21. Solo mia

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Inuyasha

—Inuyasha, ¿me ayudas?—miro a Kikyo, su espalda desnuda queda a mi merced.

La toco y luego subo el cierre de su vestido. Han pasado semanas en las que Kagome hace fiesta en mi mente. Me pregunto cada día si fue lo mejor, si mi decisión fue la correcta porque cada vez que la veo solo deseo estar con ella.

—¿Qué quieres hacer hoy?—pregunto sentado en la cama mientras ella se maquilla.

—Quiero ir a un restaurante, una amiga me comentó que es nuevo, vamos—me mira y sonríe.

A pesar de a veces ser egoísta, Kikyo es una buena persona, el embarazo la tiene más cariñosa que de costumbre.

—Está bien, termina de arreglarte y te llevo—me acerco y dejo un beso en su frente para bajar al primer piso.

—Inuyasha—mi nana que ahora es la encargada de llaves y coordinación de limpieza de la casa me mira.

—¿Sucede algo?—pregunto sentándome para que ella lo haga también.

—La señorita Kikyo ha estado haciendo llamadas extrañas a números fuera del país—la miro, Kikyo no tiene familia ni amigos fuera del país—contesta muy cariñosa y algo rara—asiento, investigaré luego.

—Me tengo que ir nana, hablamos luego—le doy un beso en mejilla y camino junto a Kikyo quien baja las escaleras.

Mientras conduzco ella solo habla de los preparativos de la boda, mi mente esta fuera o más bien lejos de mi cuerpo. Mi vista siempre fija en la carretera y Kikyo muy comunicativa.

—Llegamos—comento mientras bajo para abrir su puerta y ayudarla a bajar. Caminamos hasta la mesa que reservé. Mientras ella me cuenta cosas sobre sus viajes yo solo hago como que la escucho, pero en realidad no hago caso a nada.

—Voy al baño, espera un momento—le aviso antes de ponerme de pie para caminar.

Mis pies se detienen y quedo petrificado, esto no puede ser real, tiene que ser una maldita mentira. Kagome besa los labios de otro hombre, algo en mi pecho causa que se oprima, cierro los ojos para no verlos.

—Kagome—la nombrada dura varios segundos antes de voltear a verme.

—Inuyasha—responde en un bajo susurro.

—¿Quién es cariño?—pregunta el tipo con el que ella se besaba, mis manos se convierten en puños, estoy tan malditamente celoso. ¡Otro hombre tocó esos jodidos labios que amo besar! Además, ¿quién se cree que es para hablarle así?

—Es mi socio Miki—responde ella con una sonrisa incómoda.

—Mucho gusto, soy Miki... Su novio—golpe bajo Higurashi. Solo siento el palpito en mi corazón. Mis ojos se mantienen fijos en esos chocolates que ahora miran a cualquier lugar que no sea yo.

—No sabía que tenía novio señorita Higurashi—comento intentando disfrazar el tormento que esa confesión ha causado.

—Ahora lo sabe—responde con tranquilidad.

—Me retiro, tengan buen día—camino lejos sintiendo como las lágrimas se acumulan en mis ojos.

Tan rápido me olvidó, pero... ¿Tendré yo la culpa por no perdonarla cuando ella me rogó?, mi mente es un caos y mi corazón está destrozado. La congoja me abraza haciéndome sentir más miserable.

Cuando entro al baño agradezco interiormente que este vacío. Me deslizo por la puerta enterrando mi cabeza entre mis piernas. Mis lágrimas se deslizan. ¿Por qué el amor duele?

Los celos que siento dentro me atormentan. Ella está con otro. No soporto la idea de pensar que el tocará su piel, besará siempre sus labios. El dolor se instala como dagas, clavándose hasta el fondo. Me levanto y lavo mi cara, mis ojos están rojos, ya nada me importa. Yo lo decidí así.

Salgo y Kikyo se encuentra sentada con cara hastiada. Me mira y parece que quiere matarme.

—Tu maldita secretaría te está llamando, ¿sigues acostándote con esa zorra?—pregunta enojada—tan poco gusto tienes que andas con esa cazafortunas—murmura.

—Tan mal gusto tengo para estar comprometido contigo—digo mirándola—me tienen hasta la azotea tus malditos celos estúpidos. Si me acuesto o no es mi maldito problema—ella está en silencio—es mi maldito pene que se introduce en su vagina—sus ojos se llenan de lágrimas—deja de acosarme como una maldita celopatra, pareces desquiciada, deja ya eso—suspiro y ella me mira nuevamente enojada.

—Quiero irme—me levanto y camino con Kikyo quien va como alma que lleva el diablo.

Miro el cielo, todo este embrollo, maldita Kagome. Me tiene sediento de ella, de sus labios, su sonrisa, su carisma, sus caricias... De todo.

Subo en el vehículo y veo una hoja en el vidrio. Bajo y veo que es una nota.

"Cuidado que estoy cerca o lejos"

Miro con confusión la nota, la arrugó y la lanzo lejos. Veo el chico de antes venir hasta mí. Kikyo está muy entretenida en su teléfono que ni caso me hace.

—Inuyasha, ¿no?—me da una sonrisa más falsa que el actuar que me agrada.

—El mismo—sonrío mientras meto mis manos en los bolsillos.

—Aléjate de ella—su sonrisa se pierde y pone la cara seria—Kagome es mía y solo mía. Ella me ama, pero tú eres una distracción para que ella piense en mi las 24 horas—comenta y se encoje de hombros.

—Ella no es tuya idiota, Kagome tienes mis besos tatuados en su piel, algo que jamás podrás arrancar—respondo igual de serio.

—Ella te olvidará... Ya lo hizo, no sabes lo pasional que es cuando se mueve en la ca...

Mi puño estrecha en su nariz y siento satisfacción al verlo caer en el piso. Pero de solo pensar que él y mi pequeña... Dios, mi cabeza siente que estallará en cualquier momento. Él escupe sangre y se levanta dándome una sonrisa sarcástica.

—Ella me sigue amando—aseguro. Mis ojos van a Kikyo quien sigue en el teléfono. El tipo frente a mi niega.

—Sigue en esa burbuja, esa mujer nunca te amó, era yo quien gobernaba siempre sus pensamientos—se acerca a mí—soy su primer amor, ¿sabes lo verdadero que es eso?—pregunta para fastidiarme—no sabes cuánto me voy a divertir, además de que mi Kagome es tan... Apetecible.

—No es tu Kagome—me doy vuelta para subir al coche, pero su brazo me detiene.

—Te casarás pronto, déjala en paz, olvídate de ella de una jodida vez—y se marcha dejándome en un lio conmigo mismo.

¿Debería dejarla ir?, como quisiera hacer eso, pero hacerlo es matarme y quemarme vivo en carne.

Por tu perdón InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora