—. Sorpréndelos.

Sorpréndelos.

Miro durante unos segundos a Karin preguntándome si está hablando en serio. Si esto sale mal afecta al señor Becker. No a mí. Al señor Becker.

Parece estar hablando en serio.

—Bien —Dejo salir aire que retengo, camino hasta el congelador y dentro escojo lo menos parecido a un pato.

—Ni cuando tomé de buena manera que rompiéramos te vi tan aliviado —dice Karin cuando regreso—. De nada —añade, mirando al pato.

—¿Necesitabas algo? —pregunto insinuando que prefiero que no esté.

—Venía a darte las gracias —dice acostumbrada a mi tosquedad—. Para ti sería fácil negarte a ayudar a mi padre y limitarte a hacer lo que dice tu contrato.

La buena reputación de Oliver Odom ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz