30. Solución correcta

2K 161 18
                                    

Kagome

Miro divertida como Inuyasha camina. Él quita la gafa de sol y me mira se manera "sensual". Parece un travesti por lo cual rompo en carcajadas que resuenan en la habitación. Él se acerca y me sonríe.

Me besa lentamente y pausado. Tomando el tiempo correcto para saborear mis labios, para llevarme a la locura, para obligarme a quedar idiotizada bajo su beso encantador.

Me toma por el cuello y me besa con más pasión. Estoy tan feliz de estar con él.

Hace cuatro días que salí del hospital, me siento rejuvenecida. Aún no le he dicho nada a Inuyasha de mi estado. Quiero hacerlo en una fecha especial, y esa es su cumpleaños que es en dos semanas.

—Inu—él me mira y me sonríe—tengo algo serio que decirte—su sonrisa se desvanece al ver mi cara tan seria. Suspiro y me armo de valor. No sé si romperé su corazón o ilusiones, pero creo que lo mejor que puedo hacer es ser sincera con él.

—¿Qué pasa?—pregunta tomando mi rostro entre sus manos.

—Kikyo te mintió—muerdo mi labio y evalúo a continuación su reacción—Kikyo no está embarazada—Inuyasha clava su mirada en mí y me hago chiquita a su lado—Kikyo es estéril—los ojos de Inuyasha se agrandan.

Sus manos de alejan de mi piel y me mira dolido. Quiero abrazarlo, pero en este momento no sé cómo vaya a reaccionar. Me quedo para paralizada cuando una lágrima baja por su mejilla. Eso me da a entender que el de verdad estaba muy ilusionado con la idea de ser padre.

Me acerco y lo abrazo. Él aprieta mi cuerpo y me siento mal, porque fui yo la que lo hace sufrir ahora. Sé que hice lo correcto, pero eso no quita que duela.

—¿Cómo pudo hacerme algo así?—su voz me sobresalta. Me aparto mirándolo.

—Hay personas muy malas en este mundo Inuyasha—le acaricio el rostro.

—Ella sabe lo mucho que quiero tener un bebé—me hice con los ojos aguados—jugó con algo que duele mucho y... Lo siento, se lo delicado que es este tema para ti—susurra juntando su frente con la mía.

—Tranquilo, ya verás que pronto olvidaras cualquier dolor que esa mujer dejó en ti—susurro despacio.

—Te amo mucho—le sonrío.

—Yo a ti también—suspiro cuando junta nuestros labios. Tal vez llegue tarde a la empresa.

***

—Solo eso, te puedes retirar—Ayame asiente y suspiro mirando la laptop. Sonrío tocando mi vientre. Creo que desde que me enteré que estoy embarazada esta es mi acción favorita. Todas las noches le hablo, estoy tan emocionada.

Tocan la puerta y alejo mi mano. Grito un adelante y Miki entra con una sonrisa. Me tenso de inmediato. No me trae buena espina su aparición aquí. Respiro hondo y le doy una perezosa sonrisa. Él corresponde y entra como si fuera lo más habitual que hace. Se acerca hasta besar mi mejilla y lo miro extrañada. Respiro hondo tratando de ocultar los nervios.

—Miki—susurro sorprendida, él me da una de sus sonrisas poderosas que ya no causan nada en mí.

—Kagome—saluda cordial—quiero invitarte a tomar algo—susurra con una pequeña sonrisa.

—No creo que sea lo correcto Miki—analizo con tranquilidad. Tomo un elástico y amarro mi cabello en una coleta alta.

—¿Por qué no?—pregunta acusándome con la mirada—mientras estábamos juntos tu saliste y tomaste copas con Inuyasha—dice entre dientes. Sabía que llegaría a eso. Lo estudié bien para saber algunas cosas cotidianas en él.

—Fueron asuntos de trabajo—le digo de mala gana. Mi tono brusco hace que me mire intimidante.

—Me engañaste Kagome, heriste mi corazón. Si me hubieras dicho que amabas a ese hombre, jamás me habría interpuesto entre ustedes—él suspira mirando el techo. Algo dentro de mí se remueve de manera incómoda. Es culpa. Me da pena verlo de este modo. Suspiro mirándole.

—Lo siento tanto Miki, vamos a tomarnos algo—cierro la laptop y me pongo de pie. El leve mareo que vive ahora normalmente conmigo hace acto de presencia, pero gracias al cielo Miki no se da cuenta de ello.

—Gracias—susurra abriendo la puerta de mi despacho para permitirme salir. Agradezco que Inuyasha no esté cerca, sé que no le haría ninguna gracia ver a Miki aquí. Además de que no quiere que haga nada con mi brazo herido. Ya no duele, solo fue un rose, pero Inuyasha lo pone todo más dramático.

Entramos al ascensor y me desespero al ver lo lento que lo siento hoy. Recargo mi cuerpo contra el metal y miro a otro lugar. La vista de Miki se mantiene sobre mi cuerpo y eso me incómoda mucho. Las puertas se abren y respiro con alivio. Los empleados se quedan mirando con sorpresa a Miki y a mí. Algunos comentan bajo, tendré que hacer una limpieza hay muchos que solo vienen a chismosear. Camino a paso rápido hasta que salgo.

Me encuentro en un dilema. Tengo que cruzar la calle aún tengo un miedo horrible. La última vez trataron de matarme. No solo a mí, también al bebé que crece en mi vientre. Reprimo una sonrisa y las ganas inmensas de acariciar mi vientre cuando recuerdo lo valiente que fue Inuyasha al salvar a su bebé y a mí. Miro a todos lados y cruzo volando.

Al entrar a la pequeña cafetería los diferentes olores de comida llegan a mis fosas nasales y se me remueve el estómago. Busco donde siempre almuerzo y me siento junto con Miki.

—Tengo que contarte la verdad Kagome—lo miro y esta serio. Ordeno un vaso de agua porque me está dando un poco de náusea.

—¿Qué verdad?—pregunto bebiendo un poco de agua y luego dejándolo en la mesa.

—Naraku nos sigue—abro los ojos a la vez que me siento palidecer y mis manos comienzan a sudar. El pánico hace acto de presencia, pero me obligo a dejarlo ver.

—¿Qué dices?—quiero felicitarme al ver que mi voz no tiembla.

—Tengo que pedirte perdón Kagome, se todo el daño que te hice. ¿Recuerdas a mi sobrina?—pregunta y asiento. Cuando Miki y yo éramos novios su hermana murió y él se hizo cargo de la niña—Naraku me amenazó con ella si no cumplía lo que me ordenó. Sufrí tanto porque de verdad te amaba Kagome, pero sabes que esa niña es mi todo. Tuve que dejarte como un cobarde y luego huir porque me andaba buscando—lo miro con sorpresa—luego de muchos años logró localizarme nuevamente y ahora tiene a mi esposa Kagome. El reencontrarnos no fue casualidad, Naraku lo tenía todo fríamente calculado. Ahora si no te entrego a él mi esposa va a morir. Me duele tanto porque siento que te debo algo inmenso. Pero si no cumplo, ella muere—lágrimas de dolor se deslizan por sus ojos y me siento mal al verlo de esta manera. Suspiro en busca de una solución. La solución correcta.

Ya estamos en los capítulos finales de la historia.

Los amoro, sayonara...

Por tu perdón InuyashaWhere stories live. Discover now