Prólogo

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Nota: Esto solo es ficción, lo cual significa que hay cosas que están exageradas para darle más dramatismo y otras que no se apegan cien por cierto a la enfermedad (como las voces). Sin ánimo de ofender a ninguna persona que sufra de esquizofrenia.

Sin embargo, hay cosas que si suceden y me he tomado el tiempo de investigar por bastante tiempo, para hacer un trabajo mas pulcro.

Solo eso, pueden comenzar a leer la historia,

Dafne.

***

Después de un cierto tiempo uno pensaría que tener voces filtrándose en cada lugar, aún cuando los medicamentos han sido ingeridos, es normal.

Bueno, normal para una persona como yo. O como ella. Esa normalidad distorsionada y no aplicable a gente sana.

Pero nunca había sucedido tal cosa conmigo.

Nunca me había logrado acostumbrar a las voces. Y aunque les puse nombres a las dos más frecuentes y que siempre estaban presentes (tal vez en un estúpido intento de declararme a mi mismo que aún tenía control sobre mis acciones y pensamientos), eso no significaba que estaba acostumbrado a tenerlos dentro de mis pensamientos.

No podía acostumbrarse a la intromisión. Ni a como perdía el control por culpa de ellos. O la fe en mí.

Solo no podía.

Era un raro caso de esquizofrenia detectada a temprana edad.

Mientras muchos niños disfrutaban de su niñez e interactuaban con otros, yo me adentré en este mundo lleno de especialistas, exámenes, medicamentos.

Y todo porque había tenido la mala suerte de heredar la enfermedad de ella. Mi madre.

Debido al poco conocimiento y porque también era bastante inmaduro, no logré comprender el peso que significaba tener esquizofrenia en cuanto me dijeron. Como me afectaba, a mis acciones, a mi pensar. Como las personas a mi alrededor comenzarían a comportarse en cuanto supieran.

Solo quería saber porque tenía que seguir yendo con aquellas personas que decían que me ayudarían.

Pero con el tiempo sentí ese peso. El peso de mi enfermedad, de las voces.

Lo que en un principio fue algo un tanto inofensivo, comenzó a fastidiarme, irritarme y hasta en un punto logró atemorizarme.

El peso iba en aumento y ese sentimiento de perdida de mí mismo. Mis pensamientos comenzaron a volverse un manojo sin sentido, un manojo distorsionado.

Y supe que nunca podría tener una vida normal.

Comencé a hacer elecciones por el bien mío y de las demás personas. Aunque nunca había perdido el control, eso no significaba que siempre sería así.

Nada era predecible con respecto a lo que sucedía conmigo.

Dejé de interactuar con las demás personas que nos fuesen muy cercanas a mí. Me adentré en este caparazón, puse un vallado a mi alrededor, para evitar lo que sabía que sucedería si solo pensaba que era normal.

Porque no lo era. Lo comprendía y por eso debía tomar decisiones de ese tipo.

Me dio cierto control no abrirme a otras personas. Y también cierta racionalidad.

Que mi enfermedad fuese un secreto en el pueblo donde todo se sabe, era lo mejor para mi estado.

No interactuar con extraños, no meterme en problemas. Todo iba encaminado hacia un buen camino.

Hasta que ella fue la que perdió el control e hizo que todo cayera como un circuito de dominós.

Su acción me hizo actuar y me convirtió en la persona que nunca quise ser.

Ella.

Sentirse Diferente (#1.5 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora