23. Debí hacer caso

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Inuyasha

Me rechazó.

Kagome acaba de rechazarme y no sé cómo tomarme eso. Cierro los ojos mirando el cielo lleno de estrellas. La imagen de Kagome vuelve a mí... Tan perfecta. La mujer perfecta que fue difícil encontrar, fue como buscar una huella en el mar. Ella es la mujer que siempre soñé.

Sus palabras dolieron, pero es la verdad, soy un egoísta, yo fui quien le pidió que me olvide, que dejara de luchar por mí. No puedo hacerle esto, ya ella decidió quien sería que enamore su corazón, no puedo hacerle esto. No a ella. No a la mujer que amo.

Aun sabiendo que es lo correcto, de mi mente no sale el simple hecho de que ese tipo la estará cortejando, enamorando... Los celos pueden más que mi razón. No lo soporto, algo en él me da muy mala espina.

Cuando llego a casa ya está Kikyo de mal humor.

—¿Dónde estabas?—pregunta cruzando los brazos y dándome una mala mirada.

—Lejos de ti—respondo caminando hacia las escaleras.

—¡Inuyasha!—grita haciendo que mi humor pase a empeorar—soy tu prometida, la futura madre de tu hijo, tu pareja—sigo caminado ignorándola por completo.

—Déjame en paz Kikyo, no estoy de humor para aguantar tus berrinches de niña mimada—confieso molesto ella me mira peor.

—¿Estabas con esa perra?—pregunta con una sonrisa falsa—¿te rechazó verdad?—mi silencio le confirma todo—¡es que eres imbécil de verdad!, esa perra lo único que trae a tu vida es dolor y a ti parece no importarte. Aunque, ¿sabes algo?, que bueno que lo haga, que te haga sufrir como tú me haces sufrir a mi idiota. Yo soy tu prometida, la madre de tu hijo o hija, soy yo quien pronto llevará tu apellido. Deja de pensar en esa estúpida delincuente, solo es una perra que se anda regalando—sus ojos mandan ráfagas de enojo.

—No hables así de ella—advierto enojado.

—¿Qué cosa?, ¿qué es una perra?, ¿una arrastrada que se acuesta con todos?—me acerco a ella.

—En todo caso tu serías peor ya que me engañaste cuando estábamos comprometidos—me alejo de ella y subo a la habitación, siento que la cabeza me estallará en cualquier momento. Me acuesto y trato de dormir.

***

Al llegar a la empresa los cuchicheos se hacen más potentes y no tengo ni puta idea de lo que tiene tan entretenido a mis empleados.

—¡Les pago para que hagan su trabajo, no para que anden chismoseando no sé qué!—grito causando que todos retomen sus puestos y hagan su trabajo con el miedo latente en sus ojos.

Suspiro y sigo mi camino, cuando llego al elevador marco el número del piso presidencial. Al llegar la pelirroja amiga de Kagome me mira mordiendo su labio nervioso.

—Comunícame con Kagome, tengo que hablar con ella—le digo al llegar a su lado.

—No está disponible en este momento—me restriego los ojos enojándome.

—Te lo pondré más bonito, es urgente para la empresa que hablemos de negocios, así que la llamas y le dices que necesito hablar con ella—pone los ojos en blanco.

—Dije que está ocupada—ignorándola entro a la oficina de Kagome y tal vez debí hacer caso a las palabras de Ayame.

Kagome está sentada sobre su escritorio besando al maldito imbécil llamado novio. Al oír la puerta abrir ambos se separan, mi enojo crece al ver los primeros botones de su camisa quitados. Sus labios hinchados y... Dios, creo que voy a morir de un colapso de celos. Maldigo mil veces en mi mente a ese tipejo mientras que mi corazón llora en descontrol.

—Se toca la puerta señor Taisho—recuerda ella bajando el escritorio y arreglando su ropa.

—Necesitaba urgentemente en este momento hablar con usted señorita Higurashi—comento con los dientes apretados.

El tipo ese solo me mira con cara se enojo, no sé qué hubiera pasado entre ellos si yo no interrumpía.

—Ahora estoy ocupada—ruedo los ojos.

—Negocios son negocios, si viene a la empresa se supone que es a trabajar—suspira y mira donde se encuentra el idiota.

—Miki... ¿Crees que nos podemos ver en otro momento, tengo asuntos que atender?—él se acerca a ella—te veo esta noche, ¿ok?—le regala una sonrisa.

—Está bien preciosa, terminamos esta noche lo que fue interrumpido ahora—logro escuchar y los celos me están dominando, sé que acabaré por matarlo si no se larga pronto de aquí.

—Te llamo luego—veo como sujeta su cintura y la besa, mis manos se convierten en puño y tengo que hacer de todo mi autocontrol para no balancearme sobre él y sacarlo con un golpe de este lugar.

Cuando por fin se marcha y cierra la puerta, mis ojos miran otro lugar que no sea ella por unos largos minutos. Todo es silencio. Nadie habla. Nadie se mueve. Todo es calma. Me atrevo a mirarla y me sorprendo al encontrarla frente a mí con el ceño fruncido.

—¿Qué tenías que decirme?—pregunta cruzándose de brazos.

—Yo... Era...

Hasta se me olvido que carajos venía a reclamarle.

—Habla Inuyasha, no tengo todo el día para ti—su frialdad me duele, algo ha cambiado en ella de la noche a la mañana.

—¿Por qué haz decidido volver a ser la Kagome fría del inicio?—pregunto sentándome en el sofá que hay aquí. La veo mirarme, morderse el labio para luego ruborizarse, que rara.

—Eso a ti no te importa—responde titubeante, sus ojos se oscurecen en sus pensamientos. ¿Qué demonios está recordando o pensando?

—Sabes que todo lo que tenga que ver contigo me importa—la sencillez de mis palabras nos sorprende a ambos.

—Deja de mentirme Inuyasha—sigue mordiendo su labio y ya ando deseando ser yo quien lo haga.

—¿Qué te tiene nerviosa Higurashi?—sus mejillas se tornan más rojas.

—¿Estas alucinando o qué?—me mira desafiante—¿me dirás por qué demonios interrumpiste un momento como el qué estaba teniendo?—la miro enojado.

—En la empresa no se viene a tener sexo—ella suelta una carcajada.

—Usted es el menos indicado para hablar sobre eso—la desafío con la mirada y ella también. Es hora de enseñarle quien manda.

Camino ignorándola hasta la puerta, despacio paso el seguro sin que se dé cuenta, ella sigue mirando el sofá y ya hasta curiosidad me dio por saber. Avanzo y la tomo entre mis brazos.

—Le bajaré dos volúmenes a tu actitud—susurro cerca de sus labios.

Solo espero que no me rechace nuevamente, sería un golpe muy fuerte a mi corazón y mi orgullo.

Por tu perdón InuyashaWhere stories live. Discover now